¿Arquitectos? Sí, por favor
"Salga a la calle y abra los ojos. Más allá de dibujar las ciudades y, en
consecuencia, la convivencia entre las personas, el urbanismo juega un
papel decisivo como escuela para ciudadanos de todas las edades. No se tarda nada en averiguar si en un vecindario tienen prioridad las
personas o los coches. Cuesta poco más comprobar si los barrios están
pensados para que la gente pasee, consuma o pueda elegir entre otras
opciones. Las calles revelan si están diseñadas para que pasemos de
largo o para acogernos. Hay lugares que fomentan la convivencia entre
ancianos y niños y zonas de las que estos han desaparecido, recluidos en
el jardín privado de una urbanización.(...)
Pero en la ciudad no todo se divide entre buenos y malos. Los hay
mejores. Existe un urbanismo que no se contenta con facilitar nuestra
vida y se arroga el difícil papel de enseñarnos a vivir mejor.(...)
Creus e Carrasco, que no quisieron enjaular el único paseo de Malpica,
idearon losas prefabricadas de hormigón que se pliegan al llegar al
borde del agua para avisar a despistados de que, de seguir caminando por
ahí, acabarán mojados. De esta manera, dificultando el acceso pero no
sacrificando las vistas, los arquitectos no solo han arreglado el paseo
por el puerto, también advierten a los transeúntes de que no todos los
peligros pueden avisarse con señales triangulares y les invitan a pensar
en todo lo que se pierde tapiando peligros con murallas.(...)
Uno puede pasear y, sin darse cuenta, ir a clase. Hoy, cuando parece que
solo desde la calle se podría subir el nivel de la política, también la
arquitectura encuentra allí su mayor reto. La calle debe volver a ser
escuela para ciudadanos, para arquitectos y para los políticos que
sientan más preocupación por lo que allí sucede que por su futuro puesto
en el consejo de administración de un banco". (Anatxu Zabalbeascoa, La ciudad puede servir de escuela, en El País de hoy).
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