miércoles, 24 de agosto de 2011
La montaña esculpida
Subo fotos de la estación del TRAM (tranvía de Alicante) de Sangueta, de Eduardo De Miguel y José María Urzelay. De aspecto marciano, la estación se asienta en un estrecho filo de tierra entre una abrupta montaña (la Sierra Grossa) y el mar, en un tercer espacio urbano inutilizado y olvidado entre el centro de la ciudad y la playa de San Juan, siguiendo un proyecto que quiere "poner en valor un paisaje hasta entonces no tenido en cuenta por el ciudadano", en palabras de De Miguel, y que pretende continuarse en forma de extenso paseo. Los arquitectos han respetado al máximo el entorno calcando el tono amarillento de la montaña para el apeadero y alrededores, aunque sus líneas rigurosamente rectas contrastan con la atormentada orografía de la sierra. El resultado: un lugar ajeno y extraño, alienado de la bulliciosa ciudad de altas torres y playas atestadas, de una peculiar belleza extraterrestre, y en el que la arquitectura brilla más por su ausencia que por su presencia.
Pero aún hay más. Porque dentro de esas áridas montañas se esconde un emocionante secreto que muchos alicantinos habían olvidado y que pertenece al patrimonio histórico e industrial español. Se trata de ocho grandes depósitos de petróleo y quince más pequeños de una antigua refinería, una de las primeras del país, que tiene sus orígenes en 1875 y que entonces se llamó "La Británica" por el nombre de una fundición que anteriormente ocupaba estos terrenos. En la primera década del siglo pasado ya cubría la demanda de más de la mitad del petróleo de España. En los años 30 CAMPSA, el monopolio estatal, tomó el mando de la refinería con excusa de la importancia estratégica del petróleo y se gestó el proyecto que aún hoy sorprende: la excavación de depósitos dentro de la montaña para así proteger el preciado contenido de ataques o bombardeos (su construcción se inició durante la Guerra Civil y duraría casi 20 años). Este Tindaya industrial aún existe (las instalaciones se abandonaron en los 60) en forma de enormes bóvedas comunicadas por innumerables galerías. Intrépidos blogueros y amantes de la historia alicantinos las han visitado y han subido a la red las impresionantes fotos en un intento de revindicar su uso (las posibilidades serían inmensas y soprendentes) o al menos su protección. Échales un vistazo aquí (hay también colgado un interesante vídeo de la expedición que, con mucho sentido del humor, emula a Rec).
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