"Es labor de los arquitectos el conseguir espacios sonoramente armónicos, la proporción, el ritmo, las matemáticas al fin han sido la clave para edificar las más hermosas construcciones desde los tiempos de las pirámides". Lo dice Eleuterio Población Knappe, recientemente fallecido, según lo recoge Patricia Gosálvez en su interesante artículo
La música de una fachada moderna. Ya hemos hablado aquí de la relación entre
música y arquitectura al hilo de
Xenakis o
Ruiz-Larrea. Población, un apasionado de las matemáticas y la música, es autor del edificio Beatriz en la calle de Ortega y Gasset de Madrid (en la foto), construido en 1976 y al que da nombre Beatriz Galindo, consejera de Isabel la Católica, que estuvo enterrada en un convento que ocupó el solar donde hoy se levanta el edificio. Más curiosidades: en una esquina del mismo (delante del VIPS) se encargó a Oteiza una escultura que iba a representar una especie de amenazador crustáceo, y es que el escultor navarro, fascinado con el edificio, asociaba su arquitectura a los órganos de visión de los artrópodos. Finalmente no vio la luz. Pero, volviendo a la música ¿A qué sonaría la fachada del Beatriz, tan armónica y precisa, tan repetitiva y elegante, tan contenida e hipnótica? A mí me suena al
Crystal Lake de Klaus Schulze.
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