El confinamiento tiene sus cosas buenas. Así, múltiples artistas están subiendo a la red trabajos que de otra manera no podríamos haber disfrutado, y podemos cotillear en sus casas y cosas. Estos días insólitos por ejemplo hemos podido escuchar lo último de Vangelis, The Thread (El hilo), un espectáculo de danza a cargo de Russell Maliphant basado en el mito del Minotauro y el hilo de Ariadna, entendido el tal hilo como "los valores humanos fundamentales que todos compartimos más allá de nuestra religión, etnia o creencias", aunque es obvio el potente componente heleno que aglutina la obra, con referencias al arte minoico, poderosa música racial del mago electrónico (griego) creador de la BSO de Blade Runner y vestuario a cargo de la diseñadora ateniense Mary Katrantzou. Pues bien, una grabación de la representación se dejó en abierto durante una semana (no fue la que se hizo en el teatro de Epidauro, ya sería pedir mucho) y pudimos disfrutarla by the face (por cierto que algún vivo aprovechó la circunstancia y ya está en Youtube un extracto de la recia banda sonora). Te preguntarás que qué tiene esto que ver con la arquitectura, y yo te responderé presto, mon frère, que nosotros desde AÚ propugnamos una aproximación holística a la disciplina que encubra (como lo hace ese pedantismo léxico que permea, pringoso, la narrativa de este tu blog) nuestras estigias lagunas. Pero mira, que para todo hay solución, resulta que el mismo Vangelis creó una apoteósica mini banda sonora para un desfile de moda de su amiga Mary Katrantzou, sí, la misma que ha trabajado en The Thread, que tuvo lugar en el marco incomparable del templo de Poseidón en el cabo Sounio el pasado octubre. Te enlazo pues al magnífico video donde arquitectura, música y moda interactúan en bella simbiosis.
Como (al parecer) hay más música que la de Vangelis, te contaré también que Moby, otro de nuestros músicos de cabecera, acaba de lanzar al calor de la cuarentena un álbum (All Visible Objects, título sacado de una cita de Moby Dick, la novela escrita por su tataratío Herman Melville -el verdadero nombre de Moby es Richard Melville Hall), que aun recordando, quizá demasiado, a anteriores trabajos, nos ha parecido espléndido. No solo ha puesto el álbum a nuestra disposición en Youtube, paraíso de confinados, sino que nos ha regalado un videoblog de media hora donde explica desde su casa cómo se inspiró para los distintos temas. Así, nos comenta que uno de los cortes más sugerentes (Morningside) rinde homenaje a Nueva York, donde nació (en Harlem), y a la música electrónica que escuchaba de joven; el tema, nos sigue relatando, es "como ir conduciendo o paseando por Manhattan buscando una discoteca y sentir el vacío y a la vez la calidez y el sonido rebotando en los edificios"(estoy por ponerlo a todo trapo desde casa tras el aplauso sanitario, para contraprogramar los fatigosos anthems de Village People con los que un vecino no cesa de castigar al vecindario -las primeras diez veces tuvo su gracia, mas todo cansa). Para otro de los cortes (Separation) Moby se pone metafísico, explicando que el título no se refiere a la separación física entre personas (ahora tan dolorosamente experimentada) sino a cómo hemos dado la espalda a la "realidad objetiva, la verdad, la experiencia directa del universo, lo divino", de cómo hemos perdido el hilo con lo trascendente, vaya. Acaso el confinamiento nos ayude a recuperarlo. Too much change es quizá el tema más melancólico, y uno de mis favoritos; Moby desearía que no recordara tanto a nuestra vida en estos días insólitos. En el videoclip (así como en algunos de las portadas de sus discos, como el que abre la entrada) es obvio el interés de Moby por la arquitectura, tiene un blog (ya desatendido) en el que subía fotos de las bizarras casas de Los Ángeles, adonde se mudó desde Nueva York cansado de la ajetreada vida en la Gran Manzana y el tufo de las barbacoas (es vegano militante) que le llegaban a la terraza de su gigantesco apartamento en el edificio El Dorado (uno de los diseñados por Emery Roth en el flanco oeste de Central Park con sus características dos torres y que se sitúa justo en frente del Guggenheim, al otro lado del estanque del enorme parque). En Los Ángeles vivió en un principio en una impresionante mansión de estilo neonormando (The Wolf´s Lair, levantada en los locos años 20 por el promotor de la urbanización Hollywoodland, cuyo cartel, recortado, es hoy icono de la ciudad; Lautner diseñó para él un pabellón de invitados donde Moby situó su estudio musical). De familia humilde y desestructurada, el músico dedicó el dinero que ganaba a borbotones gracias a que publicistas y cineastas se pegaban por usar sus temas (en TVE sirvieron como música de fondo durante muchos años) a comprar casoplones, según el mismo decía, para contrarrestar la inseguridad que sufrió en su juventud, casas que luego vendía tras restaurarlas con pingües ganancias aireadas por Curbed.
Con el hilo ya perdido del todo terminamos con súbito final. Feliz semana, y que la Fase, la Franja y la Fuerza te acompañen.