Imposible abarcar Milán en un día. Pero si no hay otra, ¿tú cómo lo harías? No es una visita diseñada para archfreaks como el abajofirmante sino para un variopinta agrupación familiar de intereses dispares así que toca ser muy selectivos. De hecho, tras las agotadoras visitas a los musts de rigor (el Duomo, la galería Vittorio Emmanuele, la Piedad Rondanini, el Castello Sforzesco y la Basilica di Sant'Ambrogio), al parecer prioritarias, poco tiempo y ánimo queda para más (aunque entre uno y otro pude ver de refilón la Torre Velasca, que me gustó más de lo que esperaba, impresionante desde el tejado del Duomo y más aún a ras de suelo, la flagship store de Apple de Foster, que mis hijos, claro, disfrutaron especialmente y la sede de Feltrinelli de Herzog y de Meuron, guiño posible al maestro Rossi, oriundo de Milán). Pero a lo que iba, si sólo pudieras elegir un ejemplo de arquitectura contemporánea en Milán, ¿cuál sería? Te dejo mi respuesta en suspenso para que te lo vayas pensando.
Antes de emprender viaje, sobre el papel/pantalla, la percepción es muy otra. Mucho más optimista. Iluso, me compré el libro Gio Ponti and Milan por si me daba tiempo de hacer un tour por algunas de las obras del más destacado arquitecto de la ciudad, lo escogí por su formato (más ligera guía que libro sesudo) y porque traía un prefacio de Stefano Boeri. Incluye una selección de 40 obras de entre 1925 y 1971. Por supuesto no me dio tiempo de ver ni uno solo de sus edificios (ni tan siquiera la torre Pirelli), aunque si te digo la verdad su obra tampoco me resultó demasiado atractiva que digamos. De una modernidad árida y estilo indefinido, su trabajo me pareció impersonal, planteamiento algo contradictorio cuando venimos de criticar el formalismo preconcebido de Botta y sus cansinos cilindros. Boeri lo explica con curiosa metáfora cinematográfica en el prefacio: "Si hubiera sido un director de cine, Gio Ponti habría sido un Stanley Kubrick y no un Lars von Trier. Al contrario que el último, que parece haber estado haciendo la misma película durante toda su vida, el Kubrick de Espartaco y Lolita, ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú y 2001: Una odisea en el espacio, La naranja mecánica y Barry Lindon, El resplandor y La chaqueta metálica, produjo trabajos en los que su característica más importante como autor debe buscarse en la falta de continuidad entre una narración y la otra, en el efecto desorientador por lo ecléctico de sus escenas, argumentos y colores cambiantes, como si estuviera en un viaje a través de un cosmos de posibilidades. Cada trabajo un mundo en sí mismo". La comparación igual puede recordar a Wilson en La otra tradición... cuando cita a Wittgenstein nada menos, quien se refería a la arquitectura gótica como "irregularidad significativa" (Ruskin también la alababa por esa misma razón: "Esas horribles gárgolas, y monstruos sin forma, y severas estatuas, rígidas y sin anatomía (...) son huellas de la vida y la libertad de cada uno de los trabajadores que esculpieron la piedra; una libertad de pensamiento, un rango en la escala del ser (...) que debería ser lo primero que Europa entera deseara reconquistar hoy para sus hijos"). Como veíamos Wilson defiende a capa y espada a los arquitectos de la resistencia (frente a los modernos heroicos) que saben adaptarse a las contingencias particulares de cada proyecto sin ideas preconcebidas: "Las formas revolucionarias están cargadas de razón abstracta, que es intolerante al desacuerdo y muy dada al planteamiento de problemas singulares más que a la resolución equilibrada de problemas contradictorios". Entre dichos arquitectos, el Master of the Resistance (como tituló un artículo de 1993 que le dedicó cuando se le concedió la medalla de oro del RIBA) es Giancarlo de Carlo, el director de la accidentada Trienal del 68, ya que según Wilson fue el primero que pondría en práctica la participación real de los futuros inquilinos en el diseño de un edificio: cuando, poco después de la mencionada Trienal, proyectó el barrio obrero de Matteotti cerca de Roma, organizó una especie de consultorio local que permitía a la comunidad tomar decisiones sobre la urbanización, en un desarrollo que recuerda mucho a proyectos británicos del momento como los del barrio londinense de Camden, donde por cierto Wilson tiene su obra magna, la British Library. Volviendo a Ponti, decir que había señalado en mi guía dos edificios que podría ser interesante ver, ambos de los años 30: la casa y torre Rasini, última colaboración con su socio Emilio Lancia, donde pueden palparse las ya insalvables diferencias estilísticas entre ambos: Ponti diseña un cubo forrado en un frío mármol blanco mientras que Lancia levanta una torre mucho más alta en cuya fachada inserta una terminación semicilíndrica que le da mucho más dinamismo y la cubre de una piel de ladrillo en diferentes texturas (seguro que a Botta le gusta). El segundo, la casa Laporte, es de una modernidad ya sin concesiones tanto en su exterior, que puede recordar a Terragni, como en el vanguardista interior. Siempre banales, lo que más nos ha gustado del libro es una foto en la que aparece Ponti con su familia recostado plácidamente en uno de los sillones que diseñó (aparte de arquitecto, Ponti fue diseñador, director de revistas icónicas como Domus o catedrático en la Politécnica de Milán) mirando arrobado al techo pintado en bandas geométricas de una vivienda también proyectada por él y adonde se iría a vivir en 1957, la casa de Via Dezza. Pese a un exterior anodino, el interior del bloque de viviendas rezuma bienestar mezclando elementos clásicos (una sorprendente enfilada) con puertas correderas a la última (entonces). A ver si encuentro la foto en internet, pues sí. Acaso esto sea arquitectura en estado puro: "Antes que forma, la arquitectura es encuentro. No hablamos solo de lugares donde los cuerpos se cruzan, sino de espacios que son, en sí mismos, una invitación al diálogo a niveles que a menudo pasan desapercibidos. Se construyen edificios para albergar actividades, pero la verdadera función de ciertos espacios es generar conexiones, no solamente humanas, facilitar la convivencia entre seres y especies, hacer de lo cotidiano algo compartido", como dice Santiago de Molina en la última entrada de su blog, que he leído con el mismo arrobo que muestra Ponti en la foto. De todas formas, disculpa una vez más la digresión (imposible nos resulta hilar un relato lineal), hablando ahora de modernidad, lo que me ha dejado absolutamente anonadado ha sido un bloque de viviendas que he descubierto en HIC. Su autor es Bofill, al que con frecuencia etiquetamos como posmoderno y ya (etiqueta que de todas formas se ha ganado a pulso), pero del que habría que resaltar también su tremenda inventiva y capacidad de innovación. Me refiero a su bloque de viviendas en la calle Nicaragua de Barcelona. Si no te fijas en los detalles, solo en las fotos, lo fecharías en los 90 o incluso más tarde. Solo cuando al bajar ves a un Bofill jovencísimo fotografiado en uno de los apartamentos, buscas el año y te llevas la gran sorpresa: es de 1964. Su fachada diseñada para optimizar la orientación es además de una estética muy conseguida y, siempre en mi opinión amateur, deja la modernidad de Ponti a una distancia grande. Es curioso también contrastar las fotos de Bofill charlando distendidamente con la que te decía de Ponti también en su casa. Es increíble que entre ellas haya solo 7 años de diferencia. Si no lo supiera me parecería que están separadas por al menos 30.
Pero volvamos a Milán. ¿Has resuelto ya la incógnita que te planteaba al principio? Yo lo hice eligiendo un 3x1: el complejo en Porta Nuova en torno a la muy conseguida plaza Gae Aulenti (en honor a la autora del Museo de Orsay), que te ofrece por el mismo precio tres interesantes ejemplos de arquitectura y urbanismo contemporáneos: por un lado una agrupación de rascacielos dispuestos en forma circular envolviendo una lámina de agua entre los que destaca la torre Unicredit de Pelli, por otro la Biblioteca degli Alberi (la Biblioteca de los árboles), un parque/jardín botánico muy holandés, y finalmente las dos torres del famoso Bosco Verticale de Boeri. Si te parece me centraré (brevemente) en los dos últimos y terminamos.
La Biblioteca degli Alberi es un original parque de unas diez hectáreas estrenado en 2018 y diseñado por Inside Outside, el estudio de Petra Blaisse que se dedica a proyectos de paisajismo y diseño textil asociados a entornos arquitectónicos. Blaisse ha trabajado desde los primeros 90, cuando fundó el estudio, para un buen número de edificios de Rem Koolhaas creando tanto proyectos de paisajismo como diseños de cortinas para separar ambientes y a la vez aportar dinamismo a los interiores, su asociación se ha comparado a menudo a la de Mies y Lilly Reich. El primer proyecto en el que colaboraron fue el Dans Theatre de La Haya (hace unos pocos años derruido para levantar un polémico edificio de más empaque) y el último la reciente Casa Austriaca diseñada por Rem in person. Para el diseño de la Biblioteca de los Árboles Blaise ha echado mano de Piet Oudolf, el prestigioso paisajista de la High Line neoyorquina o el Chillida Leku y la también neerlandesa Irma Boom, otra experta en este caso en el diseño editorial y que fue premiada en el último Madrid Design Festival; es autora por ejemplo del logo y tipografía corporativa del renovado Rijksmuseum, para el que dijo inspirarse en la sobria arquitectura de Cruz y Ortiz y también ha trabajado en el diseño de varios libros con Rem y Blaise. Boom, imaginamos, se habrá encargado del diseño de los términos botánicos en letras metálicas engastados en los caminos del parque y que indican el nombre en latín de las especies (más de 100) que allí se encuentran. Por lo demás esta biblioteca botánica incluye varios "parques circulares" que resuenan con la piazza Gae Aulenti y su diseño resulta especialmente llamativo a vista de dron, pues está atravesado por una serie de caminos de irregular geometría que sirven también de vías de comunicación entre la plaza y el quartiere Isola. Como señalan desde el estudio, "el parque actúa como conector urbano, campus cultural y jardín botánico". Del parque nos gustan hasta las farolas, soberbio diseño de iGuzzini. De todas formas si tanta modernidad te chirría y lo tuyo son los parques decimonónicos y perdidamente románticos te recomendamos los de la Villa Melzi en Bellagio (Francesco Melzi fue un importante político italiano empeñado en que sus jardines fueran mejor que los de su máximo rival político, que tenía su villa justo enfrente de la suya al otro lado del lago de Como).
Termino con el Bosco Verticale de Stefano Boeri. Resumiendo, que esto ya cansa, las torres del complejo, que parecen dos árboles más de la Biblioteca de Blaise, incorporan voladizos que permiten plantar arbustos y árboles de hasta nueve metros nada menos en su fachada. Entre ambas torres suman 700 árboles, equivalentes a dos hectáreas de bosque, que son conservados por profesionales (los "terrenos" sobre los que se instala la vegetación no pertenecen a los inquilinos sino a una empresa que se encarga de su cuidado). El Bosco, que acaba de cumplir 10 años y lo ha celebrado con la reciente publicación de un libro que incluye textos y fotografías de un buen número de profesionales como Beatriz Colomina o Iwan Baan, ha sido un proyecto premiado en numerosas ocasiones que pone en práctica la tan traida y llevada resilvestración de las ciudades. Ellos la llaman "una torre para árboles habitada por humanos", lo que nos vuelve a llevar a Santiago de Molina cuando hablaba de la necesidad de que los edificios promuevan la convivencia no solo entre seres humanos sino también entre diferentes especies y destacan que esta iniciativa, además de producir oxígeno, reducir CO2, refrescar las fachadas en verano y amortiguar el ruido del exterior, es un mecanismo anti-sprawl. La idea, que se ha extendido y ya muchas torres empiezan a incorporar, ha tenido también sus detractores, que señalan el alto precio de las viviendas de las torres de Boeri y la necesidad de reforzar la estructura del edificio no solo por el peso de los enormes maceteros sino también por el riesgo que supone el viento, utilizando para ello más hormigón del necesario en una vivienda normal. Para ambas situaciones se están buscando soluciones: para el problema del peso se está utilizando tierra volcánica, más ligera, y en relación al tema económico en Eindhoven por ejemplo ya se ha levantado una torre de viviendas de alquiler económico con las mismas características que el Bosco de Boeri. Cerca de París, MVRDV están construyendo el complejo La Serre, un "oasis urbano" en el que el 30% de la oferta será para vivienda social. Recordemos aquí que MVRDV, pioneros también en renaturalización, han propuesto la reconversión de las azoteas de las ciudades en zonas verdes (entre otros posibles 130 usos que han catalogado en una guía promovida por el ayuntamiento de Róterdam) y ya en 2007 propusieron para Valencia una torre muy similar al Bosco Verticale nunca construida que tenía como referente a la Huerta valenciana: "Nevertheless a lot of Huerta is lost. Why not “transplant and transport” these “condemned” Huerta plots to the future building, thus creating a vertical Huerta where every single house has it’s own outside space, like “minifundios”, small farmhouses, like the authentic Huerta plots".
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