sábado, 30 de enero de 2016

Lo nuevo y lo viejo


"-Creo que vuestras obras transmiten en el visitante la impresión de que siempre han estado ahí, aunque se advierta que son nuevas. ¿Esto tienen que ver con no seguir las modas?
-Si, por ejemplo cuando hicimos el colegio en Ranelagh sabíamos que no se había levantado ningún edificio nuevo en ese lugar en los últimos ciento cincuenta años, y que el colegio sería el primero. Así que lo que intentamos fue que la escuela pareciese anterior a todo lo demás, más arcaica incluso. Esa impresión es perfecta, el sentimiento de arquitectura invisible llevado al extremo. Es estupendo cuando llega a percibirse que la obra pertenece al lugar. 
-John suele emplear el término "extrañamente familiar" con este sentido: cuando algo parece familiar pero hay algo que es un poco extraño, diferente. No queremos que las cosas simplemente desaparezcan; queremos que parezca que siempre han estado ahí como ellas mismas, más que como una réplica de su contexto.
-¿Podéis explicarlo un poco más a fondo?
-Nos gusta que nuestros edificios parezcan antiguos -y no quiero decir viejos, sino arcaicos, incluso arquetípicos- y en este sentido, pensamos que los edificios antiguos son "nuevos". Cuando ves un edificio antiguo ahora, hay que recordar que un día fue nuevo. Por eso, no consideramos que el mundo está lleno de cosas viejas y nosotros vamos a poner algo nuevo. Es que todo fue "nuevo" cuando era nuevo, y algo bueno permanece nuevo. El Panteón de Roma es el edificio más nuevo del mundo, porque nunca se ha quedado anticuado, ya que conserva ese sentimiento de sorpresa y se mantiene aparte, más allá de sí mismo." (Laura Fernández Suárez, Un diálogo dublinés: las palabas clave en AV 182; entrevista a los arquitectos Sheila O´Donnell y John Tuomey del estudio O´Donnell+Tuomey).

domingo, 24 de enero de 2016

Ancha es Castilla (y 2)


Añadidos de cuidado
Pues seguimos con el castillo de Castillo de Garcimuñoz, valga la redundancia. Ya comentamos que en él vivió sus últimos años Don Juan Manuel, cansado ya de intrigas palaciegas y luchas de poder y allí compuso sus obras más señeras, destacando por supuesto El Conde Lucanor (1335), un compendio de enxiemplos en forma de entre 49 y 51 cuentos de variadas influencias (relatos orientales, Esopo, la Biblia) que pretenden moralizar deleitando y pensados para un público amplio (estaban escritos en romançe y no en latín y con un lenguaje cuidado pero sobrio). En estas características, así como en su formato de historia-marco, El Conde Lucanor recuerda al Decameron de Boccaccio, escrito trece años después (aunque este de moralizante tiene poco, por allí ya se barruntaba el Renacimiento) y a los Cuentos de Canterbury de Chaucer, al menos cincuenta años posteriores. Uno de los cuentos de El Conde Lucanor (el XLI) tiene cierta enjundia arquitectónica que tiene que ver con lo que te quiero contar hoy (nosotros y nuestra vocación transversal, a ver, un poco de paciencia, que al final siempre llegamos a la arquitectura aunque sea por los pelos). El conde comenta a su sabio ayo Petronio que ha introducido algunas innovaciones en el arte de la cetrería que sólo le han traído la mofa de sus amigos por considerarlas de nula importancia. Petronio entonces le relata el enxiemplo del rey árabe de Córdoba Alhaquen, quien asistiendo a una velada musical en la que se tocaba un instrumento de nombre albogón (una especie de flauta), decidió que mejoraría su sonido si se insertara un agujero más en él, como así sucedió. La noticia se extendió pronto entre la población, que se mofaba del invento nimio del rey, y siempre que querían referirse a una mejora de poca monta se referían a ella como "el añadido de Alhaquen". Enterado el susodicho del escarnio al que era sometido por sus súbditos, decidió hacer un añadido que pasara a la historia y terminó la entonces inacabada mezquita de Córdoba, con lo que se ganó, ahora sí, el elogio unánime de los cordobeses. La arquitectura y el poder...

 Y así llegamos como te digo al meollo, al fin, de la entrada. Y es que al castillo de Don Juan Manuel le están haciendo una suerte de añadidos de pinta alienígena, a cargo de la arquitecta Izaskun Chinchilla, que no podíamos dejar de comentar. El tema de la intervención en edificios preexistentes es, como sabemos, bien complejo de encarar. Debe ser difícil para un arquitecto que se siente moderno y singular no dejar su sello, y hay que ser muy humilde (o estar ya de vuelta de la fama) para no caer en la tentación: véase la ampliación del Banco de España en Madrid de Moneo, imposible de distinguir de la original. El siguiente paso está en realizar una intervención también respetuosa pero dejando que se note la mano del arquitecto, algo así como una actualización cuidadosa. Ahí estarían, entre muchas otras, las obras de Chipperfield en el Neues Museum, Zumthor en el Museo Kolumba, Scarpa en Castelvecchio o Witherford Watson Mann en el castillo Astley, premio Stirling 2013. Y luego llega el arquitecto que  piensa que la modernidad debe dejar su huella bien marcada, porque ella lo vale, y ahí la hemos liado parda. Francisco de Gracia lo expresa así en el Arquitectura Viva 162: "Durante la pasada centuria se produjo una aceptación incondicional del mito de la novedad, según el cual lo nuevo se justifica por el mero hecho de serlo, incluyéndose en esa apreciación también componentes morales". Aun así el autor defiende una "modernidad posible", en la que exista una "equilibrada conjunción morfológica entre lo nuevo y lo viejo, preservando sin conflicto las respectivas identidades". Fácil de decir, pero qué difícil de llevar a cabo.

Si buscas información sobre la actuación de Chinchilla en Garcimuñoz (que consiste en pocas palabras en volver a insuflar vida al castillo dándole variopintos usos culturales según un proyecto financiado por el estado con unos tres millones de euros), verás que, como era de esperar, la recepción por parte del público local no ha sido nada entusiasta. En artículos y blogs se califica al proyecto de "marcianada", "arquitectura friki", "construcción poligonera" y otras lindezas del estilo (una crítica que se une a menudo a una reivindicación nostágica del poder perdido de Castilla, otrora poderoso reino y ahora comunidad seccionada y despojada de su más rica joya, la capital del estado). Es poco probable que Chinchilla acabe, como Alhaquen, siendo alabada por los parroquianos (hay que reconocer que las fotos de la obra en el interior del castillo como mínimo impactan). ¿Y qué dice la arquitecta al respecto? En su web habla de una intervención ortográfica a base de piezas arquitectónicas que sirven para realzar y distinguir los diferentes componentes del castillo (que empezó siendo alcazaba árabe y en el siglo XV, tras Don Juan Manuel, fue nuevamente renovado por Juan Pacheco, marqués de Villena y adelantado mayor de Castilla; súmese a ello que en el XVIII se construyó una iglesia en su interior y por si fuera poco llegaría a alojar hasta un cementerio, vamos, un galimatías arquitectónico). Chinchilla inisite, probablemente consciente del impacto de su intervención, que las piezas que incorpora son completamente desmontables y que su implante es completamente sostenible.  A su vez, uno de los objetivos del programa es conseguir atraer público al recinto teniendo cuenta la cercanía de la A-3 (o sea, se busca un mini efecto Guggenheim, con lo cual el efecto llamada mediante una arquitectura impactante tendría cierto sentido; hay que tener también en cuenta que el proyecto es anterior a la crisis). A Chinchilla no la conocía más que de nombre y de otra intervención también bastante estrafalaria (pero de nuevo con un componente reivindicativo muy interesante) en Nueva York, así que me puse a ver el primer video que me apareció en Google (este en el que habla sobre el futuro de la ciudad), y la verdad es que si consigues no distraerte con su peculiar estilismo, parece tener ideas realmente originales y muy avanzadas aunque utópicas e irrealizables, da la sensación de ir muchos años por delante (seguramente demasiados).

Hasta pronto, Castillo de Garcimuñoz
En fin, no soy quién para dar un veredicto sobre esta arriesgada intervención en lugar tan colmado de memoria histórica y literaria (se me olvidaba contarte que a las puertas del castillo moría combatiendo en 1479 Jorge Manrique, el poeta guerrero autor de Coplas a la muerte de su padre). Evidentemente Chipperfield habría hecho una rehabilitación con muchos más adeptos, pero no habría costado tres millones de euros sino diez veces más como mínimo teniendo en cuenta el ruinoso estado del castillo. Por otra parte, digo yo que en algún momento la modernidad más cruda que refleje nuestro mundo caótico, fragmentario y a menudo absurdo ("el vértigo y la náusea de los abismos de la razón moderna", que decía Fernández-Galiano en aquel apocalíptico Arquitectura Viva 169)  tiene también derecho a hacer su aparición reflejada en el ámbito arquitectónico. Chinchilla ha aplicado una terapia de choque brutal al castillo de Don Juan Manuel, le ha enchufado un desfibrilador que lo devuelva a la vida por las bravas, sumando a las múltiples capas de la añeja construcción otra que refleje un espíritu radicalmente moderno. Y quién sabe, quizá en una de esas sonrisas del destino tan en boga acabe siendo, como el añadido del rey cordobés del cuento, querido por el público local. También el monstruo de Frankenstein posee una secreta belleza (o eso dice Santiago de Molina).

domingo, 17 de enero de 2016

Ancha es Castilla

Arquitectura ¿última?
Pues sí, hoy vamos a ser algo menos últimos que de costumbre (en principio) y en un despeine nos vamos a ir al siglo XIV.  Si eres mesetario como un servidor, la próxima vez que vayas en busca del Mediterráneo por la A-3, fíjate en un desmadejado castillo que, sobre un pronunciado promontorio, vigila ya sin ímpetu las llanuras de Cuenca a unos 170 kilómetros de Madrid, prólogo de los magníficos ejemplares que más adelante podrás ver a la vera de Alarcón, Almansa, Villena o Sax. No darías un duro por él, pero sin embargo en la autopista se anuncia con uno de esos típicos carteles marrones reservados a conjuntos artísticos de interés. Se llama, como el pueblo mínimo que le rodea, Castillo de Garcimuñoz. En el improbable caso de que te decidas a tomar la desviación para verlo más de cerca, la primera impresión no variará. El castillo roto parece dormir el sueño de los justos, aunque una grúa remolona y dos relajados operarios pretenden hacernos pensar lo contrario (sin mucho éxito).

Pues este castillo, querido lector, quién lo iba a decir, fue cabeza de un señorío feudal (el de Villena), que llegó a extenderse hasta las actuales provincias de Albacete y Alicante, y fue díscola bisagra entre los reinos de Castilla y Aragón cuando España aún estaba por formarse. Desde aquí ejerció su poder Don Juan Manuel nada menos, el autor de El Conde Lucanor, que aparte de escritor fue un ambicioso señor de la guerra que no tuvo empacho en poner en jaque a reyes castellanos con tal de medrar. En este castillo se casó por poderes el 28 de marzo de 1336 su desdichada hija Constanza con el príncipe Pedro de Portugal, y allí y no en Lisboa tuvo que hacerlo porque el rey castellano Alfonso XI, temeroso de la alianza de Juan Manuel con la monarquía portuguesa, estaba empeñado en impedir el matrimonio y cercó el castillo para que la futura princesa no pudiera salir de él. Se da la circunstancia de que once años antes este mismo rey había ofrecido a Juan Manuel casarse con Constanza para asegurarse su apoyo en las innumerables intrigas palaciegas, a lo que Juan Manuel accedió gustoso. Como Constanza contaba a la sazón sólo con nueve años, se dispuso que el matrimonio (celebrado en 1325) no se consumara hasta que ella cumpliera los doce. Lo que son las cosas, Alfonso XI poco después vio la posibilidad de afianzar una alianza ventajosa con Portugal y casó con una princesa lusa alegando que el matrimonio con Constanza aún no se había consumado. Para más inri, la confinó en un castillo en Toro convirtiéndola en rehén para tratar de evitar así las iras de su padre. Don Juan Manuel no se arredró y combatió a Alfonso hasta que finalmente pudo recuperar a su desdichada hija. Me vas a permitir que siga la pista de Constanza un poco más, porque su vida es de película y aquí nos pierden las narrativas. Volvamos a su boda con el príncipe Pedro de Portugal, que como decíamos hubo de celebrarse en un primer momento por poderes en Garcimuñoz, aunque finalmente la ceremonia oficial pudo celebrarse con todo el boato en Lisboa. ¿Será al fin feliz doña Constanza?

Arrea  ¿y esto qué es?
En el séquito real viaja una bella dama de compañía, Inés de Castro. Y mira tú por dónde que Pedro se enamora perdidamente de ella. Hasta varios hijos tuvo el príncipe con la amante, que ante el escándalo fue expulsada de la corte por el padre de Pedro, el rey Alfonso IV. Pero tan enconado era el amor que  su hijo profesaba por ella, y tan cierto el peligro de que la dinastía portuguesa que el rey quería salvaguardar se viera afectada, que se ordenó matar a Inés. Ya unos años antes había muerto también Constanza  tras dar a luz al que sería futuro heredero del reino portugués, Fernando. Hasta después de muerta fue Constanza ninguneada: Cuando Pedro subió al poder a la muerte de su padre declaró reina póstuma a Inés alegando que se había casado con ella en secreto, y según la leyenda hizo que toda la corte rindiera pleitesía a la nueva soberana cadáver, a la que previamente había exhumado y sentado en el trono. 29 óperas nada menos se han compuesto hasta la fecha sobre la vida y muerte de Inés, ninguna que sepamos sobre Constanza, que yace en un olvidado convento en Santarem, mientras que Inés lo hace en una fastuosa sepultura en Alcobaça...

Tras tanta intensidad dramática te veo exhausto. Casi mejor dejo el resto de la entrada para otro día, que queda tela por cortar. Hay que ver el juego que da el castillo de Don Juan Manuel.

sábado, 9 de enero de 2016

Implantes



"Una de las más grandes ambigüedades, paradojas y dificultades que ha aportado la condición posmoderna son los procesos de eliminación de la memoria real y la invención de memorias temáticas e impostadas. Es el caso de la facilidad con la que las culturas posmodernas crean inmediatamente tradiciones festivas y celebraciones e imponen edificios -rascacielos o centros comerciales- como imprevistos símbolos de las ciudades. Con ellos se produce un fenómeno psicológico de "distracción", cuando, sin que la colectividad sea muy consciente de ello, de golpe una falsa memoria expulsa a la existente, que se sustituye por una imago. En este sentido, se trata a los barrios y a las ciudades como a los replicantes de Blade Runner (1983), a quienes se les implanta una memoria falsa.(...) Solo la memoria manipulable en provecho de los operadores se considera una pieza que da glamour a la zona".  (Josep María Fontaner, Zaida Muxí, Arquitectura y política).

viernes, 1 de enero de 2016

Operación Yoda (y 2)

Volvemos a Essex...

Día cuatro.
Los cuatro solitarios peregrinos desayunan en el templo laico bajo la advocación de Julie Cope cuando aún está por amanecer y fuera caen chuzos de punta. Sus caras denotan hastío y agotamiento. Han mira embelesado la escultura de la mujer que preside la sala.

-"Es curioso, representan a la mujer esta, ¿cómo se llamaba? ¿Julia?, embarazada, tanto aquí como en los azulejos que cubren la casa y en la figura plateada sobre el tejado".
-"Es como una venus prehistórica" apunta Amidala, "es el símbolo de la mujer, un ser mágico e inescrutable capaz del milagro único de dar vida".
Se produce un silencio anonadado sólo acompañado por el fragor de la lluvia golpeando los cristales.
-"¿Y quién ayudó al artista, que, a mí que no me digan, está algo pirado, a levantar esta casa?", pregunta finalmente Obi-Wan mientras juguetea con una loncha de bacon.
-"El estudio de arquitectura FAT. Ellos y Perry son tal para cual. Alain de Botton, el fundador de Living Architecture, que es como una cadena de minihoteles singulares para que la gente aprecie la arquitectura más actual, tuvo buen ojo al emparejarlos", Amidala busca en su móvil y les enseña fotos de sus edificios, de un posmodernismo desaforado, como pensados exclusivamente para ilustrar coffee table books. "Es curioso, este hotel ha sido su última obra tras más de veinte años juntos, se han separado no hace mucho".
-"No me extraña, a ver quién les va a contratar después de esto".
-"Pues uno de ellos, Charles Holland, está diseñando otro hotelito para Alain de Botton. Mira, aquí tenéis una foto del arquitecto".
-"¿Y quién es la mujer?", pregunta Luke, sin mucho interés.
-"Pues Julie", responde, divertida, Amidala.
-"¿Pero no habíamos quedado que la tal Julia era una invención?"
-"¿Y que estaba muerta?"
-"Es Grayson Perry disfrazado de Julie...". Los cuatro se descoyuntan de la risa.

Ya ha amanecido pero sigue lloviendo a cántaros. Enormes nubes negras cruzan veloces sobre el amplio estuario del Stour, un poco más allá el Mar del Norte se adivina intratable. El temporal ha convertido al cuarteto en presos del hotel, que ha devenido la casa de la bruja de Hansel y Gretel. Y por si fuera poco la Fuerza no les acompaña. Tras tres días de complejas argumentaciones que ha menudo acababan en broncas disputas a cara de perro, están en punto muerto. Las noticias de España tampoco ayudan. Han ve con estupor cómo los de su propio partido le mueven la silla a Pantera Rosa, ahora que es cuando más necesita que cierren filas en torno a él. Y Obi-Wan contempla cómo Toro Salvaje, ensimismado en su laberinto, se reúne con el resto de los dirigentes en La Moncloa en inanes encuentros. Le crispa los nervios que la reunión con Pantera Rosa apenas durara media hora, mientras que la que sostuvo con Nacido Libre, obviamente la más inútil de todas, ocupara casi dos horas en las que Toro Salvaje, en plan abuelo cebolleta, se dedicara a desgranar historias trasnochadas sobre la Transición. Pero si hasta el Gato sobre el Tejado de Zinc Caliente, tan espídico y proactivo él, había salido de su reunión como aletargado, seguro que contagiado de la exasperante pachorra del gallego. ¿Pero es que ya nadie recuerda los equilibrismos que hubo que hacer en la Transición? Las sucesivas mayorías absolutas han atrofiado el músculo político español, ya de por sí poco lustroso por razones obvias.

-"Mirad, no me pienso quedar sin vacaciones de Navidad para nada", habla Luke, tras un nuevo silencio interminable. "Si Vangelis está colaborando con un rapero, no me puedo creer que no se pueda formar gobierno en España. Para empezar, al carajo con las líneas rojas".
-"Tú mismo", le dice, desfondado, Han. Obi-Wan y Amidala, absortos en sus móviles, ni siquiera dan señales de vida.
-"Estamos todos de acuerdo en que lo más probable es una coalición de Pantera Rosa y Nacido Libre, una vez que éste, en una filigrana lingüística de las suyas, se guarde el referéndum catalán para otra ocasión más propicia (o viceversa, se podría pactar un referéndum en el marco de la Constitución). Pero por un momento pensemos que los podemitas, por falta de cintura política o porque al fin y al cabo son los nuevos nacionalistas (¡pero si son los más votados en el País Vasco!), se nieguen en redondo. O que Pantera Rosa no quiera ser rehén de los independentistas catalanes (solo con Nacido Libre tampoco logra la mayoría absoluta). Entonces, ¿qué?
-"¿Otra vez?", Han bosteza sonoramente. "Ya hemos dado tropecientas vueltas a esto".
-"Entramos en bucle de nuevo", dice Amidala sin levantar la vista de su móvil.
-"Vale, Pantera Rosa optaría probablemente por negarse a la famosa coalición a tres bandas, pero ¿y si no lo hiciera?"
-"¿Y si los cerdos volaran?"
-"¿Te das cuenta, Han, de que ante unas nuevas elecciones, los de Nacido Libre pueden dar la campanada, cepillándose a los tuyos como se cepillaron a IU? Lo mismo ese afán de marcar líneas rojas responde a una estrategia de partido dirigida a forzar un nuevo plebiscito".
-"Qué miedo nos tenéis", ríe Amidala. "Todos contra nosotros, siempre la misma historia".
-"Y os encanta", entra Obi-Wan. "No me lo niegues, vuestro sitio es mucho más las trincheras que cualquier gobierno. Os va el romanticismo decimonónico, en plan Lord Byron luchando por la independencia de Grecia, no el día a día burocrático. Juego de Tronos frente a Borgen. Y una cosa más, Pantera Rosa puede volverse hacia Toro Salvaje in extremis al ver cómo los barones más granados de su partido le quieren largar a la primera de cambio".
-"Venga, va, que me tenéis harto", espeta Han, "hagamos ciencia-ficción, imaginemos que Pantera Rosa se lo piensa y vuelve a hablar con Toro Salvaje (en riguroso secreto, por supuesto). ¿Qué le ofreceríais?"
-"Pues, la verdad, no creo que mi jefe tuviera inconveniente en quitarse de enmedio y poner a Soraya en su lugar", reflexiona Obi-Wan. "Le veo cansado, y siempre ha sido una persona de partido".
-"No sería bastante", le corta Luke, "Pantera Rosa no daría semejante paso (casi suicida) si no se le ofreciera algo mucho más jugoso".
-"¿Qué?", preguntan al unísono los otros tres, al fin interesados en la conversación.
-"Un presidente de consenso de centro (muy de centro) y un reparto al 50% de los ministerios dejándonos a nosotros uno o dos de consolación. A Nacido Libre (a él solo, no a sus comparsas) también habría que ofrecerle alguno, pero tranquilo Obi-Wan, que no aceptarían".

Frank, la tormenta que azota las islas británicas, rola con fuerza desmedida hacia el norte. Los plácidos parajes que convirtieron a Constable en pintor se tornan terroríficos con la furia de los elementos. Un destartalado dos caballos pugna por avanzar en medio del lodazal que no hace mucho era una mansa carretera. El solitario hotel parecería que va a acabar engullido por una vegetación que se cimbrea ingobernable en el viento. Los cuatro peregrinos no son conscientes de tamaño desatino meterológico concentrados como están en su probablemente inútil trabajo. Tres días más tarde el mismo taxi que les trajo vuelve al hotel. Apenas llueve ya. A un toque de cláxon el cuarteto sale con sus maletas. La mujer lleva unas flores en la mano, que deposita en la tumba (ficitica, claro está) de Julie Cope, en el jardín de la casa. Los demás la acompañan en respetuoso silencio. Uno de ellos (parece Obi-Wan) entrega algo al taxista. Los cuatro se agrupan frente a la casa, abrazados, y el taxista, tras darles algunas indicaciones, hace la foto. Tras cargar el equipaje en el maletero, el coche se aleja renqueante. La casa para Essex vuelve a quedarse sola.