domingo, 17 de octubre de 2010
Pintura y arquitectura (y viceversa)
En la exposición Made in USA organizada por la Fundación Mapfre con fondos de la Phillips Collection que puede verse actualmente en Madrid tenemos interesantes ejemplos del tratamiento de la arquitectura en la pintura. El primero es el Ranchos Church de la pintora Georgia O´Keefe realizado en 1929. Debajo, la fotografía que Paul Strand hizo de la iglesia de Taos (Nuevo México) dos años después, exactamente con la misma perspectiva que utilizó la pintora. Sorprende en el cuadro de la estadounidense (enamorada de los paisajes de Nuevo México, donde pasó 40 años de su vida y murió a los 98) la fusión entre arquitectura y naturaleza, hasta tal punto que podemos dudar de si se trata de una construcción o una formación rocosa. También llama la atención en el cuadro el aspecto gelatinoso del edificio (hecho de adobe y fundado en 1710), con un punto gehryiano.
Impresionante el cuadro de Edward Bruce (Poder, h. 1933), una imagen idealizada de Nueva York en la que los rascacielos hablan de la potencia económica y política que los Estados Unidos ya eran en los años 30, algo que de todas formas contrasta con el terrible crash económico que el país acababa de sufrir en el 29. Bruce fue hombre de negocios y abogado pero a la crucial edad de 43 años abandonó sus lucrativas profesiones por la pintura tras un viaje iniciático por Italia. Muy a su pesar, la crisis le hizo volver a su antigua profesión. Roosevelt le fichó para organizar una agencia estatal cuya misión sería dar trabajo a artistas en paro en el marco del New Deal. Quizá esos optimistas rayos de sol que iluminan Manhattan sean una metáfora del plan de Roosevelt...
Y llegamos a Approaching a City (Acercándonos a una ciudad) del pintor por excelencia del urbanita alienado: Edward Hopper. Los impersonales bloques de viviendas, el inquietante túnel y los desvaídos colores saludan sin grandes alegrías al viajero que parece entrar en una ciudad vacía y sin alicientes.
El caso contrario (arquitectos que se dejan influir por pintores) también se da. No hace mucho leía en El Mundo una entrevista a Eugenio Aguinaga que completó en 2008 un bloque-manzana en el ensanche de Vallecas en Madrid para cuya fachada el arquitecto de Neguri dice haberse inspirado en Paul Klee (debajo, Untitled de 1914):
Caso más curioso aún es el de Steven Holl. En su proyecto de ampliación del casino de Knokke-Heist (Bélgica) para el que René Magritte realizó un mural en 1953 (The Ship Which Tells the Story to the Mermaid, El barco que cuenta la historia a la sirena), el arquitecto estadounidense ha partido de dicho cuadro para hacer uno de sus descomunales híbridos (el Sail Hybrid) en el que las velas del barco y el cuerpo de la sirena toman dimensiones arquitectónicas:
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