sábado, 26 de diciembre de 2015

Operación Yoda

Hoy toca ficción (pero atención, el lugar es real)...

Un taxi desvencijado traquetea por una solitaria carretera inglesa. Lleva  a cuatro misteriosos personajes cariacontecidos que no se dirigen palabra. Miran sin el más mínimo interés a la desangelada campiña o consultan móviles de última generación con gran soltura. Al cabo el ajado automóvil se para frente a una  casa imposible que parece sacada de Alicia en el País de las Maravillas. Los cuatro ocupantes, tres hombres y una mujer, por las pintas todos jóvenes urbanos, salen del vehículo. Chispea y se hace de noche. El taxista saca del maletero su exiguo equipaje (dos maletas de cabina de avión y dos mochilas), y tras cobrar les deja solos frente al bizarro hotel.

-"¿Pero se puede saber qué es esto?", pregunta uno de ellos, en español.
-"Es la Casa para Essex ", contesta la única mujer, "un Gesamtkunstwerk entre un artista y un estudio de arquitectura para Alain de Botton, el filósofo de Living Architecture, una fundación que..."
-"Está claro que lo eligió tu partido. No podía ser otro. Vaya antro".
-"Es surrealista, como lo que hemos venido a hacer aquí, tercia el tercero. Si lo piensas, tienen sentido del humor. Hay que desdramatizar, colegas".
-"El mío había elegido el hotel W de Barcelona, ese de Bofill. Ahí habríamos estado de lujo.Y qué vistas".
-"Sólo a los tuyos se les habría ocurrido ir a semejante meca de lo hortera, Obi-Wan, sois pura casta", dice la mujer, visiblemente airada.
-"Amidala, no me toques..."
-"Callaros ya. Después de seis horas discutiendo el lugar de reunión ni tan siquiera fueron capaces de acordar un sitio, lo tuvieron que echar a suertes... Mal empieza esto. Al menos conoceremos mundo, y nos alejaremos del Celtiberia show, que a lo mejor es justo lo que necesitamos. Anda, entremos".


Los cuatro jóvenes pasan al interior, aún más surrealista que el exterior si cabe. Se registran y acuerdan encontrarse a las 7.00 de la mañana siguiente. Les espera una ardua misión, asaz compleja. Representan a los cuatro partidos que han obtenido el mayor número de votos en las recientes elecciones generales españolas, y su misión consiste, ahí es nada, en generar, tras los días de completa inmersión que sean menester, un escenario de cierta coherencia que sirva de base para las negociaciones de un futuro gobierno de coalición. Cada partido ha elegido con esmero a un representante sobradamente preparado, curtido en interacción inclusiva y competencias transversales de tal forma que este think-tank de urgencia pueda aportar una solución al monumental atranco provocado por los insólitos resultados de la consulta democrática. El proyecto, ultrasecreto, se ha dado en llamar Operación Yoda, y a los participantes, que ni tan siquiera conocen sus verdaderas identidades, se les ha dado los nombres en clave de Amidala, Obi-Wan, Han y Luke.

Día uno.
-"Pero ¿quién es esa mujer de amarillo en esa especie de hornacina?" pregunta Luke mientras se zampa su segundo scone con crema.
-"Es Julie Cope, una mujer de aquí", contesta Amidala en un tono melifluo. "Tuvo una vida muy normal: se mudó varias veces, siempre dentro de Essex, se casó, tuvo hijos, se divorció y se volvió a casar con un tal Rob, que la llevó a un viaje a la India, el momento más feliz de su vida. A la vuelta fue arrollada por una motocicleta de reparto y murió. Rob entonces quiso levantar en su honor un modesto Taj Mahal, un monumento al amor, que es este hotel donde nos encontramos".
Obi-Wan, que en ese momento daba cuenta de un enorme huevo frito con alubias, se atraganta sin remedio. Los otros dos dejan de comer de inmediato y miran a la escultura y a la motocicleta que pende del techo.
-"¡Qué mal rollo! ¿Y esa es la moto que se la cargó?"
-"Así es, pero tranquilo, Luke. Es una invención del artista que diseñó esto, Grayson Perry".
-"Pero qué me estás contando", Obi-Wan ha recuperado el resuello tras beberse de un trago su zumo de naranja, "esto me parece un chiste de mal gusto. Propongo salir por pies de este loquero e ir a un hotel normal".
-"Vosotros y la normalidad, qué aburrimiento", incide Han. "Pero empecemos ya a currar, que esto va para largo. Vamos con la propuesta de tu partido, Luke, al fin y al cabo es la única que hay hoy por hoy". Todos arrinconan los platos y tazas y desenfundan a una velocidad de vértigo un nutrido arsenal tecnológico de tablets, portátiles y smartphones que pronto empiezan a chisporrotear e iluminar sus pálidas caras con tonalidades azules.
-"Mi jefe, Alb..."
-"Chist, el nombre que acordamos en el avión. Las paredes tienen oídos".
-"La virgen, pero si estamos en el culo del mundo. Bueno va, El Gato sobre el Tejado de Zinc Caliente (la madre que os parió con el nombrecito)... ".
-"¡Si es que no para de moverse!", carcajada de los otros tres.
-"Paso, a ver: mi jefe ha hecho la propuesta que ya conocéis: los partidos gordos se unen con nosotros y montamos una coalición constitucionalista. Evitamos que España se vaya al carajo y que Nacido Libre suba al poder, que con la experiencia que tiene acabamos como Yugoslavia".
-"La Pantera Rosa nunca aceptará esa coalición, es un absurdo".
-"Estamos aquí para abrir vías, Han, leche, para decir lo mismo que dicen nuestros jefes pues apaga y vámonos. Hay que pensar con altura de miras, al estilo italiano o danés. Los daneses llevan más de 100 años sin mayorías absolutas, deberías ver la serie Borgen, se aprende más que en Políticas. ¿Y qué me dices de la Democracia Cristiana italiana aliándose con el Partido Comunista en los 70? ¡Pero si hasta Syriza gobierna en coalición con los ultranacionalistas!"
-"Vosotros lo veis muy fácil porque no tenéis ideología", apunta Amidala. "Pero qué miedo tenéis a la regeneración. Lo vuestro es pura cobardía. Preferís un pacto contra natura a que entre el aire fresco en las instituciones que los partidos jerárquicos han dejado podridas".
-"Vosotros no queréis construir sino destruir", un airado Obi-Wan es el que habla ahora. "Sólo queréis pillar el poder para cambiarlo todo en un ejercicio malsano de matar al padre para ir no sé adónde. Os habéis puesto la piel de cordero socialdemócrata pero seguís siendo lobos chavistas. Sois una panda de resentidos, cuando lo cierto es que os ha ido muy bien en nuestro sistema".
-"A nosotros nos habrá ido bien, pero hay a muchos a los que le va de cráneo gracias a vuestros contratos basura. Habéis dejado el país hecho unos zorros mientras la corrupción campaba sin control. Sois el pasado, a los dinosaurios no les queda otra que extinguirse. Empezando por tu jefe, Toro Salvaje", dice con sorna.
-"Pues te recuerdo que hemos ganado las elecciones. Algo habremos hecho bien".
-"El vuestro es el voto de la resistencia al cambio. Del miedo".
-"Del miedo a acabar como Venezuela".
-"A ver, Amidala, algo de razón tiene", el que habla, con tono pausado, es Han. "Somos vuestros aliados naturales, pero exigiendo el referéndum catalanista y poniendo en duda el liderazgo de la Pantera Rosa nada más saberse los resultados os habéis cepillado una más que probable alianza de izquierda. ¿Qué es, chulería o falta de experiencia?"
-"Coherencia".
-"Más bien miedo al diálogo y a transigir. ¡No tenéis ni pajolera idea de lo que es la política!".

Pasan las horas. Piden unos sándwiches fríos para comer y continúan discutiendo. No avanzan. Las tablets echan humo, comparan acaloradamente datos y estadísticas, que cada uno interpreta como le interesa. Mientras la tarde agoniza deciden hacer un alto, ven que no van a ninguna parte, se dan una hora libre. Cada uno se escapa en una dirección distinta a pasear por los campos que rodean el hotel. Han se adentra en un bosque cercano mientras escucha abatido un adelanto de Blackstar, el último disco de David Bowie. El título parece un mal presagio. Amidala, mientras pasea junto al lánguido estuario del río Stour, aprovecha para hablar con su pareja, que ha tenido que emigrar a Holanda para conseguir trabajo. Obi-Wan se dedica a hacer fotos del hotel, que manda por whatsapp a sus amigos para que alucinen en colores. Luke se dedica a buscar por internet información sobre Grayson Perry (premio Turner 2003), y flipa con esta foto del maromo en su moto.

Les esperan unas largas Navidades. ¿Obrará la Casa de Essex el milagro?

Continuará (o no)



sábado, 19 de diciembre de 2015

Fontaneros



Esta foto me recuerda a un fotograma de la película Único testigo. Es el momento en el que todos los miembros de una comunidad amish construyen un granero para una pareja recién casada. En este caso los que se cuelgan de las vigas de madera son el estudio/colectivo londinense Assemble, que han obtenido el último premio Turner nada menos (habitualmente otorgado a artistas de modernidad lacerante) por la rehabilitación de varios adosados de una barriada de Liverpool construidos a principios del siglo pasado que se encontraban en las últimas. Los primeros sorprendidos por el premio son los propios arquitectos, un nutrido grupo de jóvenes que no llegan a la treintena y que dicen estar más interesados en la fontanería que en el arte. La cosa no pasaría de ser otra excentricidad más de un premio habitualmente tan polémico como sus destinatarios si no fuera porque Oliver Wainwright lo sitúa nada menos que en el primer puesto de su particular top ten arquitectónico del año que se acaba, por encima de la Fondazione Prada de Koolhaas o el Grace Farms de SANAA. El crítico de The Guardian destaca el trabajo de rehabilitación como un proyecto hecho "de abajo a arriba", al contrario del proceder habitual, tal y como corrobora Erika Rushton, líder vecinal que ha supervisado el proyecto, según la cual Assemble fueron los únicos que, tras varios intentos fallidos de rehabilitación de las viviendas en hilera, se habían sentado a hablar con los representantes de la comunidad para averiguar qué es lo que realmente querían. Rushton se queja del afán destructivo de las propuestas anteriores: "Todo el mundo ofrecía simplemente una solución total. Cada casa sería hecha sin reconocer lo que sus inquilinos habían creado dentro de sus hogares, o el valor que la gente había aportado a la calle plantando árboles y dotándola de mobiliario". En resumen, no querían que se perdiera la memoria del barrio (muy en la línea del estilo de rehabilitación que Fernández-Galiano o Chipperfield defienden, tal y como veíamos en la última entrada). Siguiendo sus deseos, Assemble hicieron un cuidadoso trabajo de recuperación caso por caso con resultados realmente sorprendentes como el jardín comunitario en el interior de una de las viviendas que había perdido el techo, un trabajo de reciclaje que llegó al extremo de producir objetos de decoración a partir de los escombros de la zona.

El imperio contraataca
Total, que estoy a punto de cerrar la entrada y fíjate con lo que me encuentro. Es lo último de Calatrava, genio y figura, que acaba de estrenar el Museo del Mañana en Río, un desmedido contenedor inspirado en una planta tropical (pues vale) que plantea un recorrido en torno al futuro del hombre basado en cinco preguntas: De dónde venimos, quiénes somos, dónde estamos, adónde vamos, y cómo queremos ir. Tiene gracia porque su Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia fue utilizada como localización para la película de ciencia ficción Tomorrowland (la tierra del mañana), así que parece que la arquitectura del valenciano se asocia con un mañana mejor. Más guasa aún (por la otra punta) tiene el hecho de que con un modo de entender la arquitectura (y la vida) así, lo más probable es que no tengamos mañana, y vuelvo de nuevo a la entrada anterior. Si este engendro es el futuro, apaga y vámonos. Sus gadgets ecológicos, que los tiene, sólo encubren una mala conciencia ante una arquitectura que derrocha energía a raudales desde su misma concepción para crear, en palabras de Eduardo Prieto en el último número de Arquitectura Viva, edificios tecnomanieristas y biokitsch que devienen high tech drag queens. Y es que la mona vestida de seda mona se queda. En este punto te recomiendo la lectura de una muy interesante entrevista a Miguel Alonso del Val (conozco su sobrio edificio junto al monasterio de Aranztazu al que dedicamos una entrada) en La viga en el ojo: el arquitecto navarro señala que parece existir (todavía) una arquitectura narcisista planteada con el único objetivo de quedar bien en las fotos, y defiende una arquitectura que se base en las necesidades reales de las personas: "Creo que para poder ir hacia adelante y plantear ideas verdaderamente originales hoy deberíamos alejarnos de tanta superficialidad, atravesar un momento de silencio en la construcción hasta llegar a las fronteras de lo habitual y casi desaparecer. Es decir, desapropiarnos de esa especie de empacho formal y tender hacia un estado en el que la mano del arquitecto apenas se notara". Y remata:"La vuelta a la realidad es la única tabla de salvación que tenemos". Más Assembles, por favor.




martes, 8 de diciembre de 2015

Infiernos



Singing in the smog

Nos encaminamos hacia una muerte térmica. O sea, al infierno entrópico. O nos ponemos (o más bien quitamos) las pilas o esto se hunde. Y en medio de semejante sindiós termodinámico me encuentro con esta cita de Koolhaas en el blog Del Tirador a la ciudad, que recuerda a esa imagen popular de Nerón cantando mientras Roma se quema: “Se puede criticar al Gobierno chino por muchas cosas. Después de analizar la cultura arquitectónica y la historia del país, hemos introducido algo totalmente nuevo, nada menos que una forma de pensar la arquitectura que antes no existía allí. Hasta hace poco, todos los edificios chinos eran ‘sólidos’ e irradiaban estabilidad. Los chinos tienen verdadera fobia a lo inestable. Pues bien, en ese contexto hemos logrado crear algo radicalmente distinto: un edificio con una suerte de forma e identidad inestables. No cabe duda de que ese proyecto posee una dimensión crítica y utópica”. Ya decíamos hace nada que los edificios del holandés errático seguramente escondían puyas provocadoras, y aquí tenemos la prueba: la gran aportación de ese dónut angular que es la sede de la CCTV es hacer perder el presunto miedo de los chinos a la inestabilidad. Con Rem, la forma no sigue a la función, qué aburrimiento, sino a un proyecto de autoayuda a nivel global o incluso cósmico.

Siempre volvemos a Koolhaas, y es que no paramos de caer en sus trampas. Entramos a trapo en sus calculadas provocaciones, esas frases ruidosas que esconden los conceptos de siempre envueltos en papel de colores chillones: que si  "el ciclo de extravagancia-aburrimiento-extravagancia", que si la arquitectura como "máquina de estrategia”: nuestros sentidos están tan abotargados que necesitamos que nos zarandeen con frases-bomba para reaccionar al sopor cibernético, el wow factor maneja el mundo. Los debates ya no pueden ser razonados y razonables, si no imitan a Sálvame cambiamos de canal. Si se te ocurre ver la serie Borgen después de haber visto House of Cards tendrás que hacer un esfuerzo sobrehumano para aguantar más de tres episodios, por más que la serie americana sea absurda (¿un presidente americano cínico hasta la naúsea matando personalmente a una periodista?) y la danesa presente protagonistas mucho más creíbles, humanos y éticos (Kevin Spacey también ayuda, qué duda cabe). Ya no nos sirve una representación fiel de cualquiera de las grandes obras de nuestro teatro clásico (y no hablemos de ópera), ahora hay que tunear con saña, y cuanto más estrambótico el resultado, mejor.

El Neues Museum
Y en arquitectura pasa tres cuartos de lo mismo. Cuántas veces nos hemos reído de Chipperfield (yo el primero) por sus anodinos diseños frente a los fantásticos trampantojos de Hadid o el propio Koolhaas. Y sin embargo, si haces el esfuerzo de fijarte, descubres lo que te estabas perdiendo. Chipperfield es un revolucionario, mucho más que Rem, porque con lo ordinario hace cosas extraordinarias. En las antípodas del holandés, Chipperfield defiende lo estable frente a lo inestable: "La arquitectura tiene límites muy marcados, pero es en esos límites donde reside su fuerza. Su incapacidad para dar forma a ideas pasajeras, su inevitable tendencia a dotarse de estabilidad: en eso consiste el poder latente de la arquitectura". El Neues, una rehabilitación silenciosa, esconde, si te fijas (reconozco que yo mismo no lo había hecho hasta que me leí el catálogo de la exposición Essentials del ICO), un trabajo espectacular que hace más equilibrismos aún que la CCTV entre los condicionantes de una punzante memoria histórica, la conservación de las heridas cicatrizadas mediante una labor casi más arqueológica que arquitectónica y la creación ex novo con una sensibilidad exquisita.

En el catálogo mencionado, Fulvio Irace, comisario de la exposición, ahondando en la búsqueda de lo esencial y la "poética de lo cotidiano" que caracteriza a Chipperfield, menciona a un pintor italiano que desconocía, Giorgio Morandi, quien dedicó su vida artística a reproducir casi el mismo bodegón una y otra vez. Curiosamente Muñoz Molina dedicaba su artículo semanal en Babelia el sábado pasado a dicho pintor, y apuntaba: "Vive uno con la antipática imposición, interna y externa, de esforzarse en ser contemporáneo, y en Morandi descubre la tranquila audacia del que es extemporáneo, no porque se lo proponga, sino porque le ha salido así, porque su arte brota limpiamente de quien él es, y no de quien desearía o preferiría ser, o de lo que esperan e imponen los otros. Y también vive y trabaja uno con la ansiedad de abarcar más, de descubrir algo que será mejor, de encontrar en otra parte lo que cree que le falta donde está, de romper con lo que ha hecho antes, poner tierra por medio, borrón y cuenta nueva. Sin moverse apenas, sin angustia visible, Morandi estuvo siempre en su sitio, en su mundo, en el centro del mundo, igual que William Carlos Williams en su consulta de pediatra de pueblo o Emily Dickinson en su jardín clausurado de Nueva Inglaterra", Chipperfield bien podría unirse a ese singular grupo de creadores silenciosos ajenos a su tiempo pero apegados a la tierra. Irace viene a decir casi lo mismo sobre el arquitecto utilizando símiles literarios muy parecidos: "'A rose is a rose is a rose is a rose': el célebre aforismo de Gertrude Stein sigue siendo actual en su exigencia de un nuevo realismo poético en el que la 'palabra' corresponde de nuevo a la 'cosa'. Esto supone comprobar la consistencia material y primar lo concreto en un mundo donde predomina lo virtual y lo efímero."

 Pero es que además, la rehabilitación es ecológica. Parece obvio, pero no me había percatado (a ver, uno es un aficionado) hasta que no lo he leído en el último número de Arquitectura Viva con el subtítulo La energía importa. Construcción, termodinámica, clima. De entrada, un ladrillo, a qué negarlo, pero de nuevo si perseveras descubres y aprendes. Y es que los edificios no sólo consumen o ahorran energía, sino que en sí mismos almacenan energía embebida, la energía que ha sido necesaria para construirlos, así que cuando derruimos para construir algo nuevo estamos desperdiciando todo ese potencial energético que no sólo es físico, sino que conlleva también "acumulaciones de información y memoria" en palabras de Sébastien Marot. Es por tanto necesaria (e incluso ética), según ahora Fernández-Galiano, que hizo su tesis doctoral sobre el tema, una arquitectura "dedicada a la recuperación y el reciclaje tanto del soporte material existente como del contenido informativo incorporado a él, y prioritariamente preocupada con la rehabilitación de lo construido y degradado, el reciclaje de lo fabricado y empleado, la recuperación de lo aprendido y olvidado".

El mismo Fernández-Galiano defendía a Koolhaas en la monografía de AV dedicada al holandés, al que comparaba a "un Houdini especialista en librarse de las cadenas que él mismo ha anudado" señalando que "exhibe la coherencia del que rehúsa permancer inmóvil cuando los tiempos cambian, ofreciendo en cada trecho de su trayecto un retrato fidedigno del mundo alrededor". Rem, ya puestos, nos recuerda igualmente al bulero de Los Cuentos de Canterbury, que al tiempo que vendía falsas reliquias e indulgencias papales que al parecer evitaban a sus clientes las penas del infierno, por supuesto para quedarse con el dinero, no tenía empacho en contar un relato ejemplarizante en el que se arremetía contra  la codicia, precisamente su mayor vicio. Acaso después de todo, el infierno no vaya a ser un castigo divino sino uno autoinfligido por el ser humano. Acabo citando de nuevo a Marot quien menciona un oportuno palíndromo (frase que se lee igual hacia adelante que hacia atrás): "El más perfecto palíndromo nunca compuesto, conocido como el 'verso del infierno', se atribuye en ocasiones a Virgilio. Se supone que se refiere a las polillas (o a las estrellas), pero a los 7.000 millones de miembros que hoy componen la humanidad les podrá resultar cada vez más familiar.(...). Es este: IN GIRUM IMUS NOCTE ET CONSUMIMUR IGNI. Por la noche, vamos dando vueltas en círculo, y el fuego nos consume".