viernes, 14 de marzo de 2014

Ingenieros de almas



"En cuestión de gusto, los arquitectos se comportaban como benefactores culturales de los trabajadores. No tenía sentido consultarles directamente, puesto que, como Gropius había señalado, estaban todavía "intelectualmente subdesarrollados". Este era, en realidad, el gran atractivo del socialismo para los arquitectos de los años 20. El socialismo era la solución política, el gran "sí" a las, al parecer, escandalosas e imposibles aspiraciones del arquitecto mancomunado, que insistía en que el cliente mantuviera la boca cerrada. Bajo el socialismo, el cliente era el trabajador. Y este pobre diablo, ay, apenas acababa de levantarse del fango. El arquitecto, el artista y el intelectual le arreglarían la vida, mientras tanto. Por utilizar una expresión de Stalin, serían los ingenieros de su alma. Para sus bloques de vivienda berlinesas con destino a los empleados de la fábrica Siemens [en la foto], el ingeniero de almas Walter Gropius decidió que los trabajadores deberían economizar los techos altos y los anchos pasillos, así como todos los objetos y ornamentos anticuados. Los techos altos, los pasillos anchos y la "espaciosidad" de toda índole no eran más que grandilocuencia burguesa expresada en vanos en vez de en sólidos. Techos de dos metros y pico, y pasillos de un metro y algo de anchura bastaban para... volver a crear el mundo". (Tom Wolfe, Quién teme a la Bauhaus feroz, curiosa traducción del original From Bauhaus to Our House de la que es responsable el novelista Antonio-Prometeo Moya. La foto es del magnífico blog fotográfico Giara´s photolog).

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