Volvemos a Essex... |
Día cuatro.
Los cuatro solitarios peregrinos desayunan en el templo laico bajo la advocación de Julie Cope cuando aún está por amanecer y fuera caen chuzos de punta. Sus caras denotan hastío y agotamiento. Han mira embelesado la escultura de la mujer que preside la sala.
-"Es curioso, representan a la mujer esta, ¿cómo se llamaba? ¿Julia?, embarazada, tanto aquí como en los azulejos que cubren la casa y en la figura plateada sobre el tejado".
-"Es como una venus prehistórica" apunta Amidala, "es el símbolo de la mujer, un ser mágico e inescrutable capaz del milagro único de dar vida".
Se produce un silencio anonadado sólo acompañado por el fragor de la lluvia golpeando los cristales.
-"¿Y quién ayudó al artista, que, a mí que no me digan, está algo pirado, a levantar esta casa?", pregunta finalmente Obi-Wan mientras juguetea con una loncha de bacon.
-"El estudio de arquitectura FAT. Ellos y Perry son tal para cual. Alain de Botton, el fundador de Living Architecture, que es como una cadena de minihoteles singulares para que la gente aprecie la arquitectura más actual, tuvo buen ojo al emparejarlos", Amidala busca en su móvil y les enseña fotos de sus edificios, de un posmodernismo desaforado, como pensados exclusivamente para ilustrar coffee table books. "Es curioso, este hotel ha sido su última obra tras más de veinte años juntos, se han separado no hace mucho".
-"No me extraña, a ver quién les va a contratar después de esto".
-"Pues uno de ellos, Charles Holland, está diseñando otro hotelito para Alain de Botton. Mira, aquí tenéis una foto del arquitecto".
-"¿Y quién es la mujer?", pregunta Luke, sin mucho interés.
-"Pues Julie", responde, divertida, Amidala.
-"¿Pero no habíamos quedado que la tal Julia era una invención?"
-"¿Y que estaba muerta?"
-"Es Grayson Perry disfrazado de Julie...". Los cuatro se descoyuntan de la risa.
Ya ha amanecido pero sigue lloviendo a cántaros. Enormes nubes negras cruzan veloces sobre el amplio estuario del Stour, un poco más allá el Mar del Norte se adivina intratable. El temporal ha convertido al cuarteto en presos del hotel, que ha devenido la casa de la bruja de Hansel y Gretel. Y por si fuera poco la Fuerza no les acompaña. Tras tres días de complejas argumentaciones que ha menudo acababan en broncas disputas a cara de perro, están en punto muerto. Las noticias de España tampoco ayudan. Han ve con estupor cómo los de su propio partido le mueven la silla a Pantera Rosa, ahora que es cuando más necesita que cierren filas en torno a él. Y Obi-Wan contempla cómo Toro Salvaje, ensimismado en su laberinto, se reúne con el resto de los dirigentes en La Moncloa en inanes encuentros. Le crispa los nervios que la reunión con Pantera Rosa apenas durara media hora, mientras que la que sostuvo con Nacido Libre, obviamente la más inútil de todas, ocupara casi dos horas en las que Toro Salvaje, en plan abuelo cebolleta, se dedicara a desgranar historias trasnochadas sobre la Transición. Pero si hasta el Gato sobre el Tejado de Zinc Caliente, tan espídico y proactivo él, había salido de su reunión como aletargado, seguro que contagiado de la exasperante pachorra del gallego. ¿Pero es que ya nadie recuerda los equilibrismos que hubo que hacer en la Transición? Las sucesivas mayorías absolutas han atrofiado el músculo político español, ya de por sí poco lustroso por razones obvias.
-"Mirad, no me pienso quedar sin vacaciones de Navidad para nada", habla Luke, tras un nuevo silencio interminable. "Si Vangelis está colaborando con un rapero, no me puedo creer que no se pueda formar gobierno en España. Para empezar, al carajo con las líneas rojas".
-"Tú mismo", le dice, desfondado, Han. Obi-Wan y Amidala, absortos en sus móviles, ni siquiera dan señales de vida.
-"Estamos todos de acuerdo en que lo más probable es una coalición de Pantera Rosa y Nacido Libre, una vez que éste, en una filigrana lingüística de las suyas, se guarde el referéndum catalán para otra ocasión más propicia (o viceversa, se podría pactar un referéndum en el marco de la Constitución). Pero por un momento pensemos que los podemitas, por falta de cintura política o porque al fin y al cabo son los nuevos nacionalistas (¡pero si son los más votados en el País Vasco!), se nieguen en redondo. O que Pantera Rosa no quiera ser rehén de los independentistas catalanes (solo con Nacido Libre tampoco logra la mayoría absoluta). Entonces, ¿qué?
-"¿Otra vez?", Han bosteza sonoramente. "Ya hemos dado tropecientas vueltas a esto".
-"Entramos en bucle de nuevo", dice Amidala sin levantar la vista de su móvil.
-"Vale, Pantera Rosa optaría probablemente por negarse a la famosa coalición a tres bandas, pero ¿y si no lo hiciera?"
-"¿Y si los cerdos volaran?"
-"¿Te das cuenta, Han, de que ante unas nuevas elecciones, los de Nacido Libre pueden dar la campanada, cepillándose a los tuyos como se cepillaron a IU? Lo mismo ese afán de marcar líneas rojas responde a una estrategia de partido dirigida a forzar un nuevo plebiscito".
-"Qué miedo nos tenéis", ríe Amidala. "Todos contra nosotros, siempre la misma historia".
-"Y os encanta", entra Obi-Wan. "No me lo niegues, vuestro sitio es mucho más las trincheras que cualquier gobierno. Os va el romanticismo decimonónico, en plan Lord Byron luchando por la independencia de Grecia, no el día a día burocrático. Juego de Tronos frente a Borgen. Y una cosa más, Pantera Rosa puede volverse hacia Toro Salvaje in extremis al ver cómo los barones más granados de su partido le quieren largar a la primera de cambio".
-"Venga, va, que me tenéis harto", espeta Han, "hagamos ciencia-ficción, imaginemos que Pantera Rosa se lo piensa y vuelve a hablar con Toro Salvaje (en riguroso secreto, por supuesto). ¿Qué le ofreceríais?"
-"Pues, la verdad, no creo que mi jefe tuviera inconveniente en quitarse de enmedio y poner a Soraya en su lugar", reflexiona Obi-Wan. "Le veo cansado, y siempre ha sido una persona de partido".
-"No sería bastante", le corta Luke, "Pantera Rosa no daría semejante paso (casi suicida) si no se le ofreciera algo mucho más jugoso".
-"¿Qué?", preguntan al unísono los otros tres, al fin interesados en la conversación.
-"Un presidente de consenso de centro (muy de centro) y un reparto al 50% de los ministerios dejándonos a nosotros uno o dos de consolación. A Nacido Libre (a él solo, no a sus comparsas) también habría que ofrecerle alguno, pero tranquilo Obi-Wan, que no aceptarían".
Frank, la tormenta que azota las islas británicas, rola con fuerza desmedida hacia el norte. Los plácidos parajes que convirtieron a Constable en pintor se tornan terroríficos con la furia de los elementos. Un destartalado dos caballos pugna por avanzar en medio del lodazal que no hace mucho era una mansa carretera. El solitario hotel parecería que va a acabar engullido por una vegetación que se cimbrea ingobernable en el viento. Los cuatro peregrinos no son conscientes de tamaño desatino meterológico concentrados como están en su probablemente inútil trabajo. Tres días más tarde el mismo taxi que les trajo vuelve al hotel. Apenas llueve ya. A un toque de cláxon el cuarteto sale con sus maletas. La mujer lleva unas flores en la mano, que deposita en la tumba (ficitica, claro está) de Julie Cope, en el jardín de la casa. Los demás la acompañan en respetuoso silencio. Uno de ellos (parece Obi-Wan) entrega algo al taxista. Los cuatro se agrupan frente a la casa, abrazados, y el taxista, tras darles algunas indicaciones, hace la foto. Tras cargar el equipaje en el maletero, el coche se aleja renqueante. La casa para Essex vuelve a quedarse sola.
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