lunes, 19 de agosto de 2024

Arquitectura como profecía

 


Pues sí, era Como, la capital de la arquitectura racionalista italiana, y el edificio del que te traía fotos la casa Giuliani-Frigerio de Giuseppe Terragni, máximo exponente del movimiento en su país a pesar de una carrera de poco más de 13 años que como veíamos quedó abruptamente interrumpida por culpa de la Segunda Guerra Mundial, en la que combatió primero en los Balcanes y luego, durante 16 duros meses, en el frente ruso antes de ser licenciado. Me resultó emocionante ver en vivo y en directo su obra ya que me había dejado impactado una magnífica exposición celebrada años ha en las Arquerías de Nuevos Ministerios sobre el italiano (recuerdo especialmente una enorme maqueta del Novocomum, el edificio que como te señalaba se valoró derribar por lo novedoso de sus formas). Pero deja que antes de entrar en harina te resuelva los pequeños enigmas que te proponía en la anterior entrada. En Como -cuando aún era Comum- nacieron también Plinio el Viejo, quien murió en la erupción del Vesubio, y su sobrino Plinio el Joven, gracias al que conocemos su vida, ambos tienen calle y escultura en la fachada del Duomo de la ciudad. Ya en el siglo XX te comentaba de un arquitecto también nativo de la ciudad de poca obra erigida y de nuevo brevísima carrera (igualmente interrumpida por la guerra) pero gran influencia teórica, Antonio Sant´Elia, adalid del futurismo en arquitectura, creador de potentes dibujos que imaginaban la Milán del año 2000 con una estética rompedora de inspiración maquinista e industrial y autor del virulento Manifesto dell´archittectura futurista de 1914 que, partiendo del que cuatro años antes había elaborado Marinetti, incluye postulados que recogerán, a un nivel menos beligerante, los arquitectos racionalistas, te escojo un par para que veas cómo se las gastaba el caballero: "La nueva belleza del cemento y del hierro se profana con la aplicación de carnavalescas incrustaciones decorativas, que no están justificadas ni por las necesidades constructivas, ni por nuestro gusto y que tienen sus orígenes en la antiguedad egipcia, india y bizantina y en ese desconcertante florecimiento de idioteces e impotencia que tomó el nombre de NEOCLASICISMO". (...) Esta es la suprema imbecilidad de la arquitectura moderna que se repite gracias a la complicidad mercantil de las academias, exilios forzosos de la inteligencia, donde se obliga a los jóvenes a la onanística copia de los modelos clásicos en lugar de abrir de par en par sus mentes a la búsqueda de los límites y a la solución de un nuevo e imperioso problema: La Casa y la Ciudad Futurista. La casa y la ciudad material espiritualmente nuestras, en las cuales nuestro tumulto pueda desarrollarse sin parecer un grotesco anacronismo". Puede recordar al manifiesto de Aizpurua que te mencionaba recientemente ("¿Cuándo habrá arquitectura?"), quien tanto en recorrido vital como profesional tiene mucho en común con Terragni. Es curioso pero la máquina hace también presencia en los llamados maestri comacini, gremio de contructores, albañiles y artistas medievales de la zona (en la preciosa iglesia local de Sant' Abbondio, de románico lombardo, han dejado buena muestra de su trabajo), siempre se pensó que el término comacini provenía de Como pero teniendo en cuenta que el gentilicio de la ciudad es comasco, hay estudiosos que prefieren asociar el adjetivo a una etimilogía procedente de "cum machinis", refiriéndose a los andamios y demás aparatajes utilizados por estos constructores, precusores lejanos de los afanes maquinistas de Sant' Elia. Por cierto que en Como tiene el futurista una de las poquísimas obras que en parte está basada en uno de los dibujos para su Cittá Nuova, se trata del monumento a los caídos en la Primera Guerra Mundial (él uno de ellos) para el que el propio Terragni había presentado un proyecto. Desestimado por la intervención de Marinetti, que sugirió se utilizara un diseño de Sant´Elia, sería paradójicamente el autor de la Casa del Fascio el que llevaría a cabo el monumento cuando su hermano Attilio, ingeniero al que tras varias vicisitudes se había encargado la obra, recurrió a él. A Giuseppe debió resultarle difícil plasmar las líneas futuristas de su colega comasco sin traicionar sus propias raíces racionalistas, mucho más sobrias, y las propias reticencias del municipio, que al final dio por buena una versión descafeinada, descartando dos potentes luminarias en lo alto de la construcción tal y como aparecían el dibujo de Sant`Elia y que, en interesante dos por uno, habrían hecho también referencia al hijo más querido de la ciudad.  

Sí, el verdadero local hero de Como no es otro que Alessandro Volta, inventor de la pila allá por 1799 (se conserva una en un templete construido en su honor en 1928 en estilo palladiano desoyendo el airado manifiesto de Sant' Elia, eso sí, su Monumento ai Caduti está, desafiante, justo al lado en brutal contraste) y al que debemos términos como voltio o voltaje. Acaso el primer futurista, la ciudad le dedica su mejor plaza con rimbombante estatua, faro en lo alto del monte de Brunate y como te decía curiosa escultura de Daniel Libeskind, de profesión sus tremendas deconstrucciones, que de vez en cuando nos sorprende con estos alardes artísticos. La obra está dedicada a la tensión eléctrica provocada entre dos polos contrarios; también te comentaba que en Almería tenía otra escultura, trabajo que le encargó la española Cosentino, y que lleva por título Beyond The Wall, que aquí encajaría a la perfección pues ir más allá de las paredes es uno de los mayores afanes a los que se dedica Terragni en sus obras comascas, horadar sin descanso el cubo moderno descomponiéndolo de todas las maneras posibles (y sin embargo manteniendo su forma), algo que como te mencionaba dejó impactado a Eisenman tras el descubrimiento de Como en los 60; el arquitecto de la Cidade da Cultura de Santiago es otro deconstructivista que acaso descubrió en Terragni el tortuoso camino a la deconstrucción (le dedicó un potente libro en cuya portada pueden verse las perforadas axonometrías de la Giuliani-Frigerio y la Casa del Fascio). Si me permites volver brevemente a Libeskind apuntaré como curiosidad que presentó en primicia la escultura almeriense en Milán nada menos, que queda muy cerca de Como, y en la capital lombarda tiene original grattacielo, el conocido como Il Curvo para el que dijo haberse inspirado en la Piedad Rondanini de Miguel Ángel, uno de los musts de la ciudad. Nunca dejará de sorprenderme que los deconstructivistas más fieros, que pasan del contexto olímpicamente (o directamente lo destrozan con ahínco), hablen de influencias formales del entorno para justificar los diseños de sus edificios.  

La magnífica librería comasca Plinio il Vecchio tiene un estante completo dedicado a la obra de Terragni. Compré Giuseppe Terragni. Una biografia critica de Antonino Saggio (no, no me he olvidado de las tildes, está, ovvio, en italiano, entiendo un 40% aprox. pero menos es nada) dado que era el más reciente e incluye un contributo de Eisenman, fechado en 2022, en el que habla de su descubrimiento de Terragni, primero gracias a Colin St John, quien le prestó un libro de Alberto Sartoris (buen amigo de Terragni) donde se incluían fotos de sus edificios y después gracias al insigne crítico y profesor Colin Rowe, quien le llevó en peregrinazione estive en julio del 61 por Europa en un Volkswagen Escarabajo conducido por él mientras Rowe le iba leyendo en voz alta. Cuando estaban llegando a la Casa del Fascio, Colin, inglés perdidamente enamorado de Italia donde acabaría tras la jubilación (acaso no hay amor más intenso por un país que el del hijo adoptivo, así Zóbel con España o Pevsner con Inglaterra), le avisó de que la visión que estaba a punto de contemplar iba a convertirse en su Epifanía. Y así fue: "La mia vita archittectonica è segnata da quel giorno, vi è un "prima" e un "doppo" Como". Terragni, al contrario que sus compatriotas, solo tiene en la ciudad un recoleto piazzolo al lado del que fuera su despacho, en el palacete familiar. Sobre el alto muro (en la foto de hoy) que rodea la propiedad, ya ajado, un lema que reza: "Dove Giuseppe Terragni (1904-1943) visse l´archittetura come profezia" colocado allí en el 25 aniversario de su muerte, el mismo año que Bruno Zevi organiza un congreso en Como sobre él y recoge en su revista un número monográfico que presenta por primera vez toda su obra. La lacra fascista, que había obligado a Zevi a hacer malabarismos para defender su obra, empieza a olvidarse (en 1956 la Casa del Fascio estuvo a punto de ser demolida pero un movimiento popular lo impidió como recuerda Fernández-Galiano), a lo que ayuda sin duda el interés ya comentado por el arquitecto comasco en el mundo anglosajón. Como te percibo ya fatigado, si te parece lo dejamos aquí, en una próxima entrada te cuento alguna cosa más. 

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