miércoles, 8 de junio de 2011

Melancolía arquitectónica



"Estoy convencido de que un buen edificio debe ser capaz de absorber los rastros de vida humana y ganar así una riqueza específica... Pienso en la pátina de la edad en los materiales, en los innumerables pequeños rasguños sobre las superficies, en el barniz que se ha vuelto apagado o quebradizo, y en las aristas pulidas por el uso. Pero cuando cierro los ojos y trato de olvidar estos rastros físicos y mis propias primeras asociaciones lo que queda es una impresión distinta, un sentimiento más profundo, una conciencia del tiempo que pasa y de la impronta dejada allí por tantas vidas humanas. En esos momentos, los valores estéticos y prácticos de la arquitectura o su importancia estilística e histórica pasan a un segundo plano. Lo que importa en ese instante es dicho sentimiento de profunda melancolía. La arquitectura está expuesta a la vida. Si su cuerpo es lo bastante sensible, puede asumir una cualidad que dé testimonio de la vida pasada". (Peter Zumthor, Thinking Architecture).

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