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Meme(z): Fallera imperial apatrullando el Cabanyal |
Hoy toca entrada petarda, estás avisado. Hace poco se celebraron las Fallas, y nosotros desde
AÚ queremos unirnos a la celebración subiendo a la cabecera una impactante foto de dos souvenirs que me traje recientemente de la tierra de las flores, de la luz y del amor. Por un lado un especie de pequeño decorado desplegable representando las coloridas casas en vías de extinción del popular barrio de
El Cabanyal, y por otro una creación, puro mestizaje cultural, de Lulu Monster, artista local al que tuve oportunidad de conocer en un variopinto local que alojaba diversas tiendas y con el que tuve la ocasión de desternillarme de la risa al hilo de su
Fallera imperial (le sugerí como más potente el nombre de
Fallera Stormtrooper), las cosas de la política valenciana, las de Calatrava, y tal. Como quiera que en el decorado de El Cabanyal aparece (a la derecha en la foto) un bar que se llama Imperial, decidí aunar felizmente ambos souvenirs. Son esas sorprendentes coincidencias surreales que demuestran que existe una fuerza superior, y que tiene un sentido del humor que lo flipas.
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Falla neoyorquina |
Hablando de Calatrava (y las Fallas) no podemos dejar escapar la ocasión de comentar livianamente su última obra estrenada el jueves en Nueva York: un intercambiador de transportes en plena zona cero que ha recibido, cómo no, feroces críticas por su coste, 4.000 millones de dólares de dinero público (!!), un 70% más de lo previsto, a lo que se une un retraso de siete años en su ejecución. Michael Kimmelman, crítico de arquitectura del
NYT, lo pone a caldo, y habla, desde el mismo titular, de
boondoggle, exótica palabra que desconocía y que significa despilfarro (se da un aire fonético a nuestra
tongo). Añade con razón que el diseño está más visto que el tebeo en otros edificios del valenciano (menciona Lyon y Milwaukee, a lo que podríamos añadir Bilbao), y que le recuerda a un
Pokémon, para acabar con este comentario demoledor:
"El señor Calatrava ha dado a Nueva York algo por sus miles de millones. Pero si la moraleja que podemos extraer de este proyecto es que los arquitectos necesitan carta blanca, un cliente banal y sumiso, y una chequera abierta para crear un espectáculo público, entonces el intercambiador es un desastre para la arquitectura y por las ciudades". Nosotros eso ya lo sabemos hace tiempo.
El edificio tiene además una forma inquietante, como un ave con un ala mutilada que intentara volar en vano, quizá una velada referencia al 11-S. De pronto me ha recordado a la investidura fallida del viernes. Señor, si es que no remontamos vuelo. Mi contraria, historiadora y nada de derechas, viendo los bochornosos rifirafes, soltó que aquí para ponernos de acuerdo necesitaríamos otro 23-F. Virgen Santa. En fin, en este país de fallas, valencianas y tectónicas, al menos la no-investidura nos ha enseñado que esto ya no es tanto cuestión de izquierdas o derechas, emergentes o viejos, corruptos o puros, como de arquitectos o dinamiteros.
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