domingo, 8 de febrero de 2015

Esperpento

¿Un terremoto? No, Gehry


"¿Cuál es el sueño del arte contemporáneo? O mejor, con qué porvenir sueña nuestra época, qué utopía anticipa, hacia qué despertar se afana? Qué vigilias futuras iluminan los sueños arquitectónicos de hoy? Apenas formulados, estos interrogantes suenan retóricos y hueros, dirigidos como están a una época que, acaso por primera vez en la historia, carece radicalmente de porvenir". (Luis Fernández-Galiano, Treinta y dos elementos, en Arquitectura Viva 169).

Lo mismo estaba don Luis pensando en la última ocurrencia estrenada de Gehry (la sede de la Nueva Escuela de Negocios de la Universidad Tecnológica de Sídney) cuando escribió el noqueante artículo que ya mencionábamos en la anterior entrega. El edificio, inspirado en la típica casa infantil construida en un árbol (“un organismo vivo de aprendizaje con muchas ramas de pensamiento", como lo describe el arquitecto octogenario) recuerda más al gobernador general australiano que estuvo presente en la inauguración a una bolsa de papel espachurrada, aunque no sin ironía, añadía que era la bolsa espachurrada más bella que había visto en su vida. Por cierto que el símil de la bolsa ya lo comentó una periodista del Guardian hace cuatro años hablando del entonces recién presentado proyecto, como aquí recogimos cumplidamente. Y, de nuevo por cierto, también por aquel entonces citábamos a Fernández-Galiano que reclamaba, con tanta ironía como el gobernador, mayor sencillez en la arquitectura y la crítica arquitectónica con este oximorónico comentario: "La estupidez es una forma de sabiduría en tiempos de tribulación". Volviendo a Gehry, diremos que el arquitecto esta vez se tomó a bien el comentario del mandamás y dejó su dedo corazón relajado, centrándose en alabar la condición democrática del edificio con sus aulas ovales que "eliminan las jerarquías" (uy, ¿a qué me suena esto?), por no hablar de la esperpéntica escalera, también como de papel albal arrugado, que habría hecho las delicias de Max Estrella.


En fin, cuando he leído la noticia (otra vez en The Guardian, por cierto, fíjate cómo se le ha quedado la cara a la mujer de la foto de cabecera quizá tras una exposición prolongada a la fachada del edificio; y qué me dices de la risa forzada de Gehry, quién sabe si tratando de asimilar el símil de la bolsa), he tenido como un déjà-vu.  Si algo ha tenido de bueno la crisis, en nuestro país al menos, es que a ningún alcalde o presidente comunitario se le ocurriría ahora financiar un edificio tan espasmódico como este sin arriesgarse a ser lapidado. El reflejo fragmentado y absurdo que nos devuelve la escalera heterotópica de Gehry, que puede remitir tanto a Valle-Inclán como a T.S.Eliot, es una triste metáfora de la época de cambalache que nos ha tocado vivir, en la que, y vuelvo al crepuscular artículo de don Luis, hay que renunciar a todo saber sistemático: "Todo sistema, todo conjunto de reglas, todo esfuerzo global de entendimiento se ha desmoronado; aquellos que siguen aún en pie sólo con dificultad ocultan su carácter de bambalina escenográfica, consuelo de actores que repiten sin convicción un papel aprendido(...). Ningún paradigma o epistema nuevo sustituye a los extintos: el campo del saber ha devenido campo de los saberes, y después de los fragmentos de saberes; el conocimiento ha estallado en añicos". Sólo quedan ruinas: "A través de estos síntomas e indicios, a través de estos que Ginzburg llama atisbos, podemos reconstruir un saber de fragmentos, retazos y aforismos: jirones de conocimiento sobre jirones de realidad; conocimiento fragmentario sobre fragmentos del mundo". Y sin embargo, no queda otra que seguir creando ficciones de sistemas y estructuras, verdadera homeopatía del homotópico: "Construyamos hipersistemas, sistemas redundantes, pródigos en simetrías, simulados sin duda, y por ello más verdaderos que lo verdadero", y a ello se dedica el catedrático de proyectos en dicho artículo (que incluye 126 referencias bibliográficas, ahí queda eso). Un ensayo, como decíamos, demoledor y subversivo, aunque fíjate lo que nos dice Santiago de Molina en Múltiples estrategias de arquitectura: "La estrategia de la subversión siempre es alegre (...). Contiene encerrada una forma de optimismo encubierto porque obliga siempre a mirar el mundo de nuevas".

Pero no es objetivo de este blog dominguero dejarte con un regusto amargo. Te voy a enlazar, de nuevo, al blog maligno de SEMS, que aplica como nadie los espejos deformantes sobre arquitectura y arquitectos, para despertar tu sonrisa. Observa el cartel cinematográfico que han creado partiendo de la película Starship Troopers de Verhoeven, reconvertida en Jaitec Troopers (Jaitec, en el lenguaje atávico de los malévolos creadores de SEMS, no es otra cosa que High-Tech). En primer plano, por supuesto, nuestro héroe heterotópico.

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