"La arquitectura es el aire que queda dentro de lo que construimos", decía Fisac citando a Lao-Tse. Un edificio no es sólo su fachada sino los espacios interiores que genera, tal y como nos recuerda Vicente Verdú en su artículo de ayer en El País, donde nos habla del arquitecto manchego al hilo de la reciente publicación de un libro sobre él, Miguel Fisac ¿Arquitecto de Dios o del Diablo? Hablando de espacios, no te pierdas el video que te traigo en el que Foster (79 años y tan campante) nos presenta su torre Hearst en Nueva York, ahora que va a cumplirse una década desde su finalización, de una manera muy especial: con imágenes grabadas desde un dron. No es lo mismo -señala el arquitecto- ver el espacio que moverse a través de él. El dron, un poco como aquel diablo cojuelo de Vélez de Guevara que levantaba los tejados de las casas de Madrid y permitía ver los secretos y miserias de sus moradores, penetra por los rincones más recónditos del edificio (observa como el objeto volante intimida a una ejecutiva que finaliza una conversación telefónica de sopetón al verlo husmear en su despacho) obteniendo perspectivas nunca antes vistas. La torre se levanta sobre un edificio de seis plantas construido por John Urban en 1928 que alojó la primera sede del imperio mediático de William Randolph Hearst (el polémico magnate que serviría de inspiración a Ciudadano Kane de Orson Welles y que encendió la mecha de la guerra hispano-estadounidense tras la que España perdería Cuba, Filipinas y Puerto Rico). Foster vació este edificio para crear un enorme espacio diáfano, la piazza, como él la llama, que otorga a la remozada sede un sentido de comunidad. La torre, que recibió en su momento la máxima calificación LEED a la eficiencia energética (el 80% del acero que utiliza es reciclado, por ejemplo), incorpora obras de gran formato de importantes artistas. Cuando fue estrenada, a pesar de su modesta escala (46 plantas) en comparación con sus vecinos de Manhattan, fue recibida con honores por la crítica: Paul Goldberger dijo de Foster que era el Mozart de la arquitectura (el propio crítico lo recuerda en el video How much does your building weigh, Mr Foster?) porque su arquitectura es lírica, elegante y natural (effortless). Gracias al drone ("zángano" en inglés) -¿ángel o demonio?- resulta aún más evidente.
domingo, 18 de enero de 2015
A vista de zángano
"La arquitectura es el aire que queda dentro de lo que construimos", decía Fisac citando a Lao-Tse. Un edificio no es sólo su fachada sino los espacios interiores que genera, tal y como nos recuerda Vicente Verdú en su artículo de ayer en El País, donde nos habla del arquitecto manchego al hilo de la reciente publicación de un libro sobre él, Miguel Fisac ¿Arquitecto de Dios o del Diablo? Hablando de espacios, no te pierdas el video que te traigo en el que Foster (79 años y tan campante) nos presenta su torre Hearst en Nueva York, ahora que va a cumplirse una década desde su finalización, de una manera muy especial: con imágenes grabadas desde un dron. No es lo mismo -señala el arquitecto- ver el espacio que moverse a través de él. El dron, un poco como aquel diablo cojuelo de Vélez de Guevara que levantaba los tejados de las casas de Madrid y permitía ver los secretos y miserias de sus moradores, penetra por los rincones más recónditos del edificio (observa como el objeto volante intimida a una ejecutiva que finaliza una conversación telefónica de sopetón al verlo husmear en su despacho) obteniendo perspectivas nunca antes vistas. La torre se levanta sobre un edificio de seis plantas construido por John Urban en 1928 que alojó la primera sede del imperio mediático de William Randolph Hearst (el polémico magnate que serviría de inspiración a Ciudadano Kane de Orson Welles y que encendió la mecha de la guerra hispano-estadounidense tras la que España perdería Cuba, Filipinas y Puerto Rico). Foster vació este edificio para crear un enorme espacio diáfano, la piazza, como él la llama, que otorga a la remozada sede un sentido de comunidad. La torre, que recibió en su momento la máxima calificación LEED a la eficiencia energética (el 80% del acero que utiliza es reciclado, por ejemplo), incorpora obras de gran formato de importantes artistas. Cuando fue estrenada, a pesar de su modesta escala (46 plantas) en comparación con sus vecinos de Manhattan, fue recibida con honores por la crítica: Paul Goldberger dijo de Foster que era el Mozart de la arquitectura (el propio crítico lo recuerda en el video How much does your building weigh, Mr Foster?) porque su arquitectura es lírica, elegante y natural (effortless). Gracias al drone ("zángano" en inglés) -¿ángel o demonio?- resulta aún más evidente.
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