domingo, 1 de diciembre de 2019

Más marcianadas


Noticia esta semana ha sido otra de las delirantes marcianadas de Elon Musk. El visionario que quiere llevar a Marte a cientos de colonos en 2022 en naves espaciales forradas de acero inoxidable totalmente reutilizables (su idea es fundar una ciudad estable en el planeta rojo en el 2050), ha desvelado el último modelo de su marca de automóviles eléctricos Tesla, el Cybertruck, una versión futurista de la típica pick-up americana. Según Xataca su lanzamiento justo en noviembre de 2019 en Los Ángeles, donde se encuentra la sede de SpaceX (la empresa espacial de Musk), no es coincidencia sino que querría rendir homenaje a Blade Runner y la estética cyberpunk. Nosotros diríamos que el último Tesla, más que diseñado por Syd Mead (creador del spinner de Deckard), parece salido directamente de Total Recall (Desafío total), película de la que aquí hablábamos hace un par de semanas, que además tiene a Marte como escenario principal y en la que, en medio de su violencia brutal y delirante, encajaría como un guante. Y es que el Cybertruck hace alarde de un diseño agresivo cuyas angulosas y amenazadoras formas le convierten acaso en el vehículo ideal para estos tiempos apocalípticos y deletéreos. Decíamos que la arista moderna ya no se llevaba (penosas pruebas seguimos viendo), pero al parecer ya hay 250.000 reservas según Musk, entre los interesados destaca la policía de Dubái, ya comentábamos también que allí se establecerá la Mars Space City con diseño de BIG, así que una buena flota de Cybertrucks les ayudará a irse ambientando. Y es que cuando de lo que se trata es de rebanar, cercenar o seccionar, la arista no tiene rival. Te metes en este engendro y ya pueden venir zombis, alienígenas o incluso constitucionalistas, que acabas con ellos en un acelerón. Desconocemos la opinión sobre el coche de Janette Sadik-Kahn, la experta en movilidad y espacio público a la que muchos consideran la nueva Jane Jacobs y que defiende las ciudades pacificadas mediante un urbanismo atento al peatón, pero probablemente haya puesto el grito en el cielo.

El Cybertruck me ha traido de pronto a la memoria las brutales aristas de la marciana Casa da Música de Koolhaas en Oporto o su no menos marciana biblioteca de Seattle. Y es que al holandés pocos le ganan en meter tajos, especialmente si es a la modernidad. Acabé Delirio de Nueva York y he vuelto con el segundo volumen de Años Alejandrinos (Tiempos de Incertidumbre) al terapéutico orden de Fernández-Galiano, que ya echaba en falta. Precisamente del holandés "errabundo y errátil", que tanto juego nos dahace don Luis otro de sus certeros retratos con ocasión de la concesión del Pritzker al arquitecto de Róterdam en 2000:"Periodista y cineasta [es obvio en el magnífico pasaje que citaba en mi entrada anterior] antes de ingresar en el campo de la arquitectura, Koolhaas ha empleado su talento literario y artístico para socavar con violencia sádica todas las certezas modernas, construyendo con libros, exposiciones y edificios un manifiesto hiperreal que resulta también ser hipermoderno. Ante la crisis del lenguaje áspero de las vanguardias, los años ochenta contemplaron el ascenso de las formas azucaradas posmodernas, una utopía amable ad usum delphini, pero en los noventa Koolhaas emergió como el ideólogo de una reacción radical que exacerbaba el idioma moderno hasta extremos surreales, para fabricar un universo imaginario tan fascinante como poco apto para menores". 

Los delirios deletéreos (adjetivo que he aprendido también de don Luis) nos tientan en estos tiempos que siguen siendo de incertidumbre, lo que permite a los agoreros del apocalypse now hacer caja con nuevas fronteras quiméricas. Ya hace casi veinte años, al hilo de una arquitectura casi gaseosa que tendía a disolverse, el director de Arquitectura Viva hablaba de la modernidad líquida de Bauman surgida, mira tú por dónde, de Marx y su frase "Todo lo sólido se desvanece en el aire". Dicha arquitectura de paisajes desflecados sería reflejo de una época, que sigue siendo esta, en la que un "individualismo narcisista y corrosivo está desatando la intricada trama de lazos sociales anudada por la continuidad tenaz de los tejidos urbanos". La arista acelera ese desmembramiento voraz.

La foto que abre la entrada no es, obviamente, del Cybertruck. Es del Citroën 19_19, el prototipo con el que la marca francesa quiere celebrar su centenario (sí, como la Bauhaus, fue fundada en 1919), y que, este sí (hasta en el color), parece rendir tributo al spinner. Quería traértelo porque, en mi opinión, ofrece una visión bastante más optimista del porvenir: sus formas alabeadas y su diseño acogedor (lo que no le impide transmitir fuerza) nos dicen que otro futuro es posible. La arista será acaso imprescindible para desbrozar los caminos, pero llega un punto en el que no queda otra que fluir con más tiento y elegancia.


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