domingo, 19 de mayo de 2019
Ciudades maestras (2)
Esta semana que un ciudadano Kane se haya gastado 91 millones de dólares en el famoso conejo de Koons nos ha dejado fuera de juego. Si lo unimos a la tremenda intrusión de una masa de aire africano, que ha dejado mi celebro más vaciado que España y casi tan desafinado como Madonna en Eurovisión, hoy no esperes gran cosa. Digamos que toca entrada pop. Tres cositas te traigo apenas enhebradas en torno a la ciudad tras lo cual por el foro haremos mutis.
La primera es un breve pero contundente video. Ricky Burdett hablaba en nuestra anterior entrada de la ciudad como maestra y casi como madre, aquí verás que puede ser también madrastra de la que es imperioso menester huir de vez en cuando si no queremos perecer en una asfixiante espiral de agobio autoinducido. No te digo más, aquí lo tienes.
La segunda es otro video que me llegó por whatsapp con ocasión de San Isidro, patrono de Madrid, mi ciudad. Igual ya lo conoces. Es algo más largo que el anterior, pero merece la pena. Es un video promocional de la capital en el que se da una refrescante vuelta de tuerca a lo cañí, que al cabo está ahí. Se intuyen los iconos arquitectónicos indiscutibles, pero se añaden otros más modernos. El más sorprendente, la biblioteca de Navarro Baldeweg en la Puerta de Toledo (en la foto), un edificio que aunque cilíndrico para mí que siempre quiso ser caja ortogonal, y que pasa completamente desapercibido para el común de los mortales, salvo para la avezada retina del director de este magnífico corto. Está bien que alguien se acuerde de esta baldía y desafortunada plaza, triste antítesis de la de la Independencia. Aquí tienes el enlace, disfrútalo.
Te he dejado para el final lo mejor. Don Luis Fernández-Galiano, experto también en ciudades (hace unas semanas daba un ciclo en la Juan March sobre cuatro urbes -Viena, París, Nueva York y Los Ángeles- que fueron capaces de aglutinar importantes movimientos culturales y artísticos en diferentes momentos del pasado siglo, ciclo del que trataremos de dar cuenta cuando encontremos un ratillo), escribió una glosa bellísima para El País de otra de mis ciudades-fetiche, Lisboa, cuando, allá por 1997, se estaba preparando la Expo 98. Recuperado el texto para Años alejandrinos, que leo por orden, como manda Moneo, y solo un artículo al día, que no quiero que se me acabe, justo antes de entregarme, exánime, a Morfeo (cuánta pedancia, por favor), te cito un par de exquisitos párrafos, toda una delicatessen de nuestro masterchef arquitectónico: "La ciudad blanca tiene muchos nombres. Este crisol de continentes finge su identidad en sus fragmentos, facetas fugaces de un caleidoscopio melancólico y pacífico. Lisboa se llama Alfama en su altura laberíntica y portuaria, y se llama Chiado en su costado mas romántico y abrupto; Lisboa es el Bairro Alto en su extensión próspera y barroca, y es también la Baixa iluminista y pombalina; (...). Fracturada en imágenes heteróclitas, esta Lisboa cosmopolita y callada vacila en el umbral del milenio entre la soledad y el ajetreo, navegante fatigada o animosa, quieta y resuelta al borde del océano. Ensimismada y ultramarina, Lisboa se contempla y mira en la distancia, abstraída en su belleza heroica y humilde, mestiza de europea y brasileña, de oriental y africana. Esta ciudad de claveles y colinas domina y se domina desde sus miradores, pero se aprecia más en las distancias cortas, que guían los pasos por las calzadas de granito y conducen las miradas hacia las fachadas de azulejo. Alicatada y empedrada, teatral y silenciosa, Lisboa se sabe emocionante y ajada, y desde esa convicción se remoza y se sueña...".
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