domingo, 9 de junio de 2019

Ciudades muertas y vivas



"-¿Pensar a gran escala no es uno de los problemas principales del planeamiento urbano?
-Sí, ese afán de grandiosidad es inherente a la ortodoxia del dogma del urbanismo, y es algo bastante simplista. No se puede crear tejido en una ciudad viva así como así, de un plumazo, sino que las cosas tienen que ir creciendo. El tipo de planeamiento urbano que funcionaría de verdad sería una especie de improvisación inteligente y documentada, que es, al fin y al cabo, en lo que consiste en gran medida nuestra planificación vital (...). La idea de estimular de golpe toda una zona no tiene nada que ver ni con la vida real ni con el crecimiento. También existe ese ideal de hacer las cosas perfectas de entrada y dejarlas así para siempre, y esto es una especie de muerte. (...)

Las zonas suburbanas son lugares perfectamente válidos para quien quiera vivir en ellas, pero, desde el punto de vista económico y social, son espacios inherentemente parasitarios, pues viven de soluciones halladas en las ciudades. Sin embargo, no le echo la culpa solo a los urbanistas, sino que implícitamente culpo a quienes saben que las cosas se están haciendo mal y no tienen la suficiente confianza en sí mismos como para actuar en calidad de ciudadanos de un país con capacidad de autogobierno. Es terrible cómo hemos abdicado de la responsabilidad de ser ciudadanos. 

-Y si la gente crece con tal sentimiento de impotencia hacia el uso de su propia mente, ¿no será porque algo falla en las escuelas? 
-Si fuera directora de un colegio, pondría unos deberes permanentes desde el primer hasta el último curso: todas las semanas, cada niño tendría que traer una cosa dicha por una figura de autoridad -podría ser el profesor, o alguna cosa que haya visto en el periódico, pero algo con lo que no estén de acuerdo- y refutarlo. (...)

Hoy la arquitectura está en bastante mala forma. Está siendo objeto de críticas contradictorias y su rechazo no es solo cosa de gente inculta. (....) [Los arquitectos] han perdido la cabeza por la novedad y las cosas despampanantes, vulgares y terriblemente ególatras, en gran parte porque tampoco saben qué otra cosa hacer.

-¿Qué quiere decir?
-Si su estética se basara en la función, en cómo funcionan las cosas, no tendrían necesidad de recurrir al efectismo, la novedad o la exageración grotesca. El edificio del Chase Manhattan Bank ha arruinado la silueta urbana del sur de Manhattan. Esto es algo increíblemente egoísta e insensible para un edificio, y quienes están haciendo estas cosas no son solo arquitectos de tres al cuarto. (...)

Sin embargo, esta actual falta de atención a la función no es un mal exclusivo de la arquitectura o el urbanismo. Parece que la gente ha dejado de saber cómo funcionan las cosas. Hay todo tipo de diseños idealizados que ignoran para qué sirven los objetos, o que ocultan lo que hacen y cómo lo hacen. Es como lo de aquellas locomotoras que se veían antes, que tenían ruedas y todos sus mecanismos a la vista. Se las cubrió con un faldón que ocultara lo más posible. Gran parte de lo que hoy llamamos diseño en realidad es ocultación". (Jane Jacobs, perturbadora de la paz, entrevista realizada en 1962 por Eve Auchincloss y Nancy Lynch, en Jane Jacobs, cuatro entrevistas).


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