viernes, 27 de junio de 2014
Atención pregunta
Lo que son las cosas. En la última entrada hablábamos de Antony Gormley y su instalación de maniquíes neoyorquinos y va y me topo con uno de ellos en lo alto de este edificio. Tú que eres tan cooltureta seguro que sabes de qué edificio se trata. ¿Que te dé una pista? Pero si te la acabo de dar...
domingo, 15 de junio de 2014
Arquitectura necesaria
¿Será esto lo que Eduardo Madina llama el shock de la modernidad? En fin, esta especie de cruce entre transformer y figura de Lego colocado como añadido en este adusto edificio (un hotel de lujo en Londres) es una escultura habitable de Antony Gormley que incluye en su interior una clautrofóbica habitación de 4 metros cuadrados (eso sí con una altura de 10 metros) en la que podrás pasar una bizarra noche si dispones (el precio es una estimación) de 3.100 eurillos. Nada como una cifra de escándalo para crear ruido mediático, y nosotros como ves cayendo en la trampa. El señor Gormley es famoso (en su país) por la escultura de El Ángel del Norte, una figura mitad humana mitad aviónica de 20 metros de alto y 54 de envergadura (lleva ingeniería de Ove Arup), y por una instalación macabra consistente en colocar maniquíes en lo alto de edificios en Nueva York que crearon no poco revuelo ya que muchos viandantes las confundieron con personas reales a punto de suicidarse (idea que quizá haya influido en esta última creación). Pues como te digo el artista ha vuelto a montarla en la capital del Támesis asegurando que la habitación en cuestión (Room es su lacónico nombre) está diseñada para provocar una experiencia metáfísica que haga preguntarse al filthy rich que se la pueda permitir lo típico de quién soy, de dónde vengo, adónde voy y tal. Pues seguro que tú, querido lector, o yo por algo menos de esa cantidad podríamos responderle a esas preguntas, aunque me temo que no le iban a gustar nada nuestras respuestas. Lo que daría por saber la opinión de Francis Kéré o Anupama Kundoo sobre esta última gracia del británico.
A unos dos mil kilómetros al sur, en Pamplona, pero a años luz en planteamiento, acaba de terminar un congreso de nombre Arquitectura Necesaria, el tercero de una serie anual organizada por la fundación Arquitectura y Sociedad (aquí hemos dedicado unas cuantas entradas a las dos anteriores ediciones) con el objetivo de llamar la atención no sólo sobre la arquitectura que ahora realmente necesitamos (lejos ya la época de vacas gordas, y es que "nada hay más interesante que la realidad", como ha señalado en su ponencia Patxi Mangado) sino también sobre la necesidad de volver a valorar una disciplina denostada por muchos como culpable de agravar nuestra crisis económica (cuando han sido en realidad los políticos y no los arquitectos sus principales responsables). Arquitectos sociales como la mencionada Kundoo (presente también en la exposición The architect is present) junto a figuras más conocidas como Dominique Perrault, el de la Caja Mágica madrileña, han debatido estos temas durante tres días como años anteriores en el sobrio edificio Baluarte de la capital navarra.
Y a otros dos mil kilómetros, hacia el este esta vez, nos topamos con la Bienal de Arquitectura de Venecia, los juegos olímpicos de la arquitectura según la metáfora de Jonathan Glancey. Y mira tú por donde está dirigida este año por Rem Koolhaas, experto global en shocks de la modernidad, quien en lugar de presentar la típica colección de trabajos de arquitectos de renombre ha querido rendir homenaje a lo esencial en la arquitectura, lo más básico, lo más necesario, quizá haciendo un guiño al congreso pamplonica (como sucedió en la pasada bienal dirigida por Chipperfield). El planteamiento ha sentado mal entre los popes de la profesión (Perrault, precisamente desde Pamplona, soltó que el holandés era nada menos que "el nuevo anticristo"). Pues eso, que Koolhaas nos sorprende presentando en las exposiciones lo que no suele verse de los edificios, sacando sus tripas al descubierto: conductos de aire acondicionado, escaleras (se presenta el trabajo de Freidrich Mielke que ha escrito 31 libros dedicados a las escaleras y sus tipologías), ventanas, puertas, inodoros (con el trabajo casi obsesivo de Alexander Kira, experto en la ergonomía de esta necesidad tan básica), y otros elementos mecánicos, tecnología de la que también nos previene: "Los romanos podían construir cinco pisos. Con el ascensor podemos subir a edificios de un kilómetro de altura, y en un futuro mucho más. Al mismo tiempo nos movemos más allá de lo puramente mecánico hacia un dominio de controles digitales, de moquetas que pueden leer las pisadas, de temperaturas de habitación reguladas desde el móvil. Hay un mundo de datos constantes fusionándose con la arquitectura. Un día tu propia casa podría traicionarte". Hay también cierto desencanto en el arquitecto: "La arquitectura es hoy poco más que cartón, nuestra influencia se ha reducido a un territorio que tiene un espesor de 2 centímetros". Todo ese mundo detrás de las paredes en realidad pertenece a otras profesiones, se ha convertido en "un dominio sobre el que los arquitectos han perdido todo el control". Si te interesa tienes un catálogo de la exposición en 15 volúmenes y 2.000 páginas (como no podía ser de otra manera), si no dispones de tanto tiempo echa un vistazo a este video de 4 minutos en el que Koolhaas in person te muestra la exposición y comenta algunos de estos temas.
sábado, 7 de junio de 2014
Atención pregunta
Hoy te traigo una prueba de agudeza visual. Fíjate bien, ¿qué puede ser esto?
Como te veo muy perdido te voy a ayudar con varias opciones. ¿Cuál es la correcta?
a) Una escultura de Cristina Iglesias en colaboración con el estudio Vaumm. Con el título La otra rendición de Breda la artista quiere reflejar la rendición de Europa ante los nuevos nacionalismos basados en el lema la pela es la pela (pronúnciese con acento catalán). Cuando la Unión Europea repartía dinero a expuertas aquí todos contentos, pero en el momento que llegó la crisis y el cancerbero alemán, cansado de la sangría, nos llamó a capítulo se acabó el buen rollito. Ahora toca volver a los cuarteles de invierno y cada mochuelo a su olivo. Las escaleras que se entreveran por entre las lanzas (trasunto del cuadro de Velázquez y de las nuevas amenazas ultranacionalistas) conducen a un balconcillo unipersonal y por tanto fascistoide y están diseñadas para que los nuevos líderes eurófobos se encaramen y larguen su discurso antieuropeísta. Se ha invitado en concreto a Farage, el líder del UKIP, ese curioso partido que tiene como cutrón logo el símbolo de la libra esterlina, los ingleses ya se sabe, lo mío para mí y lo tuyo también, a la señora Le Pen, líder del frente Nacional Francés e hija de un individuo que dijo que el Ébola sería una solución perfecta para acabar con la inmigración y a Wilders, ese holandés de pelo rubio exacerbado, como queriendo llevar su condición aria al paroxismo. Lo más curioso de la escultura es que una vez encaramado el político oportunista, ultraderechista y populista de rigor sobre el balconcillo, transcurridos 15 segundos de discurso el suelo del mismo cede y el orador se escoña sin remedio.
b) Una instalación de Olafur Eliasson en colaboración con el estudio Snøhetta de nombre El aula sin muros, tú sí que sabes, Marshall en honor a Marshall MacLuhan. Como todo el mundo sabe el ideólogo canadiense señalaba de que el proceso de aprendizaje acabaría saliendo de las aulas y se produciría de manera espontánea por doquier. Por lo tanto diseñemos colegios sin muros, propone el artista escandinavo, imagina lo que nos vamos a ahorrar. ¿Tiene cabida en esta nueva escuela extraescolar el profesor? Pues claro, para él colocamos el balconcillo ya comentado en la opción a). De tal manera sobreelevado, el docente puede impartir clases a un número ingente de alumnos (más ahorro), que pulularán en manadas como vacas sin cencerro mientras el maestro se desgañita desde las alturas. Además no habrá libros de texto (aún más ahorro), no tienen ya sentido, aunque eso sí, los alumnos dispondrán de smartphones de última generación con los que podrán aprender a su ritmo al mismo tiempo que se ciberacosan vía WhatsApp. El docente podrá también lucir una de esas típicas camisetas reivindicativas verdes haciendo juego con el bucólico prado circundante. Finalmente no hará falta el mecanismo que vimos en la opción a) porque el profe se lanzará al vacío voluntariamente.
c) Una instalación de OMA diseñada junto a Marina Abramovic (Dios los cría...) para una performance de la serbia titulada El estili(s)ta con la que se quiere llamar la atención sobre el drama de la inmigración y la alienación del hombre ultraposmodenno. La performance se inspira en Simeón el estilita, que vivió 37 años sobre una columna de 17 metros en el desierto para alejarse del mundanal ruido, y consiste en colocar a un hombre blanco vestido de business casual encaramado sobre lo más alto de la estructura en incómodo equilibrio, como si de un inmigrante tratando de saltar la valla de Ceuta se tratara. El hecho de que sea un ejecutivo vestido a la última acentúa el impacto visual. En el balconcillo se sitúa Abramovic, enfundada en un largo vestido rojo vivo, quien le canta (en playback) el tema The way it used to be de los Pet Shop Boys en modo repetición non-stop a todo volumen. La performance acaba cuando, tras horas e incluso días, uno de los dos, ya sea por inanición, agotamiento o daño cerebral, se desplome. Igual piensas que la performance banaliza un problema social de primer orden, pero eso es porque tú no entiendes de arte.
d) Una parada de autobús de Sou Fujimoto.
domingo, 1 de junio de 2014
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