lunes, 28 de mayo de 2012
Vanos
Foster dejó un contundente vacío en lo alto de su torre de Caja Madrid con el fin de colocar en un futuro turbinas de viento que generaran electricidad para el edificio. El singular peine de los vientos, quién sabe si homenaje eco-tech a su admirado Chillida, estos tormentosos días deviene vano vanidoso de una obra posiblemente innecesaria. La torre, comprada por Caja Madrid (800 millones), aún espera a que sus inquilinos se muden desde la cercana Torre Kio en la que ahora trabajan, mudanza más que improbable en estos convulsos momentos. El vacío con el que Foster coronó su edificio además nos trae el doloroso recuerdo del agujero financiero que el estado va a tener que taponar: más de 20.000 millones, y eso, dicen, sólo para empezar. Por el desagüe del banco ya estatal se irán al garete los sistemas sanitarios y educativos públicos, con profesionales sobrecargados e indignados, o la inversión en obra pública y el trabajo de muchos arquitectos, y quien sabe si por dicho hueco acabe entrando el temido rescate europeo. En vano las protestas, De Guindos ya lo ha dicho alto y claro: el estado pondrá el dinero que haga falta, y además, en requiebro bíblico, el ministro suelta que él no va a mirar atrás, que los que así hacen se convierten en estatuas de sal. En cristiano, que Rato, olvidadas ya sus corbatas verdes, se va de rositas. Él sí que se ha quedado con nosotros y no la eurovisiva Pastora Soler. Money makes the world go round. En castizo, todo por la pasta.
Recomendación final: ver la película Margin Call, probablemente basada en la caída de Lehman Brothers (por cierto, De Guindos trabajó para ellos), un soberbio repertorio de excelentes actuaciones en torno a una trama con un punto shakespeariano ambientada casi en su totalidad en un claustrofóbico rascacielos en el que, desde su azotea hasta el aparcamiento pasando por ascensores, servicios y despachos vamos viendo un desolador muestrario de cómo funcionan los famosos mercados.
jueves, 24 de mayo de 2012
El arquitecto telúrico
"Entre 1945 y 1951, Mies van der Rohe construyó, en Chicago, dos torres de viviendas de veintiséis plantas. Estas dos torres, números 860 y 880 de Lake Shore Drive, son dos prismas iguales, resultado directo del intento de dar forma a una idea, la del rascacielos de cristal.
Con estos dos edificios, se consiguió identificar el progreso de la tecnología americana con una arquitectura basada en el rigor constructivo, en la esbeltez y en la transparencia. John Cage, llegó a decir, rendido por la belleza de la visión de una tormenta desde uno de los pisos altos: "No es espléndido que Mies haya inventado también el relámpago?" Tal era la inmediatez con la que se podían contemplar las descargas eléctricas sobre el lago". (Javier Mozas, Rashomon).
viernes, 18 de mayo de 2012
La casa Usher jienense
"Contemplé la escena que tenía ante mí -la casa, el simple paisaje de la parcela, los muros descarnados, las ventanas como ojos vacíos, unas junqueras fétidas y los pocos troncos de árboles agostados- con una fuerte depresión de ánimo, que sólo puedo comparar, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, al amargo transcurrir del tiempo cotidiano, al horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un decaimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia ninguna forma de lo sublime. ¿Qué era, me detuve a pensar, qué era lo que me desalentaba tanto al contemplar la Casa Usher?" (Edgar A.Poe La caída de la casa Usher).
La de la foto podría ser una versión patria de la casa Usher. Es un edificio de Rafael Moneo nada menos que languidece en Jaén. El cubo vaciado (en realidad tiene forma rectangular), es de una sobria belleza zen (con la que contrasta, todo sea dicho, la rancia tipografía de la letras del dintel, que desprenden un tufo a posguerra que echa para atrás), y alojó a la delegación del Banco de España en la ciudad andaluza desde 1988 hasta 2004. Lleva desde entonces vacío y en estado de abandono, su fachada está adornada por pintadas y la parcela que lo rodea a menudo parece un estercolero. Varios intentos de reconvertir el inmueble en comisaría, biblioteca, casa de la cultura o conservatorio de música han fracasado sucesivamente. La falta de entendimiento entre la administracíon central, dueña del edificio, y la autonómica (más ahora con distintos partidos al frente de cada una), parece ser la causa principal de esta situación. El edificio es también triste metáfora de nuestro sistema financiero, en la picota con la prima de riesgo remontando los 500 puntos tras el horrible descorrerse del velo de Bankia (la hasta ayer torre Caja Madrid de Foster puede acabar también zombificada, tendría bemoles siendo la torre más alta de España). El edificio zombi de Moneo también puede recordar al descrédito de nuestro banco nacional, ahora que el estado se ve obligado a contratar a sendos auditores independientes (anglos) para investigar nuestros bancos, compañías que nos darán la puntilla, sí, pero con flema e in style. El Banco de España, vaciado (como el cubo de su sucursal jienense) de su función primordial. ¿Primer paso hacia la famosa intervención? A ver cómo acaba el relato de Poe:
"De aquel aposento, de aquella mansión huí
aterrado. Afuera seguía la tormenta en toda su ira cuando me encontré
cruzando la vieja avenida. De pronto surgió en el sendero una luz
extraña y me volví para ver de dónde podía salir fulgor tan insólito,
pues la vasta casa y sus sombras quedaban solas a mis espaldas. El
resplandor venía de la luna llena, roja como la sangre, que brillaba
ahora a través de aquella grieta casi imperceptible dibujada en zig-zag
desde el tejado del edificio hasta la base. Mientras la contemplaba, la
fisura se ensanchó rápidamente, pasó un furioso soplo del torbellino,
todo el disco del satélite irrumpió de pronto ante mis ojos y mi
espíritu vaciló al ver desmoronarse los poderosos muros, y hubo un largo
y tumultuoso clamor como la voz de mil torrentes, y a mis pies el
profundo y corrompido estanque se cerró sombrío, silencioso, sobre los
restos de la Casa Usher".
Válgame. No podemos acabar así la entrada. Otro final es posible para la ruinosa casa, pensemos cómo Herzog y De Meuron hacen maravillas a partir de inmuebles en plena decadencia. Así, la vetusta estación eléctrica, de dudoso valor arquitectónico, que decidieron perpetuar para el Caixafórum madrileño manteniendo su fachada pero recreando su interior y su estructura superior, todo un ejemplo de respeto al pasado. Es tiempo de arquitectos reparadores.
Válgame. No podemos acabar así la entrada. Otro final es posible para la ruinosa casa, pensemos cómo Herzog y De Meuron hacen maravillas a partir de inmuebles en plena decadencia. Así, la vetusta estación eléctrica, de dudoso valor arquitectónico, que decidieron perpetuar para el Caixafórum madrileño manteniendo su fachada pero recreando su interior y su estructura superior, todo un ejemplo de respeto al pasado. Es tiempo de arquitectos reparadores.
viernes, 11 de mayo de 2012
El arquitecto reparador
"Autor del Museo de Arte Romano de Mérida (1986), de la ampliación de la Estación de Atocha (1992) y de la ampliación del Museo del Prado (2007), está claro que Moneo ha sido un arquitecto eminentemente reparador. Un proyectista que ha buscado más contribuir a la coherencia de la ciudad que aportar una expresión personal. Por inclinación, por capacidad o por decisión, sus intervenciones han ido siempre a favor del contexto. (...)
Más cartesiano y culto que creativo, optó por ejercer la cautela y fue fiel a su naturaleza decorosa y concienzuda cuando tantos edificios comenzaron a fragmentarse y a romper su perímetro con formas escultóricas. En ese momento, el único premio Pritzker español (1996) fue prudente. (...)
El arquitecto favorito de Rafael Moneo es el danés Jorn Utzon, el fallecido autor de la Ópera de Sidney, con el que trabajó durante un año. Es también significativo que lo que más le gusta a Moneo de ese edificio gestual y osado, en los antípodas de su discreta manera de proceder no sea su espectacular vuelo ni su fuerza icónica sino su inesperada implantación frente a la bahía. Y es ahí, en esa manera de posarse, donde el edificio australiano apuesta por relacionarse con el contexto, lo que permite que con el Kursaal de San Sebastián Moneo rinda homenaje a su maestro". (Anatxu Zabalbeascoa, Moneo: "cuando creía pasado mi turno, reconocen mi trabajo", en El País. La magnífica foto es de Gorka Lejarcegi).
miércoles, 9 de mayo de 2012
Homenaje a Moneo
Rafael Moneo acaba de ser premiado con el Príncipe de Asturias de las Artes. Marchando un homenaje rápido a la forma arquitectónica con la que más típica (y tópicamente) se le ha asociado: el cubo, cómo no.
El cubo de hielo. Hielo para Móstoles, así titula Anatxu Zabalbeascoa la entrada de su blog dedicada a este centro de servicios sociales del estudio dosmasuno arquitectos. Un cubo de trámex blanco que actúa como un "velo de hielo" al que se insertan catas en distintos puntos de un intenso verde esperanza, color que también invade el interior. Arquitectura económica (a 1.000 euros el metro cuadrado) pero al mismo tiempo original y espectacular. Me recuerda a The Mosquito Coast, la novela (y película) de Paul Theroux en la que un padre despótico y neurótico arrastra a su familia a un lugar recóndito de Centroamérica para construir una quimérica fábrica de hielo.
El cubo trucado. Esto sí que es un cubo y lo demás son tonterías. O eso es lo que parece a primera vista. La sede de Caja Granada (o al menos lo era en 2001, a saber ahora) de Alberto Campo Baeza es una brutalista estructura que remite a la Casa del Fascio de Terragni. Hormigón y firmitas a lo bestia, y que pese lo que tenga que pesar (pasando de Bucky). La fachada, con esa especie de ventanas-nicho, da una imagen algo tétrica de mausoleo en honor a rancias glorias. Pero ojo, que el cubo tiene truco: en su interior, un inmenso atrio (del tamaño de la catedral de Granada dice su autor) que se extiende de suelo a techo y que permite la entrada de luz mediante el uso de alabastro.
El cubo deconstruído. Es el siguiente paso deconstructivo: no sólo despojamos al cubo de su interior, sino que también le quitamos dos de sus lados y nos queda un edificio-puerta (el Grande Arche) más icono que otra cosa y que aporta grandeur a la Defénse parisina en una suerte de réplica high-tech del Arco del Triunfo con el que queda alineado. Es un edificio póstumo del danés Otto von Spreckelsen. Subir en el vertiginoso ascensor que atravesando el inmenso vano te lleva a un curioso museo de la tecnología instalado en su techo cuesta (o costaba hace 3 años) más caro que la entrada del Louvre.
El cubo continente (y contenido). Sáenz de Oiza se contuvo al hacer el museo de su amigo el escultor Jorge Oteiza en Alzuza (Navarra), ya que no quería que nada distrajera la atención de sus esculturas. El interior, sumido en la penumbra, quiere recordar las condiciones en las que Oteiza tuvo que trabajar en Aranztazu (junto a Oiza precisamente). Y esos enormes lucernarios negros (única nota de autor) quién sabe si también quieren hacer referencia a las espinas pétreas con las que el arquitecto recubrió la torre del monasterio (alusión a su vez al origen de Arantzazu, en euskera, "tú en el espino", ya que según la leyenda la pequeña escultura de la Virgen fue encontrada en uno).
El cibercubo. Se llama Media-TIC, y se trata un edificio de oficinas asociadas a las nuevas tecnologías situado en Barcelona. Es de Enric Ruiz-Geli y su estudio Cloud 9: en inglés to be on cloud nine es estar en el séptimo cielo (la nube es término por cierto muy cibernético, ahora muchos tienen documentos en la nube, o sea, en internet y accesibles desde cualquier ordenador). Cada fachada es diferente, pero la más fotografiada (aquí por Iwan Baan, y ha sido por ejemplo portada de AV) es ésta, todo un alarde de nuevas pieles tecnológicas (ETFE y una serie de cojines -nubes- rellenos de aire y nitrógeno) que le dan un extraño aspecto de baqueteado carguero espacial que nos enseña a través de sus heridas su esqueleto metálico. Bello no es, de hecho parece un edificio inacabado, pero su autor no se corta a la hora de llamarlo La Pedrera Digital...
El cubo curvo. El auditorio de la localidad murciana de Águilas, que es como un cubo versionado por Mariscal, parece que de un momento a otro va a remontar el vuelo. Es del estudio Barozzi-Veiga, y ha costado 16,6 millones, una cantidad apreciable para una localidad tan pequeña. Esperemos que el ayuntamiento le dé vida, lo cuide y no acabe como otro zombi arquitectónico más.
Acabamos con nuestro cubo (doble) favorito. De Moneo, claro. El Kursaal donostiarra, pulcro y sereno, como el arquitecto define su arquitectura:
El cubo de hielo. Hielo para Móstoles, así titula Anatxu Zabalbeascoa la entrada de su blog dedicada a este centro de servicios sociales del estudio dosmasuno arquitectos. Un cubo de trámex blanco que actúa como un "velo de hielo" al que se insertan catas en distintos puntos de un intenso verde esperanza, color que también invade el interior. Arquitectura económica (a 1.000 euros el metro cuadrado) pero al mismo tiempo original y espectacular. Me recuerda a The Mosquito Coast, la novela (y película) de Paul Theroux en la que un padre despótico y neurótico arrastra a su familia a un lugar recóndito de Centroamérica para construir una quimérica fábrica de hielo.
El cubo trucado. Esto sí que es un cubo y lo demás son tonterías. O eso es lo que parece a primera vista. La sede de Caja Granada (o al menos lo era en 2001, a saber ahora) de Alberto Campo Baeza es una brutalista estructura que remite a la Casa del Fascio de Terragni. Hormigón y firmitas a lo bestia, y que pese lo que tenga que pesar (pasando de Bucky). La fachada, con esa especie de ventanas-nicho, da una imagen algo tétrica de mausoleo en honor a rancias glorias. Pero ojo, que el cubo tiene truco: en su interior, un inmenso atrio (del tamaño de la catedral de Granada dice su autor) que se extiende de suelo a techo y que permite la entrada de luz mediante el uso de alabastro.
El cubo deconstruído. Es el siguiente paso deconstructivo: no sólo despojamos al cubo de su interior, sino que también le quitamos dos de sus lados y nos queda un edificio-puerta (el Grande Arche) más icono que otra cosa y que aporta grandeur a la Defénse parisina en una suerte de réplica high-tech del Arco del Triunfo con el que queda alineado. Es un edificio póstumo del danés Otto von Spreckelsen. Subir en el vertiginoso ascensor que atravesando el inmenso vano te lleva a un curioso museo de la tecnología instalado en su techo cuesta (o costaba hace 3 años) más caro que la entrada del Louvre.
El cubo continente (y contenido). Sáenz de Oiza se contuvo al hacer el museo de su amigo el escultor Jorge Oteiza en Alzuza (Navarra), ya que no quería que nada distrajera la atención de sus esculturas. El interior, sumido en la penumbra, quiere recordar las condiciones en las que Oteiza tuvo que trabajar en Aranztazu (junto a Oiza precisamente). Y esos enormes lucernarios negros (única nota de autor) quién sabe si también quieren hacer referencia a las espinas pétreas con las que el arquitecto recubrió la torre del monasterio (alusión a su vez al origen de Arantzazu, en euskera, "tú en el espino", ya que según la leyenda la pequeña escultura de la Virgen fue encontrada en uno).
El cibercubo. Se llama Media-TIC, y se trata un edificio de oficinas asociadas a las nuevas tecnologías situado en Barcelona. Es de Enric Ruiz-Geli y su estudio Cloud 9: en inglés to be on cloud nine es estar en el séptimo cielo (la nube es término por cierto muy cibernético, ahora muchos tienen documentos en la nube, o sea, en internet y accesibles desde cualquier ordenador). Cada fachada es diferente, pero la más fotografiada (aquí por Iwan Baan, y ha sido por ejemplo portada de AV) es ésta, todo un alarde de nuevas pieles tecnológicas (ETFE y una serie de cojines -nubes- rellenos de aire y nitrógeno) que le dan un extraño aspecto de baqueteado carguero espacial que nos enseña a través de sus heridas su esqueleto metálico. Bello no es, de hecho parece un edificio inacabado, pero su autor no se corta a la hora de llamarlo La Pedrera Digital...
El cubo curvo. El auditorio de la localidad murciana de Águilas, que es como un cubo versionado por Mariscal, parece que de un momento a otro va a remontar el vuelo. Es del estudio Barozzi-Veiga, y ha costado 16,6 millones, una cantidad apreciable para una localidad tan pequeña. Esperemos que el ayuntamiento le dé vida, lo cuide y no acabe como otro zombi arquitectónico más.
Acabamos con nuestro cubo (doble) favorito. De Moneo, claro. El Kursaal donostiarra, pulcro y sereno, como el arquitecto define su arquitectura:
viernes, 4 de mayo de 2012
El "modelo Le Corbusier"
"Este mundo, pues, asaltado hoy por el colapso, al borde del abismo, rodeado de ignorancias, implora a un Salvador. Sin embargo, para evitar que la alineación religiosa suceda a la alineación democrática, que a la sumisión del sujeto a un Dios siga la sumisión a un líder, autores como Alain Badiou (...) proponen que la supuesta toma del poder no sea a través de una organización o agitación, sino mediante la "sustracción".
Sustracción de diferentes parcelas de poder al Poder. Reducción de la Divinidad o el Estado que si probablemente produciría un vacío o nihilismo, crearía una alternativa de grandes o pequeñas constelaciones de poderes. Partición del poder en poderes parciales fue el propósito de la democracia sobre la que Maquiavelo proyectó los dominios del poder ejecutivo, legislativo y judicial. Los tres, sin embargo, han venido a apelmazarse en uno con las pegajosas supuraciones de la corrupción.
Frente a este cuerpo enfermo en el que se ha convertido la falsa democracia representativa, la alternativa es un orden donde no se trate de apoyar el sistema en tres pilares cuyo pequeño número les permite, tarde o temprano, la colusión, sino apoyarlo sobre una constelación de poderes que ahora podría ser posible a través de las participaciones directas y diversas en el ámbito de la red.
Y no participaciones para quedar enfriadas en comunicaciones y comunicados circunstanciales, sino creando una estructura de mil pilotes sobre los que Le Corbusier levantaría edificios a la vista, expuestos sus fundamentos y fáciles de cuidar (...). Numerosos pilares representados por la proliferación de responsabilidades. Ciudades o circunscirpciones de pequeño tamaño donde la visibilidad es mayor y resulta más fácil al control y apoyo recíprocos". (Vicente Verdú, La hoguera del capital).
Interesante. Pero ¿sería este modelo factible en España? Me da que nuestro modelo es más Mansilla+Tuñón en Santander (o Soria):
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