domingo, 10 de mayo de 2020

Juntos pero no revueltos


Propuesta de Plastique Fantastique para estos días recios
"Se puede contemplar al neo-liberalismo colapsando en tiempo real. Los gobiernos cuya misión era reducir el estado a su mínima expresión, recortar impuestos y préstamos y desmantelar los servicios públicos están descubriendo que las fuerzas del mercado, a las que convirtieron en fetiche, no pueden defendernos de esta crisis. (...) El cambio es incluso más interesante de lo que en principio puede parecer. El poder ha migrado no solo del dinero privado hacia el estado, sino que a su vez ha huido del mercado y del estado a otro lugar completamente diferente: el de la acción comunitaria ("the commons"). En todo el mundo, las comunidades se han movilizado donde los gobiernos han fracasado. 

En India, la gente joven se ha organizado por su cuenta a escala masiva para ofrecer paquetes de ayuda a los "daily wagers", personas sin ahorros o propiedades que viven al día y dependen totalmente del movimiento de dinero en metálico que en estos momentos se ha detenido. En Wuhan, China, tan pronto como el transporte público se detuvo, muchos conductores voluntarios crearon una flota comunitaria que transportaba a los trabajadores sanitarios de sus hogares a los hospitales (...) [el autor da una veintena más de ejemplos similares].

Las películas de terror se equivocaron del todo. En lugar de convertirnos en zombies comedores de carne humana, la pandemia ha convertido a millones de personas en buenos vecinos. En su libro Free, Fair and Alive, David Bollier y Silke Helfrich definen esta actitud como "una forma de actuación social que permite que la gente disfrute de la libertad sin reprimir a otros, defienda la justicia sin control burocrático... y reivindique la soberanía sin nacionalismo". Los "comunes" no son ni capitalistas ni comunistas, ni mercado ni estado. Son un levantamiento de poder social en el que aunamos esfuerzos como iguales para afrontar nuestros aprietos compartidos. 

Miles de libros, películas y fábulas nos aseguran que el final de cuento de hadas al que todos deberíamos aspirar es convertirnos en millonarios. Entonces podremos aislarnos de la sociedad en una mansión con altos muros, sanidad privada, educación privada y avión privado. Los "comunes" plantean un objetivo contrario: encontrar el sentido, el propósito y la satisfacción trabajando juntos para mejorar la vida de todos. En tiempos de crisis, redescubrimos nuestra naturaleza social. (...)

No hay garantía de que este resurgimiento de acción colectiva sobreviva a la pandemia. Podríamos regresar al aislamiento y la pasividad que tanto el capitalismo como el estatismo han fomentado. Pero no creo que lo hagamos. Tengo la sensación de que algo está tomando forma ahora, algo que echábamos en falta: la fuerza transformadora e inesperadamente emocionante de la ayuda mutua". (George Monbiot: The horror films got it wrong en The Guardian).

“La solución no será el aislamiento ni la construcción de nuevos muros y posteriores cuarentenas. Hace falta una plena solidaridad incondicional y una respuesta coordinada a nivel global, una nueva forma de lo que antaño se llamó comunismo. Si no orientamos nuestros esfuerzos en esa dirección, entonces el Wuhan de hoy puede acabar siendo lo habitual en las ciudades futuras (...) Si los Estados se aíslan, comenzarán las guerras (...) Como expresa Will Hutton: ‘En la actualidad está agonizando cierta forma de globalización de libre mercado y desregulada, con su propensión a las crisis y a las pandemias. Pero está naciendo otra forma que reconoce la interdependencia y la primacía de la acción colectiva de base empírica. (. ..) No apelo a una solidaridad idealizada. La crisis actual demuestra que la solidaridad y la cooperación global tienen como finalidad la supervivencia de todos y cada uno de nosotros, y que obedecen a una pura motivación racional y egoísta. (...) Tal como reza el dicho: en una crisis somos todos socialistas. Incluso Trump se ha planteado una forma de renta básica universal. Este socialismo forzado, ¿será un socialismo para los ricos, como el rescate de los bancos en 2008? (...) Ahí es donde aparece mi idea de comunismo, no como un sueño inconcreto, sino como el nombre de lo que ya está sucediendo (...) el gasto de billones para ayudar no sólo a las empresas, sino también a los individuos se justifica como medida extrema para mantener la economía en funcionamiento y evitar la pobreza, pero lo que ocurre es más radical: con esas medidas, el dinero ya no funciona al modo capitalista tradicional, sino fuera de las restricciones de la ley del valor”. (Slavoj Zizek, Pandemia).

"Vivir a distancia es vivir menos. El alejamiento que impide la propagación del virus va a transformar nuestros hábitos, y el futuro inmediato se perfila como un paisaje de partículas elementales que se desplazan evitando el roce para situarse en los vértices de una malla regular que marca la distancia de seguridad. En esa distopía vamos a residir hasta que las pruebas diagnósticas, los antivirales y las vacunas vuelvan a hacer seguros los contactos, quizá dentro de dos años. Es un tiempo muy largo para nuestra experiencia individual o colectiva, pero muy corto para la vida testaruda de las ciudades, y es probable que la Covid-19 no modifique las pautas urbanas como antes sí lo hicieron la peste, el cólera o la tuberculosis. Si acertamos a resolver sus problemas sanitarios, de congestión y de seguridad, la ciudad densa —además de crisol de innovación y motor económico— es nuestro mejor recurso para enfrentarnos a la emergencia climática, así que es dudoso el retorno a la insostenible ciudad dispersa (...) Si la humanidad sabe convertir esta crisis en una oportunidad, se moverán menos las gentes y las cosas, el consumo de proximidad se preferirá al lejano, y el tiempo pausado al vertiginoso: viviremos más juntos, que es una de las formas que adopta la felicidad". (Luis Fernández-Galiano, Vivir a distancia)

Gelbes Hertz (Corazón amarillo), del colectivo Haus-Rucker-Co (1968): Pop pandémico




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