"Me gustan las bibliotecas antiguas.
(...) La biblioteca moderna ha perdido esa atmósfera "como de desván" y también el valor simbólico, glorificado con las cúpulas, los cilindros, los techos altísimos y modulados. Ha perdido esa plovareda de luz dorada, materializada gracias a cierto polvo que flota en el aire, que llega de las ventanas a una altura inesperada, siempre insuficiente para iluminar con eficacia, solicitando el apoyo de las lámparas verdes. Ha perdido del mismo modo la posibilidad de ser como era, en sus diversas versiones, y sin duda y definitivamente, se ha distanciado de los caminos de la nostalgia.
Todo se ha ido haciendo práctico, ergonómico, higiénico, codificado en el Neufert, con luminosidad constante (...).
Pero ha empezado a faltar "alguna cosa".
El proyecto de la biblioteca de Aveiro refleja, aunque nunca podría resolver, la búsqueda de esa "alguna cosa" latente en el siempre renovado encantamiento de leer, de ver, de escuchar, dentro de los ojos, en la intuición de lo dorado.
Aveiro, 25 de abril de 1995. Álvaro Siza". (L. Carratalá, A. Siza, Álvaro Siza y la arquitectura universitaria).
Desvelado el misterio que te mantenía insomne, deja que te comente a mi modo la biblioteca de Siza, terminada en 1994, justo antes de comenzar otro equipamiento universitario para la universidad de Alicante que aquí también retratamos. Lo que más me ha sorprendido en un arquitecto tan supuestamente sobrio ha sido su carácter como juguetón, lleno -por fuera, el interior está pensado, como debe ser en toda biblioteca, para la introspección y el estudio- de guiños arquitectónicos. Así, esa fachada posterior que fácilmente te puedes perder pensando que va a ser tan rectilínea y anónima como la que enfrenta los demás edificios de esta inesperada universidad (a tan solo 60 km de las de Coimbra y Oporto), te sorprenderá con unas marcadas ondulaciones marinas quién sabe si referenciando el bravío mar cercano de la agreste y bellísima Costa Nova o la ría de Aveiro con sus salinas milenarias ya apenas explotadas, anómala coda en un autor tan entregado al ángulo recto, aunque es cierto que últimamente, un poco como con el furor del converso, le vemos entregado a la curva en sus soberbias obras coreanas.
También podríamos hablar de los engañosos niveles del edificio. La biblioteca se encuentra en el centro del campus, justo en el punto donde la disposición de los edificios cambian de dirección culminando en ese tótem minimalista que es el depósito de agua -quizá el más bello del mundo- también de Siza. En este eje del campus los edificios (de otros conocidos arquitectos lusos como Byrne, los Aires Mateus o Souto de Moura -su facultad en estado de conservación calamitoso-, sin olvidar la pasarela de Carrilho da Graça) están también situados a mayor altura, por lo que la biblioteca, convertida en una especie de bisagra, tiene que salvar esa diferencia de rasante. Para ello, en lugar de una simple escalera, Siza monta una ceremoniosa rampa como de película de ciencia ficción de los 60, sensación a la que ayuda las columnas del nivel inferior, que parecen las patas de una nave espacial de ese mismo film. Mediante dicha rampa se accede a la entrada de la biblioteca (no la busques en la planta inferior, o subes la rampa o no entras) y al rasante elevado de las facultades en esta parte del campus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario