domingo, 3 de noviembre de 2019
Vente a Marte, Pepe
Hasta el 23 de febrero puedes ver en el Museo del Diseño de Londres una exposición de nombre Mudarse a Marte. Para la muestra se han diseñado habitáculos y mobiliario (creados por impresoras 3D), se expone un Mars Rover, el pequeño vehículo todo terreno que se mandó a Marte para recoger muestras de la superficie y hacer fotografías, se ha creado una fragancia marciana que acompaña al visitante con un olor según cuentan como a mosto seco y diferentes artistas y diseñadores han planteado propuestas ad hoc. Así, la empresa Hassell explica cómo se construirían las viviendas: en primer lugar una legión de robots levantarían las cáscaras protectoras (impresas en 3D in situ) y más tarde los habitáculos inflables que acogerían a los astronautas se insertarían en su interior (este video te lo explica mejor). Que conste que Foster ya tuvo esta idea. Alexandra Daisy Ginsberg propone a su vez colonizar Marte con plantas y bacterias resistentes que vayan dando una fisonomía menos agresiva al planeta (The Wilding of Mars lo llama). Un tal Christopher Raeburn ha diseñado incluso una línea de ropa y accesorios apta para lucir estilismo en el planeta rojo. Sin embargo parece que el comisario de la muestra no ha tenido a bien incluir algunas de las imaginativas ideas de Ridley Scott para Marte, la película que mucho nos tememos ha puesto el planeta de moda llevando al futuro la investigación que empezara la NASA en 2001 con la misión Odyssey (a la que puso música Vangelis). Por cierto que Rowan Moore reseña la exposición londinense en The Guardian sin demasiado entusiasmo, para finalizar citando el Contra natura de Huysmans: en dicho novelón crepuscular su protagonista se dispone a viajar a Londres desde París. Como preparación cena la noche anterior en un restaurante inglés en el que comen no pocos británicos, su tez de un rojo intenso al calor de los chuletones y el alcohol con el que generosamente los riegan. Al salir, una densa niebla y una pertinaz llovizna cubren la capital gala. El protagonista se percata entonces de que ya ha experimentado de manera suficiente a las gentes y el clima inglés así que decide ahorrarse el viaje, tal y como, señala Moore, deberíamos hacer nosotros con Marte.
Lo del planeta rojo será contra natura, pero lo está petando. Ahora resulta que en Madrid, un espectáculo de nombre Desafío total. Mueve tu culo a Marte, así mismo como lo oyes (digno heredero de los de Coney Island), te propone una experiencia de cine inmersivo, algo así como una mezcla de película y performance teatral con participación activa de los espectadores, que reproduce la conocida película de Paul Verhoeven. En la añeja (y hoy ya petarda) cinta, basada en un relato de Philip K. Dick, Schwarzenegger recibía implantes falsos de memoria que le permitían viajar virtualmente a los destinos más exóticos. Recordamos también, entre otros enloquecidos momentos que son santo y seña del director de Showgirls o Starship Troopers a una tremenda Sharon Stone pre-Instinto Básico repartiendo mandobles a mansalva y dejando al mismísimo Arnold postrado con certeros golpes, y todo ello mucho antes del Me Too y (algo menos) de aquello de que Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Tienes más información del evento marciano-madrileño aquí.
Todas estas crónicas marcianas, que diría Bradbury, te parecerán algo freak, pero que sepas que hay gente que se lo está tomando muy en serio. En Los Emiratos Árabes Unidos se está desarrollando el proyecto Mars 2117 que se plantea como objetivo construir en un plazo de cien años una colonia humana en el planeta rojo. A tal fin se ha ideado la Mars Space City a las afueras de Dubái, una ciudad que incorporará una gavilla de cúpulas interconectadas con diseño de BIG (quién si no) que reproducirán las condiciones de vida marcianas.
Marte se está convirtiendo en la nueva frontera, esperanza acaso para tantos oprimidos de opereta que se sienten incomprendidos en estados que juzgan represores. Quizá en el planeta rojo encontrarían acomodo todos esos descontentos de cuento que podrían fundar al fin la famosa república independiente de su casa en la que hacer lo que te venga en gana sin depender de nadie (el sueño burgués); la pena es que incómodo iba a ser un rato. Y es que no se puede tenerlo todo. O sí. Antonio Muñoz Molina dice que hay un lugar en el mundo donde se puede. No te lo pierdas.
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