domingo, 29 de marzo de 2020

Quedarse en casa

La casa ideal para estos días recios
"Todo el mundo sueña con una casa propia, pero algunos sueños son más grandes y lascivos que otros. Desde el disneificado palacio psicotrópico de Schloss Neuschwanstein, ocupado por Luis, el rey loco bávaro, durante solo 172 días, hasta la casa Tugendhat de Mies, con sus paredes de ónice y ventanas como vitrinas, los mecenas de amplios bolsillos y ambiciones descomunales pueden siempre conseguir lo que quieran. La casa familiar más cara del mundo, valorada en 2.000 millones de libras en 2014, es la casa Antilia, de 27 pisos, en Mumbai, diseñada por la firma estadounidense Perkins+Will para Mukesh Ambani, el hombre más rico de la India. Con espacio para un personal compuesto por 600 personas y seis plantas solo para sus coches, incluye también spa, piscinas, un teatro de 50 butacas, una estudio de danza, sala de baile, jardines colgantes y tres helipuertos. 

Siempre ha existido una fascinación alucinada por las vidas privadas de los ricos y no tan famosos. A todos nos gusta fisgar por el ojo de la cerradura, sin embargo, los excesos domésticos de Ambani apenas representan la obscena punta del iceberg que conforma esta suerte de porno arquitectónico. Un porno, momento arquitectónico salaz y seductor, que es tanto insidioso como ubícuo y se nos suministra a través de serviciales canales en forma de revistas, páginas web y programas de televisión. Enciende tu televisor a las 8 de la tarde de un día entre semana y ahí están, los gesticulantes boulevardiers y sus procacidades: (...) y el papi de todos ellos, Kevin McCloud, atrapado para siempre en Grand Designs, el Noveno Círculo del infierno archporn. (...)

¿Vivirías en una casa así? Y sin embargo este porno arquitectónico tiene un vientre sórdido y procaz que reduce la arquitectura a una manera de entender el lifestyle tristemente idealizada y que promueve el sálvese quien pueda. Así, sirve para reforzar un sentido de irrealidad cada vez más extendido y una desigualdad tóxica en medio de un mercado de la vivienda que alcanza precios vergonzosos. El pasado año se denunció que en los listados de propiedades a la venta en Londres sólo había una vivienda al precio de 100.000 libras.(...)

El RIBA [el Royal Institute of British Architects] hace el juego ahora a esta farsa ayuntándose con el Channel 4, creador de Grand Designs, para hacer un programa sobre cada una de las casas seleccionadas para obtener su premio de Casa del Año. Donde una vez hubo una cobertura concienzuda de cada uno de los proyectos seleccionados para el premio Stirling [no necesariamente centrados en la vivienda], expandiendo con éxito la reserva genética de las diferentes tipologías en la arquitectura televisada, encontramos ahora una voluntad de reducir su alcance a un puñado de vacuas estampitas dedicadas a sonreír sin ganas al porno arquitectónico. La arquitectura y el público televisivo merecen más que semejante basura para bobos. 

En este ambiente de intereses creados, los arquitectos son a menudo los peores enemigos de sí mismos. La mayoría comienzan con un encargo para la casa de ensueño de alguien, así que están encantados de hacer lo que haga falta para conseguir clientes y encargos. En concreto, esto incluye que su trabajo aparezca no solo en la prensa especializada, donde solo será contemplado por otros arquitectos, sino que consiga dar el salto en el hiperespacio hasta alcanzar el ámbito, más acogedor y empalagoso, de las revistas generalistas, que son leídas con detenimiento por miles de clientes potenciales. (...)

Mientras haya casas, el porno arquitectónico estará con nosotros, lanzándonos un descarado guiño que nos diga "vamos, sabes que quieres". Pero, mientras ciudades como Londres sigan su vaciamiento provocado por la desorbitada subida del precio del terreno y las propiedades, la construcción de silos para apartamentos cuyo único fin es la especulación y la falta de vivienda asequible, mientras las casas se consideren simples símbolos de status y repositorios de capital, entonces el fetichismo por las casas de ensueño parece una distracción de grotesca crueldad, un zurullo envuelto en oropel". (Catherine Slessor, Outrage: the toxicity of house porn, en The Architectural Review).

¿La prehistoria del archporn?: Casa del futuro de Alison y Peter Smithson (1956)



domingo, 22 de marzo de 2020

Rehorizontalización


"Cuando John Lennon y Yoko Ono se casaron en secreto en Gibraltar el 20 de marzo de 1969 la ceremonia duró solo tres minutos. Pero esos minutos, tan elaboradamente protegidos, fueron de hecho el final de la privacidad. Rápidamente invitaron a una audiencia global a su cama de luna de miel, un encamamiento de una semana de duración por la paz que se extendió desde el 25 al 31 de marzo, de 9 de la mañana a 9 de la noche, en la habitación 902 del hotel Hilton de Amsterdam. Dos de las personas más públicas del mundo se metieron en una pecera literal: la caja de cristal del Hilton. (...)

John y Yoko no se limitaron a ocupar la habitación. La rediseñaron como un escenario multimedia con una imagen particular en mente. Fueron en todos los sentidos los arquitectos de esa imagen. (...) Con su espalda contra la ventana, miraban al interior de la habitación en una especie de estrategia loosiana; Loos siempre colocaba el sofá contra la ventana, con sus ocupantes mirando al interior convertidos en una silueta contra la luz para aquellos que entraban en la habitación. Sus cuerpos contra la luz, sobre un fondo cubierto todo de blanco: blancas paredes, blancas sábanas, blancos pijamas y flores blancas, parecían volar sobre la capital holandesa. 

El hotel está en la ciudad pero aislado, un oasis transparente. ¿Pero qué queda fuera? El telón de fondo es Ámsterdam, a la sazón el centro de la revolución cultural y sexual de la Europa de los 60, el centro de la experimentación con sexo, drogas, rock´n´roll, activismo político y protestas varias, contra la guerra de Vietnam, el gobierno local y los recortes en vivienda social, y en apoyo de la igualdad de derechos, aborto, e incluso formas alternativas de transporte. 

La cama 24/7 de John Lennon y Yoko Ono anticipa la cama laboral de hoy. En lo que es seguramente un cálculo conservador, The Wall Street Journal señalaba en 2012 que el 80% de los jóvenes profesionales urbanos de Nueva York trabajaban de manera regular desde sus camas. La fantasía de la oficina en casa ha cedido el paso a la realidad de la oficina en la cama. El mismo significado de la palabra"oficina" se ha tranformado. Millones de camas dispersas están tomando el mando sobre los conglomerados de edificios de oficinas. El boudoir está derrotando a la torre. Las tecnologías electrónicas en red han eliminado todos los límites a lo que se puede hacer desde la cama. ¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí?

La industrialización trajo consigo los turnos de 8 horas y la separación radical entre el hogar y la oficina o la fábrica, entre descanso y trabajo, noche y día. La post-industrialización devuelve el trabajo de nuevo al hogar y a la propia cama. Todo el universo se concentra en una pequeña pantalla con la cama flotando en un mar infinito de información. Tumbarse no es descansar sino moverse. La cama es ahora un lugar de acción.

El trabajador recostado ya no necesita piernas. La cama es la prótesis definitiva y toda una nueva industria se dedica a proveer de artilugios que faciliten el trabajo mientras estamos tumbados: leer, escribir, mandar mensajes de texto, grabar, emitir, escuchar, hablar y, por supuesto, comer, beber, dormir o hacer el amor, actividades que parecen haberse convertido últimamente en trabajo también. Dormir ha devenido un trabajo duro para millones, con la industria psicofarmacéutica ofreciendo nuevas medicinas cada año y un ejército de expertos en sueño dando consejos sobre cómo conseguir este objetivo por lo visto cada vez más difícil, todo en el nombre, por supuesto, de la productividad.

Esta filosofía ya estaba personificada en la figura de Hugh Hefner, quien como es bien sabido apenas abandonaba su cama, y no digamos su casa. Literalmente situó su oficina en su cama en 1960, cuando se mudó a la mansión Playboy en el 1340 de North State Parkway en Chicago, convirtiendo así su lecho en el epicentro de un imperio global, su atuendo de negocios convertido en pijamas y batas de seda. "No salgo de mi casa en absoluto!!!!... Soy un recluso contemporáneo", dijo a Tom Wolfe (...). 

Hefner no estaba solo. La cama bien puede haberse convertido en la oficina americana definitiva desde mediados de siglo pasado. En una entrevista a Paris Review en 1957 se le preguntaba a Truman Capote sobre sus hábitos como escritor: "¿Escribe en una mesa? ¿Utiliza una máquina de escribir?", a lo que respondía:"Soy un autor completamente horizontal. No puedo pensar a menos que esté tumbado, ya sea en la cama o en un sofa, y con un puro y un café a mano". 

Incluso los arquitectos han montado su oficina en la cama. Richard Neutra comenzaba a trabajar en el momento en el que se despertaba, con un elaborado equipo que le permitía diseñar, escribir o incluso entrevistarse desde la cama. Su lecho en la casa VDL de Silver Lake, en Los Ángeles, incluía dos teléfonos, tres puestos de comunicación para hablar con otras habitaciones de la casa (...), mesas de dibujo y caballetes que se desplegaban sobre la cama, luz eléctrica y un radio-gramófono manejado desde un panel de control sobre el cabecero (...). 

El equipamiento que Hefner imaginó (alguno de cuyos artilugios, como el contestador telefónico, aún no existían) se ha puesto al servicio ahora de la generación de internet y los medios de comunicación social. La fantasía Playboy de la bella chica de la puerta de al lado es más probable que se haga realidad hoy con alguien de otro continente, y estaría por ver si ella es real o una construcción electrónica. ¿Importa? Como en la reciente película Her, un conmovedor reflejo de la vida en un estado suave y uterino resultado de nuestras nuevas tecnologías móviles, la "ella" en cuestión es un sistema operativo que resulta ser un compañero más satisfactorio que un ser humano. El protagonista se acuesta con ella, charlan, discuten, hacen el amor y finalmente rompen, todo ello a menudo en la cama. 

Si, según Jonathan Crary, el tardocapitalismo es el final del sueño, colonizando cada minuto de nuestras vidas para producir y consumir, los actos del recluso voluntario no son al cabo tan voluntarios. La división decimonónica de la ciudad entre descanso y trabajo puede pronto quedar obsoleta. (...) El final del trabajo remunerado y su substitución por un ocio creativo ya fue imaginado en proyectos utópicos de los 60 y 70 por Constant, Superstudio y Archizoom, que incluían camas superequipadas. Ahí está, por ejemplo, el Cushicle y el Suitaloon de Michael Webb de 1964-67, en los que la cama electrónicamente mejorada para el sexo y el trabajo es también vestido, casa y vehículo. Si ya estamos viviendo en el 24/7, enfrentándonos a un futuro inminente de vida sin trabajo, ¿no deberían los arquitectos volver a la problemática que la cama y la nueva ciudad trae consigo? ¿No es el sueño una controversia arquitectónica?

Mientras tanto la ciudad ha empezado a rediseñarse a sí misma. En la presente sociedad aquejada de déficit de atención, hemos descubierto que trabajamos mejor en periodos cortos pero intensos interrumpidos por momentos de descanso. Se diseñan camas cerradas para espacios de oficinas y muchas empresas, como MetroNaps, ofrecen cápsulas-cama en la oficina para aumentar la productividad. (...) Pero estos espacios de relajación no están solo surgiendo en las oficinas. Nuevas tipologías de edificios dedicados al sueño surgen por doquier en las ciudades.(...) La controversia en torno a la cama se ha convertido en una controversia urbana. Nuevos tipos de intimidad están generando nuevas arquitecturas". (Beatriz Colomina, Pyjama party: what we do in bed en The Architectural Review).

sábado, 14 de marzo de 2020

Resilvestración salvaje



"Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando éstas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan que pensar...

En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable. La calidad del aire que respiramos mejora, usamos mascarillas, pero no obstante, seguimos respirando...

En un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquellos a los que no se les permite cruzar la frontera, aquellos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo tipo de lujos económicos a nuestro alcance.

En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin  descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, si acaso éste no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos todavía cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?

En una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.

En una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por descontado estos gestos y su significado?

En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de ésta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y empecemos a pensar en qué podemos aprender de todo ello. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad ya está bastante en deuda y que nos lo está viniendo a explicar esta epidemia, a un alto precio". (Francesca Morelli. La foto es del centro de arte Aranya de Neri&Hu).



domingo, 8 de marzo de 2020

Marvão


"De Marvão vê-se a terra toda" (José Saramago).

domingo, 1 de marzo de 2020

Resistencias



"Al hablar de "resistencias" nos referimos al tipo de proyectos disruptivos, que son parte del proceso de cambio propio de la actividad creativa. Solo superando resistencias se avanza en este tipo de procesos; es esa fricción resultante de la resistencia la que nos incita a pensar. Son , en este caso, objetos que poseen sin duda cierto espíritu áspero, duro, adusto, quizá menos empáticos, en los que se advierte una voluntad competitiva severa, pero son también objetos que nos hablan de momentos importantes para la reflexión. El escritorio Radical Fake [en la foto] realizado a partir de la intersección de elementos geométricos, que forma diferentes siluetas dependiendo del punto de vista desde el que se observa, es un buen ejemplo de este tema". (Exposición Patricia Urquiola. Nature Morte Vivante)

"En un libro titulado precisamente La Resistencia, Ernesto Sábato confiesa que su lema ha sido que hay que resistir, pero que no resulta fácil encontrar la forma de encarnarlo. Para el escritor la resistencia está relacionada siempre con el hecho de mantener la esperanza a modo de vela en la noche del mundo, y  también, necesariamente, con el compromiso con los más débiles. Sin duda alguna quienes se sacrifican para cuidar a los desventurados encarnan la resistencia. En esta especie de testamento espiritual de Sábato, resulta muy significativo que se articulen noche, resistencia, esperanza y compromiso, y también que una de las conclusiones a las que llegue sea que "nos salvamos por los afectos", es decir, por lo que se hace de corazón. La actualidad destinal, dominada por la competitividad y la violencia contenida, contrasta con la inactualidad del corazón, del ágape o de los "estados de paz".(...) Hay vida más allá de la actualidad. Mejor dicho: sólo hay vida más allá de la actualidad. Vida, libertad y pensamiento se dan lateralmente. La libertad consiste en salir de la estadística hacia lo lateral capaz de crear, de resistir".  (Josep M. Esquirol, La resistencia íntima). 

"Clausurando un década diversamente llamada populista o identitaria, nos adentramos en una terra ignota recorrida por los temores milenaristas de la emergencia climática, por el auge del autoritarismo demagógico y por la transformación de la geopolítica y de la vida cotidiana con el surgimiento caudaloso de la inteligencia artificial y de la biotecnología. No es seguro que la mirada retrospectiva nos ilumine sobre el futuro que se precipita sobre nosotros, porque si la historia no ha sido nunca magistra vitae, la actual aceleración de los cambios técnicos y sociales sólo produce vértigo. Pero la resiliencia de los seres humanos, y la tenacidad de sus estructuras materiales y simbólicas invitan a la esperanza, por más que no puedan proyectar luz alguna sobre el porvenir. Sabemos que la única constante es el cambio, y a él nos iremos adaptando, agudamente conscientes de que estamos arrojados a la corriente impetuosa del tiempo, pero persuadidos también de que seremos capaces de navegar en ese mar incierto". (Luis Fernández-Galiano, Mirando atrás, en el Arquitectura Viva 221).