Ya está bien de tanto frío hormigón, hoy te llevo a esta cálida
sauna del estudio canadiense Partisans. Por un momento me ha recordado a una de las cápsulas de la
Nakagin que harta del estrés de Tokio hubiera decidido cruzar el Pacífico y buena parte de América del Norte para ir a dar, exhausta pero feliz, a este aislado enclave del lago Hurón en Canadá. A mí no me importaría nada pasarme allí tres días con la compañía apropiada (e incluso solo). No creo que tenga wifi, eso sería ya mucho pedir, pero qué le vamos a hacer, no se puede tener todo. Al parecer hay gente intrépida que ha sido capaz de soportar
hasta una semana sin internet y han sobrevivido
para contar la experiencia. No sé, lo mismo escribes el libro de tu vida. Fíjate aquí al lado la casita donde
|
"Aunque los amantes se pierdan quedará el amor" (Dylan Thomas) |
Dylan Thomas escribía, en el estuario del
Tâf en la localidad galesa de Laugharne, que sin duda le ayudó a crear su obra. El escritor, que se dio a la poesía o al teatro con tanta intensidad como a la bebida, seguro que escribió aquello de
"No entres dócilmente en esa buena noche,/ Que al final del día debería la vejez arder y delirar;/Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz" (
aquí en inglés) inspirado por las magníficas vistas del atardecer desde su
writing shed. O igual vas y redescubres tu corporeidad que diría Pallasmaa (y la de tu acompañante), ahora que con tanta vida virtual, enredados en la Red de redes, vamos camino de convertirnos en
entes etéreos, platónicos, inmaculados. Como le pasó al protagonista de
El cortador de césped, que acabó diluyéndose en el ciberespacio. Pues eso, recupera tu cuerpo antes de que sea demasiado tarde, con sus imperfecciones y cicatrices, como decía Bob Dylan (que mira tú por donde tomó su apellido artístico en homenaje a Dylan Thomas):
“Si no crees que este dulce paraíso tiene un precio, recuérdame que te enseñe mis cicatrices”. Bueno, pues yo me despido ya, que empiezo a no sentir las piernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario