Seguimos con nuestra serie abstracta so pena de resultar cansinos. Pero hoy estudiaremos un caso muy concreto para tu valoración y haré mutis sin más, nada de irme por las nubes (aunque por las ramas seguramente sí).
Recordarás que hace poco hablábamos de Barozzi Veiga, el estudio barcelonés responsable de potentes piezas abstractas que han cosechado grandes éxitos en países germánicos, particularmente en Suiza. Nos preguntamos si tanta abstracción tendría el mismo éxito en nuestro Sur más profundo. Pues parece que sí, acaban de ganar el concurso para levantar un auditorio en la plaza de la Merced de Málaga (en la foto), en un solar baldío de propiedad municipal que hasta hace unos pocos años había ocupado un conocido cine de la ciudad, el Astoria, que desde 1966 trajo a los malagueños títulos punteros (el primero My Fair Lady que, caso insólito, exhibieron en versión original para preservar lo mejor posible las cualidades de la famosa película). El cine, al que completaba un bloque de viviendas anexo, conformaba una construcción exenta sin interés arquitectónico que daba por un lado a la calle Alcazabilla, hoy importante arteria cultural y por otro a la plaza de la Merced, emblemática por alojar la que fue casa natal de Picasso (hoy museo) en los bellos bloques de viviendas conocidos como las Casas de Campos y por cobijar bajo un obelisco de inspiración egipcia los cadáveres del general Torrijos y 47 colaboradores ajusticiados en 1831 en una cercana playa tras intentar realizar una proclama liberal a favor de la Constitución de 1812 y en contra del rey absolutista Fernando VII; habría quizá que inscribir a Torrijos en la nómina de combatientes románticos que lucharon por la la libertad, lista que encabezaría su estricto coetáneo Lord Byron, muerto en la guerra de independencia griega frente a los otomanos en 1824 (uno se pregunta si Torrijos, que estuvo exiliado en el Reino Unido de 1824 a 1830 protegido por Wellington nada menos, tendría al autor de Don Juan como referente -en su arrojo temerario al menos- durante aquellos revueltos años en los que planeó su fallido pronunciamiento). Decir también que en la parcela del cine Astoria se hallaron restos arqueológicos de relevancia, entre ellos más de 300 enterramientos de la época de los Reyes Católicos, pues fue aquí por donde Isabel y Fernando entraron en la ciudad en 1487 incorporándola a la Corona de Castilla. Vamos, que la de la Merced, plaza hoy plácida, esconde un espíritu doliente y mártir donde toda intervención debe ser especialmente cuidadosa, máxime si como decíamos el nuevo edificio es una pieza aislada y va a ser contemplado desde múltiples puntos de vista. Si a esto le añadimos un programa exigente que demanda un amplio salón de actos capaz para 700 personas, un centro coreográfico con tres salas de ensayos y un acceso a los restos arqueológicos, el reto es considerable pues semejantes requerimientos no caben en un volumen reducido.
Al concurso se presentaron diez propuestas de estudios todos ellos españoles. El que partía con ventaja era el del arquitecto local José Seguí, que ya había presentado un proyecto para este mismo solar en 2017 junto a Mendoza Partida, uno de los estudios responsables del Kunstsilo noruego que te comentaba en la anterior entrada. El edificio que entonces proponía el malagueño, de volumetría impactante, con seis plantas nada menos y también muy abstracto, incorporaba múltiples ofertas de ocio y venía de la mano de Antonio Banderas, dispuesto a invertir una importante cantidad en el proyecto que incluso le obligaría, según declaró, a trasladar su residencia a Málaga. El alcalde de la ciudad, acaso entusiasmado en demasía, preparó un concurso según ciertas fuentes a medida para el tándem Seguí-Banderas, lo que pronto puso a la oposición municipal en armas contra la idea. Finalmente Banderas, cansado de las acusaciones (afirmó que no quería ser "otro Moneo", en alusión a otra encendida polémica en torno a un hotel diseñado por el navarro en la ciudad), tiró la toalla y Seguí se quedó solo. El proyecto quedó en el aire hasta que se revivió con el nuevo concurso que hoy nos ocupa. Seguí volvió a presentar su proyecto, imaginamos (no hemos encontrado imágenes) algo más modesto que el primero. En la valoración técnica del "comité de expertos" la nota más alta, con 38 puntos sobre 50, fue para Barozzi Veiga, quedando Seguí en segundo puesto solo tres puntos por detrás. Quedaba la valoración económica, donde Seguí partía con clara ventaja, ya que su proyecto era bastante más económico que el del estudio barcelonés pero, vaya, la Gerencia de Urbanismo declaró con una extraña valentía que la propuesta del malagueño era anormalmente baja (temeraria en términos técnicos) y la excluyó, junto a otras dos, de la competición. Barozzi Veiga, que habían presentado la segunda propuesta más cara, resultaron finalmente vencedores. Se puede extraer una lección muy interesante de todo este proceso, creo yo. Cierro párrafo con cita de Sota: "Un alumno preguntaba al arquitecto Richard Neutra qué debía hacerse si en una plaza antigua de viejo cuño y con solera se derrumbaba una de las casas que la forman. Se podría hacer una copia de la desaparecida, o un pastiche, o bien una casa actual ocupando el hueco. El viejo profesor contestó simplemente: "Llamar a un buen arquitecto". Como en una dentadura, el diente caído no es sustituido por uno ya gastado, sino por una moderna prótesis que no desentone por bien hecha. El nuevo rico quizá se ponga un diente de oro".
¿Cuál ha sido la recepción del proyecto ganador? Pues la verdad es que más bien fría. En un medio local se entrevistó a cinco arquitectos malagueños y ninguno manifestó sintonía con el proyecto. La verdad es que, incluso para un buen profesional, debe ser complicado encontrar el encaje adecuado para un proyecto tan visible y hacerlo con un lenguaje contemporáneo, que es por cierto el que proponía el propio Seguí (su primera propuesta como decíamos era casi brutalista) y todos los contendientes del primer concurso, del que circula por la red más información que del último. Se entiende por tanto mal el desafecto por la propuesta de Barozzi Veiga. Salvo el proyecto de Huete arquitectos, un blob que bien podría recordar al nuevo Bernabéu, el resto planteaban en 2017 diferentes paralelepípedos o proponían varios bloques angulosos de diferentes tamaños, como la propuesta de Martínez Santa-María, de nombre Paulo Picasso sobre un burro, que podría haber firmado perfectamente Siza. A nosotros, si en mi blog puedo dar mi opinión, es la que más nos ha gustado; frente a los demás proyectos, que proponían un volumen macizo y denso (Barozzi Veiga van en la misma dirección), la idea de Martínez Santa-María, acaso más elaborada, quiebra los volúmenes buscando suavizar el impacto visual y no bloquear (demasiado) las vistas desde la plaza hacia la Alcazaba y Gibralfaro. Además, lo más revolucionario venía en su flexible interior, que se podía configurar a gusto de la ciudadanía como si fuera un mueble de Ikea en palabras del arquitecto (de hecho recibió el segundo premio tras la propuesta de Seguí). Por cierto, si el proyecto ganador se cayó, ¿por qué no se dió la oportunidad a este? Va a ser cierto que al final era un traje a medida para nuestro más internacional actor. Te enlazo a una web con todas las propuestas del concurso de 2017 y juzgas tú mismo. Ya que estamos te diré que que Martínez Santa-María, arquitecto madrileño que desconocía, osó colocar una serie columnas hechas a base de apilar botes de pintura reciclados delante del Pabellón de Barcelona de Mies (sí, como te lo estoy contando), replicando las columnas de Puig y Cadafalch que se erguían en el mismo lugar y que fueron demolidas en 1928 a iniciativa de Primo de Rivera por hacer referencia a la senyera (no tengo claro el dato, al parecer eran 4, aludiendo a las cuatro franjas de la bandera -cuatro se reconstruyeron en 2010-, pero hay fotos donde aparecen más, de hecho Martínez recrea 8 y no 4, deben ser otras distintas). Sea como fuere uno se pregunta si en esta reconstrucción povera y algo chusca, la verdad, no se está poniendo en tela de juicio (o directamente ridiculizando) la propia resucitación del pabellón miesiano. No es la única intervención que el madrileño ha llevado a cabo con columnas, en Dinamarca, dentro de un edificio de Utzon, levantó 28 columnas ondulantes de ladrillo que parecían trepar hacia la luz en curioso efecto, mostrando una vez más el afecto de no pocos arquitectos españoles por la arquitectura escandinava que también puede observarse en sus obras, así en las casas de Sigüenza o en el bloque de viviendas que tiene en Madrid, rotundas construcciones en ladrillo que igualmente pueden remitir a Fernández Alba, otro de nuestros nórdicos militantes.
Concluimos ya este viaje ajetreado por el espacio y el tiempo. Déjame volver a My Fair Lady. El mito de Pigmalión es tentador para maestros, pero también para arquitectos. Acabo con Fernández Alba en Palabras dibujadas: "La bruma que envuelve la orfandad de la arquitectura del yo, pese a la orgía visual que trata de administrarla y convencernos de la autenticidad de lo falso como realidad, viene supeditada a una crisis más profunda, la crisis de la ciudad".