lunes, 24 de julio de 2023

Colisiones (2)

 


Seguimos con la Galería de Colecciones Reales y sus colisones varias. Nos centraremos hoy en el fantástico interior, mucho más importante que la fachada, que sin embargo nos colmató, a lo tonto, la entrada precedente.  

Lo que más me llamó la atención fue la rampa con la que, si entras desde la plaza de la Armería, procedes a descender a las salas de exposición. Acostumbrados a un acceso a menudo pasivo y tedioso a los edificios mediante escaleras mecánicas o ascensores, resulta refrescante, ameno incluso, tomar la iniciativa y moverse motu proprio sin ayuda de máquina alguna. Además, la enorme rampa (que se flexiona en cuatro generosos tramos), tiene en su centro una mínima apertura que permite curiosos juegos panópticos al contemplar fragmentos de otros visitantes (manos acariciando la agradable textura del redondeado pasamanos, cabezas que se asoman como tú a curiosear...). No sé si esto es la promenade architecturale que decía Le Corbusier, un experto en rampas, pero debe ser algo parecido: una experiencia sensorial en la que te abres a la percepción del entorno arquitectónico. Veamos qué nos dice otro fan de las rampas, Claude Parent: "Cuando estás de pie sobre una superficie plana, no sucede nada. No hay actividad cerebral. Sobre lo oblicuo, tienes sentimientos, sientes una fuerza cuando subes y euforia durante el descenso. Esta es la base. Lo oblicuo crea formas que desagradan a la gente porque no les gusta sentir que pierden el equilibrio". Se lo dice a Rem Koolhaas, quien le entrevista en el capítulo dedicado a la rampa en Elements of Architecture, ese bizarro libraco de 2.333 páginas que, nunca mejor dicho, no hay por dónde cogerlo (es aún más voluminoso que S,M,L,XL, no te lo lleves a la playa), y que surgió del trabajo de investigación para la Bienal de Venecia de 2014, comisariada por Koolhaas. Parent, arquitecto francés, junto al filósofo Paul Virilio, idearon la llamada función oblicua. Su modelo a seguir es el bailarín, siempre en danza: lo llaman también topología. En sus casas ideales las paredes se inclinan, se hacen accesibles, se recuperan para la vida. Parent llegó a diseñar una casa en Neuilly para su familia con este principio, sus hijos estaban encantados. Quién sabe si Rem se dejó influir por estas teorías para su Dutch house, que hace gala de una escenográfica rampa o la Casa da Música de Oporto, donde una de las salas incorpora un suelo enmoquetado de inclinación considerable que hace las delicias de niños (y grandes). El holandés dedica también unas cuantas páginas del capítulo a otro experto en rampas, este desde una perspectiva social y técnica. De nombre Tim Nugent, dedicó su vida (más de 40 años) a la concienciación sobre la necesidad de este elemento, su diseño y regulación en los Estados Unidos, en una época en la que era visto como un incordio por arquitectos y responsables de urbanismo. Fundó la asociación nacional de baloncesto en silla de ruedas en 1949, que dirigió hasta 1973. Como dice Koolhaas, Nugent es el héroe anónimo de la rampa accesible: hoy no hay país que no siga la normativa ideada por él para este elemento clave en el día a día de las personas con problemas de movilidad. Fuera de estas funciones (primordial y, digamos, filosófica), la rampa siempre ha tenido un componente ceremonial, ya sea desde el punto de vista artístico (así en el Guggenheim neoyorquino) o político (las rampas de Niemeyer en Brasilia, que se cubrieron a rebosar de airados manifestantes contrarios a Lula en un penoso espectáculo que recordó al asalto del Capitolio americano). 

Prosigamos con la galería madrileña, que nos vamos por las ramas. Me doy prisa que te veo ya cansado. Decíamos que la repetición y la fragmentación que veíamos en la fachada del edificio se reproducen en el interior. Efectivamente, las enormes salas, una para los Austrias, y un piso más abajo otra para los Borbones, están recorridas por un patrón repetido de pórticos que crea un efecto pues no sé cómo llamarlo, de profundidad también como ceremonial. Cerradas al exterior a cal y canto para proteger su delicado tesoro, el edificio sabe muy de vez en cuando abrirse, pletórico, a la luz gloriosa de Madrid. Pero lo que más llama la atención es que no hay una compartimentación estricta de las salas sino que los tabiques intermedios (necesarios para exponer los cuadros) nunca llegan hasta el techo (a veces incluso terminan exactamente donde el cuadro acaba) y a menudo se abren en generosos huecos que permiten ver lo expuesto en una zona diferente de la sala sin problema. No hay una ruta que nos guíe, querido lecteur, estarás aquí tan huérfano como en un poema de T.S.Eliot. Volvemos a la fractura, a la estructura no-lineal (solo el que sepa aunar fragmentos inconexos se llevará el gato al agua en estos días nuestros). Dicha disposición ofrece una visión holística, tan propia de nuevo de nuestra época, pero promueve una cierta distracción que acaba convirtiéndose en una sensación de totum revolutum, aunque quizá sea esta tan solo la apreciación de un observador caduco incipiente. No sé si me estás entendiendo, vuelvo al Textos críticos de Tuñón: "La negación del pasillo, esto es, de la especialización, acerca el arte a la vida al homogeneizar espacios y convertir cualquier lugar en tránsito y exhibición, desdibujando sus fronteras (aquí entraría, en sordina, el rastro de la mezquita de Córdoba, no solo por su condición de campo matemático, independiente de su forma final, sino también por su condición indiferenciada, donde tránsito y oración adquieren distintas formas en cada momento)". Se refiere aquí al MUSAC, pero nos vale igual para la galería. Un poco más adelante Tuñón remacha su idea: "De este modo, el trabajo acumula capas de visualización o puertas de entendimiento que, por un lado, abren el espacio para distintas interpretaciones (...) y por otro, y quizás esto sea lo importante, los vincula entre sí, como hilos secretos". 

Nada parecía augurar, en cofre tan ensimismado, una sección tan emocionante de rampas felices, salas libertarias e insospechados marcos. Estos magos geómetras nos han regalado un edificio donde el orden juega a desordenarse, donde la vida, tan compleja, se experimenta engañosamente sencilla, donde luz y sombra se persiguen, amantes hasta el fin.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario