lunes, 21 de agosto de 2023

Descartes estuvo aquí

 


La Touraine, conocida como el jardín de Francia gracias a su vocación agrícola, es famosa por sus castillos de cuento, a cuál más ampuloso, que, con Versalles, son explicación palmaria de la Revolución Francesa. Sin embargo, acaso no sean más hermosos que las sencillas granjas que, como bodegones de Morandi, hilvanan estas llanuras de horizontalidad recalcitrante que casi parecen más el producto de un tiralíneas de dimensiones cósmicas que de una naturaleza que imaginábamos más azarosa. A cincuenta kilómetros del emplazamiento de esta foto nació Descartes, ese geómetra y filósofo que, cansado de las bizantinas diatribas escolásticas, buscó crear un método de razonamiento más sencillo, y uno se pregunta si el origen de dichos afanes intelectuales y matemáticos no están en la topografía casi artificial de estas tierras ya cartesianas antes que él. El filósofo nació en un pueblecito llamado Le Haye en Touraine en 1596 (en 1967 el nombre se cambió a Descartes en su honor), toda una premonición ya que acabaría mudándose a Holanda, quizá porque había más libertad de pensamiento, más necesidad de sus exactos cálculos geométricos o simplemente porque sus inmensas planicies le recordaban a su tierra. 

Clemens Driessen se define a sí mismo como un "geógrafo cultural". Profesor en la universidad holandesa de Wageningen, especializada en aplicar toda clase de innovaciones tecnológicas al campo de la agricultura, tiene un ensayo de nombre Descartes Was Here. In Search of the Origin of the Cartesian Space publicado en Countryside: A Report de OMA y Rem Koolhaas, libro surgido a raíz de la exposición que el arquitecto neerlandés llevó al MoMA hace tres años. Driessen aporta datos muy interesantes sobre el trabajo de Descartes en Holanda, codo con codo con, según él, su alma gemela Constantijn Huygens, hombre de letras (traductor de Vitruvio y, entre otros, John Donne al holandés), poeta políglota, avezado diplomático y padre de Christiaan, inventor del reloj de péndulo, que sometería a la humanidad a la precisión del orden temporal como la retícula lo había hecho con el espacial, y descubridor asimismo de los anillos y lunas de Saturno. Si hemos de creer a Driessen, la retícula cartesiana, heredada de romanos, griegos, egipcios y demás, sería optimizada por Descartes y Huygens, nuestro dinámico dúo de geómetra y poeta, que la llevarían a la práctica con esmero para el hoy desparecido palacio de Honselaarsdijk (el "Versalles del Norte"), donde no solo se alzaba el tal palacio de rigor sino todo un complejo por supuesto reticular de jardines y huertos en el que se experimentaba con cultivos traídos de las colonias holandesas (todo ello financiado por cierto gracias a un cargamento de plata proveniente de una flota española convenientemente atacada por los piratas de turno). Koolhaas -todos sabemos que el grid es su Santo Grial- abordó a Driessen interesado en la historia de este suntuario complejo agrícola del XVII en su búsqueda acaso obsesiva de un lugar primigenio donde la retícula hubiera tomado forma para, fundiendo naturaleza y artificio, maximizar la producción agrícola. No te voy a dar más la turra con el tema, que luego me salen unas entradas infumables. Si quieres más pues te lees el libro. Además este, al contrario que los precedentes, es de dimensiones mínimas (Rem es una persona de extremos), así que en este caso sí que te lo puedes llevar a la playa. Tiene al final un texto de RK (firma así, en plan falsa anonimización) de título ? en el que ensarta 875 preguntas (aprox) de la más variada índole, te incluyo botón de muestra: "¿Puede una generación refractaria al riesgo lidiar con los grandes dilemas?". De todas formas, si en estos días festivos eres poco proclive a lecturas sesudas, deja que te recomiende  unas muy visuales clases magistrales sobre el poder de la línea y la geometría para ordenar y crear mundos a cargo de Justo Isasi, profesor ya retirado de la ETSAM que no es otro que Focho, el dibujante de Arquitectura Viva. Descartes sale a colación. Verás de lo que es capaz con una simple tiza, una sencillez muy trabajada, una capacidad de conectar ideas simpar y una aristocrática langueur, como si llevara toda su vida viviendo en Chambord. 

Descartes no es la única figura de renombre que pasó por esta bella región que centra el hexágono. Francisco I atrajo a Leonardo da Vinci nada menos regalándole, cómo no, un castillo en la cercana Amboise, donde residió hasta su muerte pocos años después. Allí también yace enterrado. Suya es la bella escalera de doble espiral que se sitúa en el corazón del glorioso Palacio de Chambord. Por rellenar un poco el párrafo, que si no se me queda un poco descompensado con respecto al resto, te diré que Francisco I fue el gran rival de nuestro Carlos V y anduvieron entre guerras y treguas casi toda su vida. El monarca francés fue apresado en la guerra de Pavía y permaneció bajo cautiverio (de lujo) en Madrid. Juan de Urbieta, uno de los soldados que le dieron captura tras ser abatido su caballo tiene pomposa avenida en Donosti (era de Hernani) y más modesta calle en Madrid, si lo sabré yo, que vivo al lado. Creo que puedo ya cerrar párrafo, agradecido siempre por tu paciencia. 

Volviendo a la Touraine, te daré un par de apuntes de interés arquitectónico sobre su capital, Tours. De aquí es nada menos que Víctor Laloux, starchitect beauxartiano de finales del XIX y principios del XX que en París dejó la estación de Orsay (hoy museo impresionista) y en Tours levantó el ayuntamiento, la estación y la basílica de San Martín de Tours en estilo neobizantino para alojar los fatigados restos del santo de la ciudad, brutalmente violentados por hugonotes y revolucionarios. La estación, de potentísima fachada, se enfrenta en diálogo imposible con el Palacio de Congresos de Jean Nouvel, quien empezó aquí a trabajar con sus enormes viseras. Aquí tienen también un recoleto museo de arte contemporáneo, mira tú por donde, Aires Mateus, sí, los de la no-rehabilitación de Alandroal, mucho más respetuoso con el entorno que el edificio de Nouvel. Los hermanos lusos nos dan muestra aquí de nuevo de su gusto por la sencillez formal, los juegos con el vacío (que inspiran la tipografía del museo) y el uso del color blanco, aunque una de las salas de exposiciones está pintada completamente de negro. Acabamos con elucubración, al estilo RK. ¿Estará la espectacular escalera que diseñaron para la universidad de Tournai (proyecto realizado al mismo tiempo que el de Tours) inspirada por la que comentábamos de Leonardo da Vinci en Chambord? 

jueves, 10 de agosto de 2023

Lo que no perece

 


Efectivamente, los autores del escalón indómito (y otras escaleras varias) que te traía en la pasada entrada son los hermanos Aires Mateus, Manuel y Francisco. No sé si habrás tenido tan fácil averiguar qué intervención es esta ya que no la encontrarás en las monografías más conocidas sobre los lisboetas (ni siquiera en la exhaustiva de El Croquis de 500 páginas). Yo la descubrí en la publicada por la editorial portuguesa A+A Books, libro que hallé en Naos, esa librería madrileña en la que acamparía un par de días. Planteada como Guia de Arquitetura más que propiamente una monografía (incluye un útil mapa), se centra en la obra portuguesa del estudio y aunque es pequeña en formato, prácticamente un libro de bolsillo, es ambiciosa en contenido, agavillándose en ella 63 proyectos (algo menos de un tercio de los que el estudio tiene en el país hermano) explicados eso sí en rápidos apuntes y con apenas un par de fotos, la mayoría en blanco y negro. Pero la particularidad que me parece más interesante de esta publicación es que las obras que aparecen han sido seleccionadas personalmente por los propios arquitectos. Hay dos pequeños pero jugosos textos introductorios (donde descubrí la entrevista que Tuñón les hizo para El Croquis: si no tienes la revista como es mi caso te puedes al menos bajar la entrevista desde su web) y un prólogo de nuevo mínimo pero enjundioso a cargo del dúo lisboeta que pronto nos demuestran, como en su obra arquitectónica, sus marcadas dotes poéticas: "Mas um guia, como uma perspectiva do tempo através das obras, é também un ensinamento da capacidade que esse tempo tem de desenhar"

La intervención en cuestión es la rehabilitación mínima que realizaron en el Castillo de Alandroal en el Alentejo donde tienen numerosas obras, así hasta once solo en Grândola (sí, la Vila Morena de la canción revolucionaria), hoy pletórica en arquitecturas últimas de afamados arquitectos lusos acaso por influencia de las vecinas y muy chic playas de Comporta. En Alandroal, Aires Mateus se marcan un Lacaton y Vassal en toda regla, restaurando la fortaleza del siglo XIV lo absolutamente indispensable en plan preferiría no hacerlo (ya hablamos del juego que ha dado en la disciplina la famosa frase de Bartleby, Tuñón tiene también un texto homónimo en CIRCO sobre el tema). Es obviamente una obra menor y sin embargo la han querido presentar en nuestra Guia como representativa de su quehacer. La ruina es sin duda un tema que les toca, todos sabemos que su primera obra relevante, la casa en Alenquer, tuvo su origen en un afortunado accidente: planteada en sus inicios como la reforma típica de una antigua vivienda, fue cuando el nuevo tejado se vino abajo que los hermanos tuvieron la visión de respetar los restos de la antigua vivienda, construyendo la nueva en el interior de la ruina colapsada. Pintadas ambas en el blanco preceptivo de gran número de sus obras, no es fácil distinguir lo nuevo de lo antiguo (también se conservan las ventanas preexistentes, ya tan solo marcos que rodean un vacío fantasmático). El espacio que queda entre ambas construcciones da al parecer mucho juego. Los arquitectos hablan de sentirse en él no entre dos edificios, sino entre "dois tempos de uma mesma construção", vamos, como en Dark. La monografía que AV dedica a los lisboetas ahonda en el misterio y dice que en dicho espacio intersicial se generan "situaciones imprevisibles". La clave por tanto no es lo nuevo ni lo viejo, sino el vacío acaso ominoso que conecta ambas dimensiones temporales. Te enlazo a fotos y te haces idea. Tuñón en su entrevista habla de cómo Aires Mateus juegan con la intemporalidad y remata: "En el fondo preparan sus edificios para en un futuro lejano ser bellas ruinas". En Alandroal mantienen la ruina como decimos apenas sin tocarla, la escalera a la que añadieron el primer escalón es tan insegura que un alarmado cartel nos avisa de que no debemos subirlas ya que la caída es probable (en este punto uno se pregunta, como lo hacíamos con el parque bordelés de Lacaton y Vassal, ¿por dejar la preexistencia casi intacta debemos arriesgar la vida del inevitable descerebrado que se sentirá desafiado por el aviso? ¿Un arreglo en condiciones de dicha escalera no habría incluso mejorado la presencia del castillo? ¿Hasta qué punto dicho escalón solitario no es sino un manifiesto artístico-filosófico de poca utilidad para el que se parta la crisma (la existencia del cartel indica que ya se habría producido algún susto)?). La Guia no cita en este proyecto a los arquitectos, que quizá podrían arrojar luz poética sobre su intervención y habla de "uma operação de modestia". Con todo te incluyo una cita de los arquitectos extraída de la entrevista de Tuñón que nos puede ser útil en este punto y pasamos párrafo: "La ruina siempre es más fuerte, su potencialidad está incompleta, y eso la hace infinita. Nos gusta, como hemos dicho, dejar la arquitectura como posibilidad, inacabada, para que el futuro la vaya ocupando". 

La mencionada entrevista entre Tuñón y los arquitectos hermanos para El Croquis merece comentario aparte. El contenido es realmente interesante, así la pregunta que el madrileño les hace sobre el pórtico de la facultad de arquitectura que mencionábamos en la anterior entrada, que no es otro que el de Tournai -si eres tintinófilo te sonará el nombre, allí está la sede de Casterman, la editorial del aventurero periodista-: ¿Rossi o Venturi? A lo que responden, ecuménicos, que tú mismo; o la relación que Tuñón establece entre los muros excavados de la Casa da Música y los que horadan muchas de las construcciones de los lisboetas, etc. Pero lo que sobre todo nos ha dado que pensar es las múltiples coincidencias que unen a ambos estudios. Tuñón y Mansilla no eran hermanos, pero trabajaban en una consonancia casi mayor que los lisboetas:"Luis Moreno Mansilla tenía un hermano gemelo con el que era fácil confundirlo y un socio fraternal en casi todo diferente..." comienza el bellísimo obituario que le dedicara Fernández-Galiano; siempre se me olvida que Mansilla ya no está con nosotros, pero en las fotos de entrevistador y entrevistados en el estudio del madrileño que ilustran la conversación nos parece sentir la presencia del desaparecido Luis participando en la charla (cuánta tristeza hay en esa fatal asimetría que muestran las imágenes, de esas tres personas que deberían ser cuatro). Ambas parejas trabajaron curiosamente el mismo número de años (diez) con prestigiosos arquitectos que les dejarían marcada huella (los madrileños con Moneo, dirigiendo obras tan importantes como Atocha o la renovación del Thyssen, los lisboetas con Gonçalo Byrne, junto al que diseñaron el proyecto que quedó segundo en el concurso del centro cultural de Belem que a la postre, no sin intenso debate, ganaría Vittorio Gregotti). Mansilla y Tuñón estrenan su primera obra en solitario (el museo de Zamora) en 1998, el mismo año que Aires Mateus fundan su estudio. Solo un año antes se habían conocido, en un encuentro luso-español de arquitectura auspiciado por Moneo y Siza en Lisboa. En 2003 los lisboetas participarían también en el número 131 de CIRCO dedicado, como no podría ser de otra manera, al tiempo, en cuya portada aparece la iglesia de Biet Ghiorgis en Etiopía, excavada sobre el terreno, haciendo acaso alusión a la extracción y al vacío, igualmente señas de identidad del dúo. Cita de rigor: "Esta tentativa de resistencia al paso del tiempo, de supervivencia al curso de la historia, suscita la existencia de una esencialidad primordial y se constituye como hipótesis de intemporalidad o de eternidad que es, de algún modo, la ambición de toda arquitectura". La esencialidad que ellos buscan en las formas arquetípicas (la casa con tejado a doble vertiente) y en el color blanco, vernáculo y moderno a la vez, antiguo y nuevo al mismo tiempo. Y concluyen citando a Marc Augé (volvemos a la ruina):" 'Contemplar una ruina no equivale a hacer un viaje por la historia, pero sí a notar la experiencia del tiempo, del tiempo puro'. Tal vez sea esto lo que nos conmueve y atrae tan profundamente, que desearíamos construirlo desde el principio en ese estado". No procede teniendo en cuenta nuestra epidérmica condición ponernos a comparar las arquitecturas de ambos estudios, pero sin duda sería interesante establecerlas. Acaso la más obvia sería el uso mágico y lírico de la geometría para crear piezas intemporales que a menudo bordean el land art.  

No podíamos terminar sin desvelar uno de los enigmas que planteábamos en la entrada anterior, el que tenía que ver con un importante premio que llevaba el nombre de un poeta (y una cita del mismo poeta a cargo de Fernández-Galiano en la monografía que AV dedicara a Aires Mateus). Es, claro, el principal poeta luso, Fernando Pessoa. Despejada ya la duda que te mantenía insomne por noches sin término deja que le dedique un par de lineas a dos inexplicables misterios sobre el tal galardón. El primero: no entendemos que se concediera sólo a Manuel y no a Francisco; el segundo: los únicos arquitectos que lo han recibido en su historia (que se inicia en 1987) son, aparte de Manuel, Souto de Moura (1998) y Carrilho da Graça (2008). ¿A qué esperan para dárselo a Siza? Por cierto, y ya te prometo que concluyo, te contaré que Pessoa ha sido inspiración para un recientísimo taller artístico (Los recuerdos son siempre geométricos) de Soledad Sevilla nada menos en el Helga de Alvear (sí, el mismo museo de Mansilla y Tuñón del que traíamos fotos hace poco), donde también tiene obra expuesta en una muestra junto a otras artistas. Sevilla ha llevado a Cáceres un conjunto de pinturas que ya presentó el año pasado en Madrid y se inspiran en El libro del desasosiego de PessoaPara el taller en concreto la artista, que gusta, como veíamos en Judd, de la repetición seriada, se inspira en los azulejos cerámicos que recubren las fachadas de los edificios de Lisboa para construir una gran instalación donde los trazados de la geometría son los protagonistas, volvemos pues a las geometrías poéticas y a la repetición acaso obsesiva que nos llamó la atención en la Galería de Colecciones Reales y vemos igualmente en las obras de Aires Mateus. Tendremos también que citarla, que remedio: "Con la utilización reiterativa de la línea intento crear un ambiente mágico, móvil y envolvente, lleno de luz y penumbra". El Kubo Kutxa de San Sebastián (en el Kursaal) albergó hasta hace un par de meses otra exposición suya que de nuevo tenía a Pessoa como fuente de inspiración, Mi propio paisaje, nombre extraído de un poema del autor portugués, Não sei quantas almas tenho. Una de las series de trabajos en dicha exposición llevaba por nombre Arquitecturas agrícolas, que de nuevo nos ha recordado a la fachada de la Galería de Tuñón (sus surcos labrados) y a, cómo no, Koolhaas. Su estudio, en el campo granadino, replica las geometrías presentes en las paredes perforadas de los secaderos de tabaco típicos de la zona. Decir en apunte telegráfico que Sevilla fue en los 60 pionera en el uso de los descomunales ordenadores de IBM entonces alojados en el edificio de Fisac en la Castellana madrileña (todo un alarde tecnológico en sí mismo) para la creación artística, aunque hoy la artista los recuerda por su lentitud y la necesidad de recibir continua asistencia de los expertos del Centro de Cálculo de la Complutense (uno de los cuales quizá fuera José Miguel de Prada Poole, el arquitecto pionero en estructuras neumáticas que se convertiría en su cónyuge). Se le considera también la primera artista española en crear una instalación, en las fachadas del MIT nada menos, en 1980 mientras disfrutaba de una beca en Harvard. Sevilla, valenciana, ingresó el año pasado en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos con un discurso que tituló Lo que no perece. 






miércoles, 2 de agosto de 2023

Colisiones (3)

 


Esta imagen la coge por banda Santiago de Molina, experto en escaleras entre otros elementos o J. J. Parra Bañón, insuperable poniendo pies a sus fotos descalzas y te hacen entrada de rompe y rasga. Nosotros, meros aficionados, nos pondremos bajo su advocación y haremos lo que buenamente podamos. 

Sorprende no me digas este escalón huérfano todo blanco él. ¿Será el blanco moderno, el vernáculo o el minimal? ¿Pudiera ser los tres a la vez? Qué difícil es esto de la modernidad. 

Emilio Tuñón, sí, el de la galería de Colecciones Reales, entrevistó a los arquitectos de este escalón rebelde, de los que dijo que sus arquitecturas "están hechas de poesía y nada". 

Es quizá por ello que en 2017 recibieran un premio con el nombre del poeta más prestigioso de su país, quien en uno de sus poemas dejó dicho que las aristas le miraban fijamente y las paredes lisas le sonreían, versos que parecen pensados ex profeso para nuestros arquitectos. La cita la descubro en un artículo escrito por el mismo caballero para el que Emilio Tuñón, sí, el de la galería de Colecciones Reales, hizo la laudatio en su reciente despedida profesional. 

En la justificación del poético premio previamente referido se dice:" En la restauración de edificios es raro que provoque rupturas pero no cede al mimetismo fácil, consiguiendo establecer una continuidad entre pasado y presente", algo de lo que el escalón albo es ejemplo palmario

Son arquitectos muy arraigados en su tierra pero en un país multicolor, donde se esconde un espectro patrio que de pronto ha recobrado vida tipo Shakespeare, erigieron una facultad de arquitectura en la que, acaso como símbolo máximo de la disciplina, diseñaron un marco con tejado a doble vertiente tipo Rossi pero vaciado (tipo Oteiza), rasgos recurrentes en su obra.

Aunque suizos no son, frecuentan el país helvético para impartir clases en una universidad en la que coinciden (colisionan acaso) con Valerio Olgiati, también profesor allí y autor del libro Non-referential architecture, que parece (no lo he leído, aunque conozco perlas en él del calibre de "un edificio existe solo para sí mismo") promover justo lo contrario de lo que defienden nuestros misteriosos protagonistas, que suelen buscar con ahínco una arquitectura esencial de formas básicas (en el escalón paralelepipédico de hoy acaso pueda resumirse toda la modernidad heroica). Quién sabe (se viene ocurrencia-sandez, quedas avisado) si la villa que para sí se hizo Olgiati en el país de nuestros arquitectos y para más inri en la misma región donde han construido numerosas casas, no es un solapado ataque a la casa arquetípica, y a nuestros protagonistas de paso, con su tejado como reventado tras implosión, cual tapas abiertas de una monumental caja de cartón. 

¿Adivinaste ya los autores de este escalón último? Con las generosas pistas no tendrás difícil salir airoso de la prueba. Nosotros nos despedimos ya no sin desearte un merecido descanso veraniego.