¿Qué será este pequeño edificio que se alza, aún en afanosa construcción, en Nueva York? Pues se trata de una pequeña iglesia que se dedicará al culto cristiano ortodoxo y reemplazará al templo de San Nicolás que se elevaba aquí mismo y quedó destruido por el ataque terrorista del 11 de septiembre. Estamos por tanto en plena zona cero, al lado del famoso Oculus, la fastuosa estación que diseñara Calatrava. Y no otro es el arquitecto de nuestro pequeño templo neobizantino, quien repite en tan delicado emplazamiento, esta vez con construcción más modesta. Quedará extraña entre semejantes moles, igual que la antigua construcción, un estrecho bloque de tres alturas que había albergado un bar y fue reconvertido en iglesia allá por 1922 gracias al empeño de un puñado de inmigrantes griegos. Calatrava vuelve a la Greek Connection de la que aquí hablamos, la misma que, según se cuenta, le valdría el contrato para el diseño del soberbio complejo olímpico de Atenas para los Juegos de 2004. En dicha entrada mencionábamos una versión de Las Troyanas representada en una antigua fábrica de Sagunto con escenografía del arquitecto valenciano, dirección e interpretación de Irene Papas y música de Vangelis, representación que por cierto se llevó a cabo pocos días después de los atentados de las Torres Gemelas. Con un público en estado de shock (doy fe), el mensaje de la obra de Eurípides cobró vigencia de la peor manera posible.
La construcción del nuevo templo neoyorquino ha sufrido varios retrasos por problemas de financiación (su finalización estaba prevista para 2018) pero finalmente parece que las obras se han retomado y van a buen ritmo. Tras 20 años, la diminuta iglesia volverá a la vida. Antes de su destrucción por los ataques terroristas, ya había sido amenazada por los especuladores inmobiliarios, quienes llegaron a ofrecer al párroco (Jimmy Maniatis) 15 millones de dólares por el preciado solar, sin éxito: 34 años resistió Maniatis las tentaciones del mundo y la carne. Los monjes del monasterio de Xenophontos, en el Monte Athos, han elaborado 56 iconos para vestir la nueva iglesia, por cierto que Calatrava señala que ha ido dos veces a Athos para buscar inspiración y dice haberse basado para su diseño en Santa Sofía de Estambul, que fuera en sus orígenes basílica ortodoxa. El valenciano, que también pinta, ha elaborado un curioso boceto animado que explica las formas del nuevo San Nicolás.
Ya puestos sigamos con más conexiones griegas. Hace unos días me regalé el recién publicado CD (y DVD) The Island of Christianity: Armenia & Artsakh, que relata en viaje musical una peregrinación que Monsterrat Caballé realizó en 2013 al primer país en el mundo que adoptó el cristianismo como religión oficial, hace 1.700 años. Se trata del último disco grabado por la soprano catalana. Mi interés mayormente se debía a que se incluía un tema inédito de Vangelis que el músico heleno había compuesto especialmente para la Caballé por su 80 aniversario, así que a falta de pan (Juno to Jupiter, que sigue sin publicarse) nos contentaremos malamente con esta pequeña canción. Se llama Habanera e incluye sorpresivamente un solo de duduk que digo yo pega más bien poco con los típicos sones dulces y nostálgicos de este tipo de composiciones que evocan las antiguas singladuras entre Cuba y España (en Torrevieja se celebra un festival anual dedicado a las habaneras desde 1955). Sí, el duduk es oriental, Vangelis ya lo había utilizado en la BSO de Alejandro Magno, pero con Cuba como que no encaja mucho. En fin, por tratarse del mago de los sintetizadores admitiremos pulpo como animal de compañía. Percibo en remoto tu sorpresa ante la conexión existente entre el griego y la catalana; te cuento en dos pinceladas. Paso párrafo, pero por favor sáltatelo si no te interesa, en el siguiente retomaré (con suerte).
Corre el año 1994. Caballé ha probado las mieles del éxito pop con el mítico tema Barcelona cantado junto a Freddy Mercury que devendría éxito planetario. Vangelis a su vez está gozando de una tercera ola (con perdón) de éxitos tras los hits conseguidos en los primeros 70 junto al grupo Aphrodite´s Child y el bombazo de Chariots of Fire en los 80; es ahora 1492, la conquista del paraíso, la BSO para la película de Ridley Scott (el tándem repetía tras Blade Runner), la que está arrasando en toda Europa no tanto gracias a la película como al hecho de que un boxeador alemán de renombre utilizara el tema central siempre que salía al ring, lo que acabó poniéndola de moda (Vangelis siempre asociado al deporte). Pues como te decía, el griego se reunió con la Caballé y su hija Monsterrat Martí en 1994 para grabar una obra al parecer de corte ecológico que se presentaría en el Odeón de Herodes Ático de Atenas. Finalmente ni la obra ni el concierto llegarían a materializarse (aunque es cierto que Vangelis compuso para madre e hija el tema Prayer of the World que se dice podría ser parte de dicha misteriosa obra). Sea como fuere el trío entabló una duradera amistad que daría fruto poco después en la participación de Caballé en uno de los movimientos de El Greco, álbum dedicado al pintor que mejor representa esta Greek Connection que hoy nos está llevando por derroteros harto inesperados. En unos temas marcadamente impresionistas (Vangelis es el Debussy sintético), el álbum nos invita a un sobrecogedor recorrido sonoro por las densas atmósferas de Theotokópoulos. Vangelis compondría otros tres temas para Caballé y Martí, de índole más popular, entre los que destaca March with Me, himno bombástico y facilón que se convertiría en habitual del repertorio de la soprano especialmente en Rusia y Alemania y fue presentado por todo lo alto en la espectacular ceremonia de inauguración de los Campeonatos del Mundo de Atletismo de 1997. Dicha ceremonia, celebrada en el estadio Panathinaikó en Atenas (que acogiera los primeros juegos olímpicos modernos en 1896), fue diseñada íntegramente por Vangelis. No te pierdas la potente actuación de Caballé y el griego ambos en pleno apogeo profesional. La soprano cantaría también March with Me en la Puerta de Brandenburgo en 2003 para celebrar su restauración tras casi 2 años de trabajo. Finalmente decir que Caballé también participaría allá por 2008 en un video sobre la carrera del griego en el que alababa sus apabullantes dotes para la música. Como estoy entonado te podría seguir hablando sobre la conexión de Vangelis con otro español universal, Dalí, gracias a 666, un álbum maldito (1972) basado en el Apocalipsis de San Juan que realizara junto a Aphrodite´s Child y donde Irene Papas haría un peculiar cameo (el disco estuvo prohibido en España y tardó casi 20 años en ver la luz), pero eso sería abusar de tu paciencia.
Vuelvo someramente a Island of Christianity porque tiene un inesperado componente de interés arquitectónico. En el DVD se incluye un bellísimo recorrido filmado con primor por siete iglesias armenias con el fondo musical de los temas del CD que es acaso lo mejor de este trabajo póstumo de Caballé. Algunas de ellas ya son solo desoladas ruinas: han sido víctimas de los conflictos que asolan la sufrida Armenia.
Termino ya con una última conexión griega. Se trata de una foto que he descubierto en un libro que leo estos días con fruición. En ella vemos un hombre adusto que se sienta, rígido como un palo, en el teatro de Epidauro en 1959, cuando el mundo aún era binario (nuestro personaje iba a llevarlo crudo en nuestros días, en los que, como dice Irene Solà, nos dedicamos con ahínco a "transgredir cajones"). Parece incómodo, no sabemos si debido a la artritis que le aqueja o al desorden en forma de indómitos fragmentos que le rodea. Su figura, en contrapicado, aún acongoja. Mira al infinito, sintiéndose acaso parte de él, en pose como de profeta terrible. Ha inventado un culto arquitectónico que rinde pleitesía a la exactitud geométrica, al orden implacable y a la perfección sin fisuras (dolencia acaso más hiriente que la artritis). Severo, sujeta lo que bien podría ser bastón de mando, vara de medir, cetro incluso. Sí, es Mies: "Hermético e inmóvil entre los fragmentos del mundo antiguo, el arquitecto se sabe, en su fuero interior, eslabón de una cadena de creadores que han perseguido obstinados una cierta idea de perfección insensata que hemos convenido en llamar clásica" . (Luis Fernández-Galiano, Fracturas y Ficciones. Las grandes esperanzas).
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