Hoy visitamos la Biblioteca Pública Eugenio Trías-Casa de Fieras de Madrid, inaugurada en abril. Está dedicada al filósofo barcelonés Eugenio Trías fallecido unos meses antes. Su curioso segundo nombre se debe a que sus dependencias albergaron en tiempos un pequeño zoo continuación del primero que hubo en España construido cerca del Jardín Botánico por orden de Carlos III. A finales del XVIII se trasladó al parque del Buen Retiro, cerca de la Puerta de Alcalá, para finalmente pasar, ya en 1830, a la ubicación que nos ocupa, también en el Retiro justo al lado de la Puerta de Sainz de Baranda, donde se mantuvo hasta 1972. Aún recuerdo los monos que estaban en un foso que todavía se conserva. El edificio principal ("La leonera") albergaba a los animales más feroces (leones, tigres y hasta hienas) en unas jaulas que sobresalían del edificio como puedes ver en las últimas fotos. El elefante era el rey del zoo, siendo Pizarro (una hembra, curiosamente), la que protagonizó el suceso más bizarro del parque al escapar, haciendo honor a su nombre, para descubrir Madrid. Terminó en una pastelería de la calle Velázquez donde se puso las botas (años más tarde, en 1873, precisamente otro empacho acabaría con la conquistadora). También por aquellos años se organizaban penosos "zoos humanos", en los que aborígenes traidos de lejanos confines eran presentados a los incrédulos madrileños. Los animales, cada vez más numerosos, vivían en pésimas condiciones y finalmente en 1972 fueron trasladados al actual Zoo de la Casa de Campo (había más de 500 ejemplares para entonces). La popularidad de este parque zoológico fue tal que había días en los que se congregaban hasta 200.000 personas para ver a las "fieras".
Hasta 2004 el edificio fue sede de la Junta Municipal de Retiro y tras unos años en desuso y una inversión de 9,5 millones se ha convertido en biblioteca municipal según un proyecto de los arquitectos Jaime Nadal y Sebastián Araujo, que encontraron el edificio "machacado" según sus propias palabras y debieron sanearlo y restaurarlo cuidadosamente. La intervención más curiosa son los cubos de cristal, magníficos miradores justo donde antes estaban las jaulas de los fieros animales. El proyecto incluía también la rehabilitación del antiguo foso de los monos para crear una sala de lectura de cubierta transparente pero se desestimó porque suponía una profunda dentellada al presupuesto.
En las paredes de la biblioteca podemos leer citas de Eugenio Trías, el "exorcista ilustrado" como le gustaba definirse, para el que según su hijo "escribir era inscribir en la carne, tatuar algo al que lee". Esta te va a gustar: