miércoles, 27 de junio de 2012

La torre del 1%


"Lo que está a punto de terminarse en el South Bank londinense es casi la metáfora perfecta de cómo la capital se está transformando, para peor. El rascacielos a la vez encapsula y extiende la fórmula por la que Londres se está convirtiendo en una ciudad con mayores desigualdades y peligrosamente dependiente del dinero caliente.
Piensen de nuevo en la historia de The Shard. Es un edificio de grandes proporciones impuesto sobre el Puente de Londres a pesar de las protestas de los residentes, los grupos ecologistas y un aviso de la Unesco en el sentido de que puede poner en aprietos la condición de patrimonio de la humanidad de la cercana Torre de Londres. Y lo que es peor, sus dueños y ocupantes tendrán muy poco que ver con la zona, que a pesar de su centralidad arroja los peores índices de pobreza y desempleo de toda la ciudad. El edificio es en un 95% propiedad del gobierno de Catar y su inmobiliara, Irvine Sellar, habla de una "ciudad virtual" que incluirá un hotel de cinco estrellas y restaurantes con estrellas Michelín.
Tendrá también diez pisos que saldrán a la venta por entre 37 y 62  millones de euros.(...) "No pondremos estos pisos realmente en el mercado", me comentó alegremente el relaciones públicas, "a este nivel económico sólo hay probablemente entre 25 y 50 posibles compradores en el mundo. Los agentes simplemente les llamarán por teléfono".
Así que uno de los edificios más significativos de Londres no tendrá casi nada que ver con la ciudad en sí. Incluso las oficinas en alquiler en los bajos van dirigidas a financieras y hedge funds que necesiten más espacio para los codos que el que se pueden permitir en la City o Mayfair. Los únicos londinenses de clase trabajadora que pintarán algo aquí irán en autobús por la noche desde el extrarradio para limpiar los cubos de basura. Por lo tanto, y a todos los efectos, esta será la torre del 1%". (Cabréate aún más leyendo el resto de este demoledor artículo de Aditya Chakrabortty para The Guardian).

lunes, 25 de junio de 2012

La fábrica de caramelos


Más ladrillo. Es la Toffee Factory, una antigua fábrica de esos caramelos tan pegajosos reconvertida en espacios flexibles para oficinas de negocios creativos en Newcastle, al norte de Inglaterra. La colorista reconstrucción es del estudio local Xsite Architects y es uno de los 58 edificios seleccionados por el RIBA para el Stirling Prize, el premio arquitectónico británico por excelencia.

viernes, 22 de junio de 2012

Oda al ladrillo (sin segundas)

 
"El ladrillo es otro maestro de enseñanza. Qué espiritual es ya su formato, pequeño,manejable, bueno para cualquier finalidad. Qué lógica muestra su sistema de proporciones. Qué vitalidad su juego de aparejos. Qué soberanía posee el más sencillo paño de pared. Pero qué disciplina requiere ese material". (Mies van der Rohe, discurso en el Instituto Armour de Chicago, 1938. En la foto, detalle del complejo que la Compañía del Metropolitano madrileño empezó a construir en 1923 entre las calles de Cavanilles, Sánchez Barcaiztegui y Valderribas para albergar una central eléctrica que aportara energía al metro según un proyecto desarrollado por Antonio Palacios autor entre otros del Palacio de Comunicaciones, hoy Palacio Cibeles y sede del ayuntamiento de la capital. Pues sí, lo común también puede ser bello).


jueves, 21 de junio de 2012

Los cuentos nada comunes de Piano


Renzo Piano sigue con su discurso bipolar. Hoy en El País hablando sobre el Centro Botín en Santander del que hoy se ha puesto la primera piedra vuelve a la defensa de la honestidad y la contención: “Porque ya no es el tiempo para los excesos ni para la retórica en la arquitectura. Esta crisis es mala para los hombres pero buena para las construcciones, las volverá más morales, más sabias y más honestas”. Aun a riesgo de repetirnos (ver entrada anterior) nos sigue chirriando que en Londres haya levantado sin despeinarse un mastodonte que resulta precisamente excesivo y retórico. La cita final del artículo nos reconcilia con el genovés, que entiende la obra arquitectónica como un relato:“Ser arquitecto es una profesión peligrosa, los errores están ahí para quedarse, pero hay que asumir riesgos. Al principio, las ciudades se resisten a los cambios, pero toda ciudad es una gran invención y yo estoy aquí para buscar historias nuevas y diferentes, no para repetir siempre el mismo cuento”. Su cuento para Santander cuesta 77 millones. Paga Botín, así que tranquilos, que él puede. Y si no ya le rescatarán.

Al menos no se puede negar al banquero su buen ojo para elegir a Piano, que aún no se había estrenado en España y que junto a Rogers es autor del mítico centro Pompidou de París. En un momento de vacas flacas, primas atacadas y presuntos rescates hay que recibir el centro cultural cántabro como un regalo que creará 1.400 puestos de trabajo (en un sector muy castigado por la crisis) y se convertirá en una pieza única y emblemática, especimen por cierto en vías de extinción. Hoy mismamente arranca en Pamplona el congreso de Arquitectura y Sociedad que lleva el excitante nombre de Lo común. Lo curioso del caso es que están de ponentes Foster, Siza o Moneo y su director es Fernández-Galiano, arquitectos que tienen en común estar precisamente fuera de lo común, resultando tal combinación un oxímoron (palabra tan grata a don Luis) del tamaño del Shard de Piano: ¿Deben los arquitectos excepcionales devenir en comunes? ¿Muerta felizmente la extravagancia, debe también morir la excelencia? ¿Lo común debe ser tan aburrido como su nombre indica? ¿Donde quedó la más ilusionante (y no menos moralizante) máxima del congreso de hace dos años (Más por menos)? ¿El sentido común es el menos común de los sentidos también en arquitectura? ¿Qué pinta un filólogo como el que suscribe hablando de arquitectura (otro pedazo oxímoron, por cierto)?

Respuestas queremos.

miércoles, 13 de junio de 2012

Dr Piano & Mr Hyde


"Otra de las razones es que la crisis ha supuesto una especie de moralización de la arquitectura. Un arquitecto debe obligar a su cliente a pensar, debe decirle: «Un momento, ¿qué estamos haciendo aquí? ¿Por qué estamos gastando todo este dinero?». Y esa es la razón de que la arquitectura se haya vuelto tan cuidadosa con la sostenibilidad, con la energía. Y creo que este el mayor campo de inspiración de este siglo: la fragilidad de la Tierra. Todo el mundo entiende que la Tierra es frágil y, en parte, la arquitectura debe expresar esa fragilidad".

Parece increíble que el autor de estas palabras sea el mismo que esté a punto de inaugurar el imponente rascacielos de la foto, que se convertirá con sus 310 metros en el más alto de Europa. Se llama The Shard, está en Londres, y su autor es Renzo Piano (la cita es de una entrevista para XL Semanal). Casi a la vez The Guardian le dedica otro artículo en el que el arquitecto italiano se justifica así por su polémica torre, que muchos ven excesiva para la capital británica:

"Este edificio no está hecho con la intención de ser agresivo o poderoso. Esto no va de priapismo. Este edificio está contando una historia completamente distinta. Celebra un cambio, en la idea de que el crecimiento de una ciudad no debería producirse a base de construir cada vez más en su periferia. Esta ciudad es una de las primeras que decidió tener un cinturón verde, un límite físico claro; si tiene que crecer, crecerá dentro. No soy un defensor de los edificios altos, pero defiendo que se dé vigor a una ciudad desde dentro".

Tú mismo.

viernes, 8 de junio de 2012

Juguetones


¿Sabías que Anish Kapoor, el escultor angloindio, ingresó en 2010 la interesante cantidad de 37 millones de euros? Bastante más que Cristiano Ronaldo (29 millones) o Messi (25). A Kapoor le pagan esos emonumentos de escándalo por diseñar, por ejemplo, la polémica torre ArcelorMittal Orbit de la que ya hemos hablado unas cuantas veces, y que últimamente los medios tanto visitan y comentan ya que probablemente acabe convertida en emblema de los Juegos Olímpicos de Londres. La cita olímpica es tema central del último AV, y en su prólogo Fernández-Galiano, muy diplomático, alude al caracter multicultural de la ciudad que se refleja en la propia torre observatorio, diseñada por el angloindio, construida por un ingeniero de Sri-Lanka (Cecil Balmond), y financiada por un magnate indio del acero. Alude de pasada a su carácter confuso y juguetón (adjetivo este muy propio para referirse a unos Juegos) y la califica de "arbitrario emblema de los tiempos". Bastante menos diplomático es Peter Buchanan, que en la misma revista tacha a la torre de "horrible objeto escultórico parecido a una enorme montaña rusa reciclada". Y aún más crudo es un reciente artículo del NYT que desde el mismo titular no se anda con paños calientes: "El pararrayos disfrazado de escultura". El origen de la retorcida estructura está en un encuentro casual entre Boris Johnson, alcalde de Londres, y Lakshmi Mittal, dueño de la multinacional del acero, en el guardarropa del Foro Internacional de Davos (no podía ser en otro sitio). El alcalde quería panache (podemos traducirlo como caché y así mantenemos la fonética francesa) para los Juegos y el magnate publicidad así que todos contentos (Mittal aportó 24 millones para la torre, casi la totalidad del presupuesto final). Por cierto, costará 18 euros subir (en ascensor) a la cima del monumento, que pesa 2.000 toneladas. El 60% de la estructura está hecha a base de chatarra recogida de distintas plantas de la empresa en todo el mundo y fue ensamblada en Manchester. Por último, pero no menos importante, la imponente obra artística (114 metros de altura) tendrá tienda de regalos.

En la imagen (portada del suplemento del Wall Street Journal de hace unos meses, se menciona en el citado prólogo de AV) puede verse la torre roja de Kapoor bajo la pata de un juguetón elefante blanco, que es como los ingleses denominan a esos edificios caros y habitualmente enormes que devienen inútiles a la primera de cambio. Nosotros sabemos mucho de eso. El periódico reflejaba el miedo de muchos británicos a que los estadios construidos para los Juegos Olímpicos acabaran conviertiéndose en white elephants, especialmente con la que está cayendo. Los ingleses, tan pragmáticos ellos, no han caído en ese error de libro. Solucionado supuestamente el panache con la patochada de Kapoor, tocaba sobriedad. La mayoría de los estadios y equipamientos muestran un descarado perfil bajo que raya en lo anodino, destacando en esa línea el que debería ser emblemático estadio olímpico, de un arquitecto otrora juguetón (Peter Cook), y que comparado con los estadios de Calatrava en Atenas o de Herzog y de Meuron en Pekín resulta aburrido y pobretón. El complejo olímpico, en vista aérea, parece un conjunto deslabazado de tristes edificios, como juguetes fatigados desperdigados por la habitación de un niño, y la villa olímpica en concreto parece una barriada social búlgara de los años 70. La buena noticia: los ingleses se han gastado tan solo unos 13.500 millones en la factura olímpica, que viene a ser la mitad de lo que nos ha costado a nosotros encapsular (Guindos dixit) el agujero sólo de Bankia. Con las millonadas que nos vamos a dejar (nosotros y previsiblemente Europa) en taponar el abismo de todos nuestros bancos con tensiones de liquidez (a dos velas, para entendernos) podríamos haber organizado cuatro juegos olímpicos como estos.

El empacho de panache de otras épocas y el huracán financiero actual nos van a dejar unos Jueguecillos Olímpicos en los que parece que no sólo hay que ser ahorrativos, sino que además hay que parecerlo. Los ingleses han conseguido ambas cosas. Cualidades técnicas aparte, que sin duda los diferentes equipamientos tendrán, se ha perdido la oportunidad de crear una arquitectura ilusionante que mire con optimismo al futuro, lo cual no quiere decir en absoluto que tenga que salir por un ojo de la cara. Un buen número de últimas arquitecturas -muchas de ellas españolas- nos muestran edificios apasionantes hechos con presupuestos ajustados. Eso sí, Londres sigue su tendencia imparable hacia su conversión en un juguetón parque temático. Ya tienen la noria y la Montaña Rusa, ahora a por el Pasaje del Terror y el Barco Vikingo.

sábado, 2 de junio de 2012

"El futuro de la arquitectura no es arquitectónico"


"Jean Nouvel es un fajador al que le gusta el riesgo.
Ha renacido varias veces de sus cenizas y sigue empujando con la testuz, como si fuera el único jugador que queda de la mêlée del sesentayocho, aquella vanguardia charlatana y noctámbula, que ya no confunde el vino malo con el Château Margaux pero que sigue tiñendo de rojo y negro los lugares por donde pasa.

El negro, que antes era el color de los adoquines de asfalto,
viste ahora con texturas, brillos y transparencias
a aquellos chicos malos.

Las luces rojas de neón de los garitos de carretera
balizan ya la noche de los palacios de la ópera
donde se representan tristanes.


Nouvel ha introducido en escena materiales que no existen: 
la transparencia, el reflejo, la imagen cinematográfica,
la emoción, la indeterminación, el vértigo, el instante...


Cada día es más cierto su principal aserto:
"El futuro de la arquitectura no es arquitectónico".

Con él la arquitectura cada vez es menos disciplina,
más paisaje, más estrategia, más comunicación, más cine.
(...)
Nouvel ha conseguido que se funda la realidad y la ficción,el instante y la eternidad. Ha añadido a  la arquitectura la conciencia de eternidad que sugiere la fugacidad de un instante".
(Javier Mozas, "El poder de lo que no existe", artículo recopilado en su libro Rashomon).