Marchando más pruebas. Con estas declaro finalmente demostrado que Murcia es marciana.
Prueba 4. Agujero espacio-tiempo en Trapería.
Paseando por la hermosa calle de la Trapería, dentro del casco más histórico de la ciudad, te encuentras con una fachada que claramente no pertenece allí. Juzga tú por las fotos, parecería que, a través de un agujero espacio-tiempo se hubiera plantado allí desde la Viena de la Secesión. Ese granate (color por cierto de la bandera de la Comunidad murciana), esos árboles estilizados trepando por la fachada formando una suerte de bosque o huerta alucinógena, esas formas austeras contrastando con la desbordante fachada del soberbio Casino... Más tarde guglearé un poco (me lo pone fácil el hecho de que el misterioso edificio se encuentre justo al lado del icónico Casino) y me encontraré, lo que son las cosas, con que es obra de Fernando de Retes, el del alienígena Parque Científico de Murcia que mencionábamos en la anterior entrega. Mientras, trastocado (más incluso de lo habitual) por la visión, recuerdo el tema del bosque de ficción que mencionábamos no hace mucho al hablar de la exposición de Chipperfield en la Neue Nationalgalerie de Berlín (precisamente leo hoy en la prensa que Kraftwerk, los talludos adalides de la fusión del hombre y la máquina que cantaron a los robots, a la radioactividad o a los ordenadores, han dado allí un concierto. Mies y Kraftwek: sobriedad germánica, mundos artificiales, pureza formal...).
Prueba 5. Un edificio replicante.
Ya lo conocía, pero la contemplación, en la plaza del Cardenal Belluga, del congelado choque de trenes arquitectónico entre la catedral de un barroco exacerbado y la fachada trasera del ayuntamiento a cargo de Moneo es siempre un shock fenomenológico de primera clase. Recuerdo el desconcierto al contemplar el recién estrenado edificio como muy similar al de los simios ante el monolito negro en 2001: Una odisea del espacio. El arquitecto navarro debió enfrentarse al reto mayor de su carrera al diseñar un edificio que tenía que encararse con la que es una de las fachadas más teatrales e impactantes de toda España. En la entrevista que realizó para el DVD de Arquia, Moneo decía sentirse atrapado por la plaza, pero lejos de arredrarse y realizar otra de sus réplicas silenciosas (como hizo en la ampliación del Banco de España en Madrid), quiso dar la réplica a la fachada barroca con su propio lenguaje, a degüello. Y así, al paroxismo voluptuoso del castellonense Jaime Bort (parece como si la fachada se moviera en transido éxtasis) opone su racionalismo cartesiano y austero en una fachada pautada (el propio arquitecto habla de una fachada musical) por columnas y huecos, los unos y los ceros del lenguaje de los ordenadores, el código de barras de la modernidad.
Prueba 6. El OVNI mimético.
Imposible zafarse de la torre de la catedral. Big Brother is watching you... |
Revisitando a Soane y ensayando Salamanca |
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