Sé que cientos, acaso miles de mis seguidores no habrán podido dormir carcomidos por la pregunta que planteaba en la anterior entrada. Acabó la espera, sufridos lectores: Se trata del estudio de Tadao Ando en Osaka, puedes ver más fotos en Designboom. A ver, no era tan difícil. Había varias pistas bastante concluyentes, a saber: 1) La profusión por doquiera de cemento descarnado, marca de la casa, del que somos fans entregados; 2) Las líneas rectas, no menos típicas del arquitecto japonés. Es cierto que hay un rénder o foto de un proyecto en la pared en forma de anillo, pero esa es la pista falsa, o bien la excepción que confirma la regla: puede que se trate del Benesse House Oval, un complejo de varios edificios que incluyen un museo y un hotel en el parque natural de Setonaikai; 3) Fíjate en las banderas estadounidenses enmarcadas y en la frase que puedes leer debajo: "1980, 50 aniversario del museo Whitney": se refiere, claro está, al antiguo, el de Breuer. ¿A quién sino a Ando podría entusiasmarle? 4) Hay libros y un jarrón con caracteres japoneses; 5) Pero como te indicaba en la entrada anterior, la pista derfinitiva son las botas de boxeo (además se ve un guante colgado en la parte superior de la foto), pues Ando fue boxeador antes que arquitecto (autodidacta), menuda combinación. Preguntado por Michael Auping sobre el particular, Ando responde: "Son dos mundos distintos; la arquitectura pertenece al reino de lo creativo y el boxeo al de lo puramente físico. Lo único que puedo decir es que en el boxeo tienes que ser valiente y asumir algunos riesgos, siempre dando un paso más hacia el lado de tu adversario. Debes arriesgarte moviéndote hacia una zona peligrosa para aprovechar plenamente tus habilidades y acabar ganando la partida. En arquitectura, crear algo -no sólo construir, sino crear algo- también requiere valor y riesgo, moverte hacia áreas no tan conocidas, dar un paso más hacia delante. Si te quedas en tu estilo de vida cotidiano, sólo construyendo edificios sin pensar por qué los construyes y sin cuestionarte a ti mismo, entonces no necesitas valor". Ahí queda eso.
Mucho ruido y pocas nueces |
Esto seguro que sí lo conoces. Vamos, lo conoce hasta el tato. Desde que por primera vez salió en The Guardian no ha habido medio español, sea prensa o televisión, que no haya aireado el reconstruido torreón gaditano. Seguro que la ascética intervención, recomponiendo aristas y ángulos rectos de la ajada torre con valentía torera, es del gusto de Ando. Su autor, Carlos Quevedo, comparte también con el arquitecto boxeador el haber recibido más palos que una estera por su trabajo, del que se ha mofado hasta el NYT, que ya es decir, donde lo comparan con la restauración del Ecce Homo de Borja. Las explicaciones de Quevedo, la verdad, no es que ayuden mucho: la reconstrucción según él "permite la lectura de la unidad arquitectónica. De la misma forma el cajeado superior delimita sus fases constructivas realzando los remates almenados originales que permanecían ocultos tras su superposición estratigráfica". Lo voy pillando hasta que llega a lo de la superposición estratigráfica. Y es que hay que ver qué peligro tiene trabajar con las preexistencias. Lo avisa, con palabras que parecen escritas para nuestro frankensteiniano castillo, Santiago de Molina en Múltiples estrategias de arquitectura: "Trabajar con fragmentos, como acariciar vidrios rotos, es peligroso. Como destellos oscuros suelen cegar no solo al lector, sino al propio hacedor, que enamorado de la forma pierde fácilmente los ojos dándoles un valor que no tienen o un lugar que no les corresponde". Tiene también guasa que una de las frases más celebres del otro Quevedo sea: “Más fácilmente se añade lo que falta que se quita lo que sobra”... En fin no somos quién para juzgar esta remodelación a las bravas, baste con decir que tanto ruido nos parece exorbitado y que nos alegramos de que le hayan dado un recóndito premio internacional (el Architizer), lo que quizá evite, siguiendo con los símiles pugilísticos, que nuestro sonado arquitecto acabe sonado del todo tras semejante ensañamiento global. Para mí que el verdadero problema del remodelado castillo de Matrera es su descomunal visibilidad. Presuntas barrabasadas iguales o peores hay en España y allende nuestras fronteras, pero pocas tan descaradamente visibles.
Industrial chic |
La extensión del Museo Nacional Suizo, un "leviatán de cemento" |
Creo que fue el jueves pasado cuando Hernando, ese portavoz con un punto de monologuista de Club de la Comedia, endosó a Iglesias un directo a la mandíbula soltándole que tenía la cara de cemento armado. Y ese mismo día, lo que son las cosas, recibía en casa el último Arquitectura Viva con una contudente (y, en mi opinión, bellísima) portada: una pared de cemento a cargo del estudio germano Meili Peter (primera noticia también). Con el título de Abstracción Material, el número da cuenta de un muestrario de soberbios ejemplares arquitectónicos (el Kunstmuseum de Basilea que acabo de mencionar incluido) donde el hormigón desnudo manda. Luis Fernández-Galiano, arquitecto (y boxeador) de la palabra, abre la revista haciendo un pequeño manifiesto ético y estético a favor del crudo cemento parafraseando a Gil de Biedma: "Como bien utilitario e instrumento social de precisión racionalizadora, quizá la arquitectura demanda, al igual que el lenguaje, un esfuerzo de desnudamiento radical y de eliminación de los superfluo (...). Estas arquitecturas ásperas y austeras, grávidamente materiales y despojadamente abstractas, son manifiestos estéticos, pero también expresión de posiciones morales, porque los tiempos reclaman un lenguaje llano que practique la cortesía de la claridad, que muestre su depuración artística con la elegancia seca de sus fábricas, y que alcance su condición esencial a través de su naturaleza desornamentada". Así sea.
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