"La Nave Neomudéjar, actual Centro de Artes de Vanguardia de Madrid, dependía en jerga ferroviaria del Servicio de Explotación o Movimiento y se denominaba como Taller de pequeño material y telégrafo. Estos eran talleres con humildes instalaciones y un número muy reducido de empleados (asalariados temporales), que fueron los que iniciaron en 1885 la primera revuelta sindical ferroviaria por las diferencias salariales y la precariedad con el resto de empleados con contratos fijos.
En estos talleres se reparaban y construían grúas, básculas, cajas de fondos, muebles, lonas, farolillos y demás pequeños accesorios. Al ser tan variado el material a realizar, el taller se subdividía en minúsculas secciones: taller de carpintería, básculas, hojalatería, fragua, pintura, cerrajería, lonas, tapicería, electricidad y telégrafo (donde se reparaban además relojes, aparatos telegráficos y teléfonos) que hemos querido conservar con su nombre original, así como el propio La Neomudéjar, que es como los operarios se referían de manera coloquial al edificio, del estilo arquitectónico que le representa.
Este edificio simboliza un patrimonio arqueológico de la llamada Revolución Industrial de los siglos XVIII/XIX y es el único resto de un enorme entramado de talleres y naves que han ido desapareciendo según crecía el complejo de Atocha. La Neomudéjar es la representación de un mundo, el ferroviario, que ha hecho tanto por esta ciudad y su modernización, siempre a la vanguardia de la arquitectura y los avances tecnológicos.
Su estructura incorpora las técnicas más novedosas de su época de construcción en hierro, como la cercha o cuchillo "diente de sierra" del sistema Polonceau y otras novedades como el sistema de Dion, tomado de la Exposición Universal de París de 1878. La arquitectura de este edificio y su testimonio es símbolo mudo de casi siglo y medio de la 3ª línea de ferrocarril española y un pedazo de la historia de esta ciudad". (La Neomudéjar, nº7)
"Tráfagos, fuerzas urbanas,
trajín de hierro y fragores,
veloz, acerado hipogrifo,
rosales eléctricos, flores
miliunanochescas, pompas
babilónicas, timbres, trompas,
paso de ruedas y yuntas,
voz de domésticos pianos,
hondos rumores humanos,
clamor de voces conjuntas,
pregón, llamada, todo vibra,
pulsación de una tensa fibra,
sensación de un foco vital,
como el latir del corazón
o como la respiración
del pecho de la capital". (Rubén Darío, Canto a la Argentina).
"Una ciudad viva no es limpísima ni higiénica; es un abanico de posibilidades desarreglado pero lleno de vitalidad". (Deyan Sudjic, B de Bauhaus)
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