martes, 29 de marzo de 2016
El andamio poeta
Pues no, hoy no te traigo un edificio esplendente sino un humilde andamio. Eso sí, no es un andamio cualquiera, sino uno con vocación poética e incluso filosófica, algo inusual en elemento tan prosaico. Te transcribo el mensaje que desde las alturas nos deja esta singular estructura:
"Hola,
soy un andamio.
Me han puesto aquí
para poder cubrir
esta obra.
Dicen que las obras
molestan y son feas.
Pero las obras son
sobre todo proceso,
camino, búsqueda.
Soy muro, aunque
puedo ser también
ventana. Y contarte
lo que está pasando
aquí adentro.
Que es mucho
e importante.
En la vida lo importante
siempre sucede
en el camino
y adentro.
Eso lo aprendí
como andamio".
Casi nada. Bien está reivindicar estas humildes excrecencias a menudo escondidas tras enormes anuncios o acolchados forros que evitan que te dejes las endodoncias mientras te empeñas en caminar consultando el móvil. Andamio es el médico o el maestro, las madres y no pocos abuelos. Y no te rías, porque más temprano que tarde acabarás necesitando uno.
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