"Un proyecto nace de una voluntad, de un lugar, de un deseo, de una memoria, de una imagen, de una ambición. Nace para comenzar un camino. Un camino que a veces es recto y a veces tortuoso. Nace creando su propio camino, su propia evidencia.
El proyecto nace de lo que ya aprendimos, pero también de lo que no conocemos, de aquello que deseamos. (...) El proyecto es un camino de comprensión, de descubrimiento.
Un proyecto crea su campo de posibilidades. Lo hace caminando, acompañándonos, exponiéndonos y validando nuestras decisiones. Nuestro trabajo consiste en hacer posible que cada condición única crezca en libertad.
Sin embargo, esta circunstancia irrepetible se crea a partir de aquello que nos resulta cercano, de lo que nos es familiar y conocemos bien. De cosas inmersas desde siempre en la vida, en lo cotidiano.
Puertas, ventanas, techo, suelo, son las letras con las que escribimos. Elementos que deben ser nuestros, porque no se escribe poesía en una lengua extranjera, sólo en la materna. El proyecto combina la memoria y el descubrimiento, o el descubrimiento de la memoria. Un camino que que va integrando todos los factores de la vida, reales, físicos o culturales, eligiendo en el proceso aquellos que dan a luz una respuesta que el propio proyecto legitima.
Se proyecta por el asombro del descubrimiento, único e irrepetible. Es un trabajo que obliga a comenzar siempre desde cero. Un trabajo disponible, atento, libre, cargado de conocimientos disciplinares pero próximo a la vida". (Manuel Aires Mateus, Lo demás es silencio, en AV 225)
"Creo que la arquitectura tiene que generar una cierta influencia en la forma en que vivimos. Y en este momento estamos demasiado acostumbrados a una forma de vida estandarizada. No es negativo, pero quiero hacer hincapié en ello porque nos hemos acostumbrado en exceso a espacios que son genéricos, no vemos la posibilidad de usar los espacios como algo que podría proporcionarnos cierta poesía necesaria en nuestras vidas. Así, vemos y experimentamos estos espacios en los edificios históricos. No fueron dictados por normas estandarizadas sino por la relación de las personas y el espacio como algo que pudiera generar una influencia en nosotros. Por ejemplo, para la gente que vive en la zona histórica de Lisboa, los espacios no fueron diseñados con la intención con la que se usan hoy en día. Pero, a pesar de ello, han sido capaces de resisitir en el tiempo y tener la capacidad de adaptarse en nuestra sociedad y mantener su sentido poético. El lenguaje de la arquitectura es en realidad el espacio que interactúa contigo. Es una relación del cuerpo con el entorno, en todas las escalas posibles". (Manuel Aires Mateus, Architecture as an Art of Permanence, en A+U 574)
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