Pues decíamos que nos íbamos a Suecia, y de allí es esta foto, en concreto de Lund, ciudad que destaca por albergar la universidad más antigua del país y una bella catedral románica, la más importante en dicho estilo de Escandinavia. En un espacio vacío a cinco kilómetros de la catedral, donde se va a construir un nuevo barrio (Råängen) en terrenos pertenecientes a dicha catedral, los arquitectos noruegos Brendeland y Kristoffersen han creado un jardín clos (o casi) que puede recordar al pabellón para la Serpentine londinense que diseñó Zumthor junto a Oudolf, el paisajista que mencionábamos en la anterior entrada. El recinto, de 40 x 40 metros, está cerrado en tres de sus lados por una pared de 2,4 metros de altura levantada con 48.000 ladrillos reciclados provenientes de una desaparecida fábrica de mermelada. El cuarto lado queda abierto, resguardado por una enorme tejavana metálica que recupera sistemas constructivos en desuso y cose artesanalmente sus cerchas con 20.000 remaches en alusión al tejado de las torres de la catedral, culminado de la misma manera tras la polémica renovación llevada a cabo a finales del XIX por Helgo Zetterval y que ocuparía 20 años nada menos. Los ingenieros de estructuras a cargo de la singular marquesina fueron los londinenses Price and Myers como no podía ser de otra manera, no olvidemos que los británicos fueron los reyes de la arquitectura del hierro. Bajo la tejavana, una simple mesa de unos 7 metros con bancos corridos para celebraciones comunitarias. El interior del exacto cuadrado se planta con especies autóctonas que irán cambiando según decisión de los futuros vecinos. El nombre de tan singular vacío construido es Hage, un casi non-place que ahora resulta aparentemente inútil, pero cuando el vecindario se vaya cuajando en torno suyo será un codiciado punto de encuentro de los ciudadanos, un pulmón en medio del tejido urbano. Podría parecer que es empezar la casa por el tejado, pero demuestra un urbanismo muy inteligente (agrícola) que cuida, digámoslo así, el espíritu sobre la materia, no olvidemos que la promotora es la iglesia luterana sueca, más concretamente el consejo de la Catedral de Lund, quienes asumen Råängen como una plataforma de debate sobre cuáles son los valores que debería regir un desarrollo urbano, valores que bien podrían ser los que defiende Richard Sennett en El artesano: el deseo básico de realizar bien una tarea, sin más, y que es "contrapunto alentador a la especulación insaciable, a la competitividad desmedida, al espíritu consumista en que nuestra cultura vive inmersa hoy. Un concepto renovado que, por otra parte, cuestiona un mundo que (...) parece exigir con sorprendente naturalidad la inmediatez de los resultados", como señala Carmen Díez Medina hablando en este caso sobre Moneo en un artículo (Rafael Moneo, el intelectual artesano) incluido en Consideraciones sobre la obra de Rafael Moneo, libro que nos regalaron a los afortunados asistentes a la entrevista que recientemente le hizo Fernández-Galiano al Pritzker navarro en Arquia, lujazo para no olvidar.
Pero por favor vayamos por partes. Volvamos a Lund. La capellana de la catedral y codirectora del proyecto, Lena Sjöstrand, crea una bella narrativa que conecta Hage con el jardín del Edén: "el jardín bíblico es tanto memoria como futuro, un recuerdo de seguridad primigenia y la interacción de todo lo que está vivo", y recuerda que en el relato de la creación el séptimo día (dedicado al descanso), es clave: en Hage los ciudadanos podrán descansar tras las intensas labores de la semana. También tiene bellas palabras para los ladrillos reciclados del recinto: "Los ladrillos no son iguales en color o forma. Han formado parte de otros edificios antes. Ahora forman una nueva estructura juntos. La individualidad de cada ladrillo se funde en un nuevo todo. Como los ladrillos de los muros de Hage, nosotros somos también parte de un todo común. Las personas somos piedras vivas en una construcción compartida. Venimos de diferentes contextos y culturas. Hablamos distintas lenguas y tenemos experiencias divergentes. Apoyamos la construcción juntos. Su belleza está en su diferencia". Y por supuesto la enorme mesa es como un altar: "La mesa de Hage se convierte en un punto de encuentro donde participar del conocimiento de los demás y hablar de la vida". Gillian Darley, escritor británico, conecta igualmente el jardín sueco con otros espacios de ocio robados al agobiante tejido urbano en un artículo que te invito a leer, y que van desde el maidan árabe e hindú ("un valioso intervalo en la fábrica urbana" que ofrece tanto "libertad individual como compromiso comunitario", una "ventana universal que abre un agujero en la ciudad y permite respirar a los ciudadanos a través del espíritu y los pulmones") pasando por los begijnhoven flamencos hasta llegar a los bellos parquecillos londineneses (v. Notting Hill) originalmente pertenecientes a pequeñas parroquias y que hoy son cuidados con esmero por ciudadanos anónimos. El de Coram´s Fields, donde los adultos pueden entrar solo si van acompañados de un menor, sirvió de inspiración a Geir Brendeland para Hage.
Al final va a tener razón Koolhaas cuando decía: "Donde no hay nada, todo es posible; donde hay arquitectura, nada (más) es posible", en aquel artículo de nombre Imagining Nothingness. De hecho, su proyecto para Melun-Senart en 1987 que buscaba descongestionar París planeaba los vacíos antes que las construcciones. El holandés también ha dejado dicho que la arquitectura es la respuesta al horror vacui (y recordemos igualmente aquel otro texto de nombre Elegy for The Vacant Lot en S,M,L,XL). Por cierto que acompañando al desarrollo urbanístico de Lund se ha invitado a Nathan Coley a que haga una intervención en el centro de la ciudad (acaso fue elegido por aquella exposición en la Tate Modern de título We Must Cultivate Our Garden). Ni corto ni perezoso ha plantado en frente de la catedral un luminoso en el que se puede leer: "El cielo es un lugar en el que nunca pasa nada". La nada de nuevo (igual no es tan terrible). Ya puestos, el vacío también nos puede llevar a Charlotte Perriand, la arquitecta, montañera y diseñadora de muebles fagocitada por Le Corbusier que descubrió las bondades del despojamiento tras un viaje a Japón. No hay imagen más bella de la modernidad que la suya en esta foto.
Pero lo cierto es que al final para que haya vacío tiene que haber densidad. La clave es cómo se haga. En Lund, con muy bien criterio, han elegido a Flores y Prats para construir los primeros dos edificios que arroparán Hage, uno de ellos, una torre de 16 plantas con tejado a doble vertiente que se apostará justo al lado de la tejavana, será la construcción más alta de Råängen. Decir que Ricardo Flores hizo su tesis sobre la conocida casa La Ricarda de Bonet Castellana, donde la naturaleza cobra también especial relevancia. Le hemos cogido prestado el subtítulo (Un territorio formalizado) para dar nombre a esta serie nuestra de entradas agrícolas. La Ricarda es una casa donde se busca vivir en relación directa con el bello entorno de dunas y pinos (hoy destrozado por el aeropuerto del Prat), un hogar abierto para criar hijos e invitar a amigos, "una casa estudiada para caminar a través" en palabras de Bonet, algo que recuerda mucho al proyecto de Hage.
Me dejo unas cuantas cosas en el tintero pero tengo que dejarte ya. Queda pendiente para la próxima. Solo decirte, por sacarte de la duda, que el jardín que te traíamos en la pasada entrada es el Lur Garden del televisivo (Bricomanía) Iñigo Segurola, el Arguiñano de las plantas. Le damos una vuelta en la próxima entrada.