El museo interactivo de Lugo de Nieto y Sobejano es, en mi opinión de no-arquitecto (que diría Ingels), uno de las más interesantes muestras arquitectónicas de 2011: un museo que explota el subsuelo y crea bastiones cilíndricos de acero corten que recuerdan las fortificaciones romanas de la ciudad y dialogan con los huecos también cilíndricos que horadan su suelo creando bellos efectos visuales como vemos en la primera foto (de Fernando Alda). En Graz (Austria) el estudio madrileño ha vuelto ha crear enormes lucernarios cilíndricos en la ampliación del museo Joanneum (segunda foto), donde renunciaron a establecer una réplica del potente roofscape de la ciudad y se centraron de nuevo en el subsuelo. Pero con la remodelación que han hecho, también en Graz, de los grandes almacenes Kastner & Öhler (tercera foto) se han quitado la posible espina: aquí sí que han ido a por todas en la creación de una rotunda cubierta en forma de sierra dentada que recuerda a su auditorio de Zaragoza (última foto) y tiene muy cerca el museo de arte de Peter Cook (del que hablábamos hace poco), esa masa amorfa y alienígena con la que contrasta gracias a su radical geometría. El estudio madrileño explica su proyecto para Kastner & Öhler en AV, donde reivindican una vuelta a las cubiertas significativas una vez que el movimiento moderno las anuló poniendo de moda con Le Corbusier a la cabeza los techos planos y anodinos (que ellos también han utilizado en Mérida, San Sebastián o Córdoba). Son capaces por tanto de hacer una reinterpretación moderna (en el sentido original de la palabra) de lo local.
La reivindicación de Nieto y Sobejano coincide con un reciente artículo en el Wall Street Journal (Top Architects Go Local) donde se menciona el "regionalismo crítico" de Kenneth Frampton, quien defiende un nuevo tipo de casas más auténticas que tienen en cuenta el lugar donde se emplazan y son "una reacción a las dos últimas décadas de "uniformidad compulsiva" ya sea en forma de McMansiones o la proliferación de modernas "cajas blancas"'. El entorno y la historia condiciona y estimula al arquitecto, y cuando no lo hay lo inventa, como señala Iñaki Begiristain, profesor de la UPV, en su tesis sobre tres edificios de Gehry en Los Angeles para los que el arquitecto canadiense crea una ficción que sirva de referente, como los falsos recuerdos insertados a los replicantes de Blade Runner (la comparación es del propio Begiristain).
Una de las referencias a lo local más originales que he visto está en la casa Hutznhaisl de AFF architekten, que el último número de AV (Casas lejanas) presenta en portada: en su rabiosamente moderno exterior resulta una anodina caja de hormigón (casi un búnker) en mitad de un bosque de Sajonia, pero en sus muros interiores, en forma de huella impresa en el hormigón de antiguas puertas y ventanas, guarda la fantasmagórica memoria fosilizada de una cabaña que existía en el mismo emplazamiento (fotos).
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