-Si, por ejemplo cuando hicimos el colegio en Ranelagh sabíamos que no se había levantado ningún edificio nuevo en ese lugar en los últimos ciento cincuenta años, y que el colegio sería el primero. Así que lo que intentamos fue que la escuela pareciese anterior a todo lo demás, más arcaica incluso. Esa impresión es perfecta, el sentimiento de arquitectura invisible llevado al extremo. Es estupendo cuando llega a percibirse que la obra pertenece al lugar.
-John suele emplear el término "extrañamente familiar" con este sentido: cuando algo parece familiar pero hay algo que es un poco extraño, diferente. No queremos que las cosas simplemente desaparezcan; queremos que parezca que siempre han estado ahí como ellas mismas, más que como una réplica de su contexto.
-¿Podéis explicarlo un poco más a fondo?
-Nos gusta que nuestros edificios parezcan antiguos -y no quiero decir viejos, sino arcaicos, incluso arquetípicos- y en este sentido, pensamos que los edificios antiguos son "nuevos". Cuando ves un edificio antiguo ahora, hay que recordar que un día fue nuevo. Por eso, no consideramos que el mundo está lleno de cosas viejas y nosotros vamos a poner algo nuevo. Es que todo fue "nuevo" cuando era nuevo, y algo bueno permanece nuevo. El Panteón de Roma es el edificio más nuevo del mundo, porque nunca se ha quedado anticuado, ya que conserva ese sentimiento de sorpresa y se mantiene aparte, más allá de sí mismo." (Laura Fernández Suárez, Un diálogo dublinés: las palabas clave en AV 182; entrevista a los arquitectos Sheila O´Donnell y John Tuomey del estudio O´Donnell+Tuomey).
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